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Modric da vidilla al Madrid ante el Granada

El equipo de Zidane, borroso fuera de casa, respira con un gol del centrocampista croata ante un rival tan valiente como fallón en defensa

Modric celebra el gol de la victoria.Foto: atlas
José Sámano

Un misil de Modric ante el complaciente vistazo de la zaga del Granada dio vidilla a un Madrid borroso. Un Madrid que estuvo a un paso de condenarse en la Liga y rebajar el efecto Zidane, su mejor agarradera de estos días. En su versión forastera, esta vez no irrumpió el equipo estilista que de forma inmerecida perdió dos puntos con el Betis. En esta ocasión, sobre la escena nazarí se vio a un Real sosaina, aparatoso. Irreconocible respecto a ese torbellino que se deja ver por Chamartín. Lejos de su estufa, los rivales le aprietan de otra manera, no se dan por vencidos como en la Castellana. Lo hizo un Granada audaz que mereció puntuar. Y lo tuvo en las botas, pero se hizo una faena con dos errores defensivos de calado. El último, ante Modric, a pocos minutos de que bajara el telón, cuando el grupo de Sandoval se empinaba por encima de un adversario que fue de poco a menos.

Con el Granada al frente, el croata cazó una pelota en el balcón del área. Los muchachos de Sandoval le invitaron al disparo. Pase y chute, como si Modric fuera un cualquiera. Entre sus virtudes está el remate lejano, un golpeo seco y preciso. De miranda los defensas locales, el balcánico reventó el balón en la escuadra derecha de Andrés Fernández. Un gran gol para evitar el primer lío a Zidane. Los rojiblancos cayeron en la orilla. Se dirá que sus batallas son otras, pero todas suman, máxime cuando se está en el pozo.

Mutación madridista

Zidane ya tiene motivos para sentar a sus muchachos en el diván y psicoanalizar esta mutación. Fuera de Madrid el Madrid no es tan real. Ante el Betis solo pudo descontar un punto y en Los Cármenes de nuevo apareció un equipo que nada tuvo que ver con esa apisonadora de Chamartín que entra en combustión de inmediato. En Granada se espesó el cuadro de Zidane, trabado en muchas fases. Kroos y Modric no encontraron socios, con hasta seis compañeros por delante de la pelota y muchas veces, demasiadas, alineados a lo ancho, sin ofrecer otras vías. Al alemán y al croata, andamiajes del equipo, les faltaron compañeros para articular el juego, gente con la que avanzar al toque. Aislados Isco y James, con Carvajal y Marcelo como extremos adelantados, el Madrid no daba con la tecla para arrimarse siquiera a la meta local. Se espantaba frente a su propio dique.

El partido transitaba entre el inútil peritaje madridista y los fogonazos de los nazaríes. Sin la pelota, el Granada asumió su papel de resistente, con las filas bien ajustadas. Con el balón, repitió el guion con machaconería: despliegue por los costados, Success por la derecha y el benjamín Peñaranda por la izquierda, un chico, este venezolano, con más fútbol que años (18). Dos futbolistas con picante, verticales, moscardones. Ambos incomodaron lo suyo a la retaguardia de Zidane, pero al Granada le costaba un mundo cerrar alguna jugada con un remate. Hasta el segundo acto, Keylor Navas fue más exigido fuera del área que en su guarida natural.

Templado el encuentro, con el Madrid anudado y tibio, el conjunto de Sandoval se venció en defensa, como ya había anticipado en algunas acciones puntuales, como le ocurre con frecuencia en partidos de todo pelaje. Lo mismo que al ariete Barral, el técnico del Granada hizo debutar al veterano defensor Ricardo Costa. El equipo requiere con urgencia centinelas. No encontró remedio ante el Madrid por el costado de Foulquier, instruido para arrestar a James en zonas más interiores. Desvalido el costado, Peñaranda, más perfilado para atacar, no siempre siguió los pasos de Carvajal. Tras amagar Cristiano y Modric por esa zona, Isco filtró un pase para su lateral derecho. Foulquier estaba en cualquier sitio, vaya usted a saber. Carvajal avanzó y cedió a Benzema, que sopló la pelota con la puntera derecha en soledad.

El tanto no atenuó al Granada, que siguió a lo suyo hasta que comprobó que el Madrid no se asustaba y, con Rochina de conductor, encendió las alarmas ante Keylor Navas. Success y Peñaranda, dale que dale, pero con más gente al auxilio. El Madrid se fue diluyendo, pese a que Benzema, que lleva seis jornadas consecutivas de anotador, tuvo el gol en un duelo con Andrés, a dos palmos, pie contra mano. La parada del meta local fue alucinante.

La Liga se iba

Zidane rescató a Jesé en perjuicio de James, otra vez extraviado pese a su ligera remontada ante el Espanyol. No cambió el panorama. Lo que sí hizo Sandoval con la puesta en marcha de El Arabi. El primer balón que tocó, bingo. Modric se giró hacia su portería, agobiado por una trama de camisitas rojiblancas, y se topó con una zamarra con la que no contaba, la del árbitro, que estaba mal colocado. El inesperado interruptor le hizo perder la pelota, lo que aprovechó Rochina para citar a El Arabi ante Keylor, al que batió. No fue la última secuencia de Keylor, decisivo en un mano a mano ante Success. La hinchada pidió penalti en lo que fue una magnífica intervención del costarricense. La Liga se iba cuando apareció Modric, sin el árbitro de por medio, y dio oxígeno a este Madrid con dos caras. Como la de CR, de nuevo fuera de onda lejos del Bernabéu. Otro CR, otro Madrid.

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Sobre la firma

José Sámano
Licenciado en Periodismo, se incorporó a EL PAÍS en 1990, diario en el que ha trabajado durante 25 años en la sección de Deportes, de la que fue Redactor Jefe entre 2006-2014 y 2018-2022. Ha cubierto seis Eurocopas, cuatro Mundiales y dos Juegos Olímpicos.

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