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Zidane contra la inercia en los derbis

El técnico del Madrid afronta el reto de vencer al Atlético en Liga en el Bernabéu, algo que no sucede desde 2012

Diego Torres

Hace falta un dominio extraordinario de la abstracción cuando se abordan empresas que resultaron en fracasos y en escarnio social. Es la cualidad que distingue a Zinedine Zidane, que vive sumido en algo parecido a la introspección anacorética. Un estado mental que, según quienes trabajan con él, hace que no se entere de la mitad de los incidentes mundanos que captan la atención del ser humano medio. El entrenador del Madrid enfrenta hoy al Atlético de Simeone (16.00 horas, C+ Liga) con la mirada despejada de quien no entiende de antecedentes. Como si no reparase en que el Atlético se ha transformado desde el 17 de mayo de 2013 en un rival de mal agüero, al menos en Copa y Liga. Como si no contemplase que el Atlético ha ganado seis, empatado cinco y perdido solo cuatro de los últimos 15 derbis. Como si no le distrajese el hecho de que el Atlético no pierde en Liga en el Bernabéu desde 2012. Como si no le preocupara la idea de que su predecesor, Rafael Benítez, agotó su credibilidad ante Florentino Pérez durante el último derbi (1-1), jugado en el Calderón el 22 de octubre.

“Está claro que lo tendremos difícil”, dijo Zidane, cenizo menos por convicción que por un intento de rebajar de una vez por todas esas expectativas exageradas que detecta en los medios y en la hinchada alrededor de su persona.

“Está claro que lo tendremos difícil”, dijo Zidane

Al entrenador del Madrid le incomoda el estrépito. Mucho más en estos días en que sabe que comienza a dilucidarse la clase de entrenador que es. Porque el derbi ya no será decisivo para lograr títulos. Será decisivo para determinar si Zidane está a la altura del banquillo que ocupa.

El Atlético contrastará a Zidane con sus predecesores desde Mourinho, todos incapaces de resolver claramente el problema que plantea El Cholo. Un dilema puramente táctico: cómo superar una defensa cerrada con tres o cuatro mediocentros con una plantilla inclinada hacia el contragolpe.

Zidane comenzó por proclamar su intención de cortar el nudo gordiano con una renuncia al contragolpe sistemático. Declaró que quiere ser el dueño del balón, salir jugando y presionar arriba. La teoría es nítida. La práctica es, como se comprobó en Heliópolis, en Granada o en Roma, mucho más borrosa. Los ataques del Madrid acabaron en apelotonamientos relativamente controlables para los adversarios. Sobre todo para equipos que, como este Atlético, saben tapiar el medio con gente como Gabi, Saúl o Augusto.

El tráfico atropellado por los carriles centrales del Madrid ha convertido en imprescindibles a Marcelo y Carvajal, los laterales, los únicos que han garantizado el desborde de manera regular y han permitido al equipo abrir el campo. Frente al Atlético esta necesidad será más urgente. Allí Zidane descubre su primer problema porque debe reemplazar a Marcelo, que está lesionado, con Danilo, Carvajal o Nacho, que nunca funcionaron por la izquierda con la profundidad necesaria. En su descargo sirve apuntar que ninguno es lateral izquierdo.

Zidane recuperó su sonrisa ayer, después del golpe de Málaga (1-1). Sonrió a los amigos y a los desconocidos y aclaró que por encima del enredo táctico le preocupa mantener elevada la moral de la tropa. “Los jugadores dan el alma en los entrenamientos”, dijo. “Lo que a mí me interesa de ellos es la actitud. Y estoy orgulloso de la actitud de los que juegan como de los que juegan menos. Eso para mí es lo más importante”.

“Mañana entra Mayoral en la lista”, anunció, como si la idea del chaval hilase con la de compromiso. “Está muy bien. Marcando goles con el Castilla y el juvenil. Se entrena todas las semanas con el primer equipo y está listo para jugar con nosotros”.

Providencial Mayoral

Hacía décadas que un atacante de la cantera del Madrid no entusiasmaba tanto a los técnicos como Borja Mayoral, que cumplirá 19 años en abril. La emoción conque lo describen abarca todas las dimensiones del juego. Sabe combinar de espaldas, presiona bien, es rápido para girarse, se asocia con sentido, tiene habilidad, mete goles en cantidades industriales (98 en 73 partidos con el juvenil entre 2013 y 2015), y, lo más raro, manifiesta una disposición feliz a jugar en todas las condiciones, incluso cuando le piden que deje el Castilla para ayudar a sus compañeros de la categoría inferior, la del Juvenil A, como sucedió esta semana contra el Manchester City en la Youth Champions League, en el encuentro que tiene ilusionada a la directiva. El martes Mayoral hizo dos golazos y confirmó que ha tocado el punto mágico. Como Raúl en su primer derbi, en 1994, este derbi de 2016 viene precedido por el despunte de un talento prematuro.

Zidane no se caracteriza por su sentido analítico pero tiene olfato. Intuye que la luz que irradia el joven puede ayudar a los mayores a interrumpir la inercia sombría del derbi. Aunque más no sea apuntándole en la lista de convocados.

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Sobre la firma

Diego Torres
Es licenciado en Derecho, máster en Periodismo por la UAM, especializado en información de Deportes desde que comenzó a trabajar para El País en el verano de 1997. Ha cubierto cinco Juegos Olímpicos, cinco Mundiales de Fútbol y seis Eurocopas.

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