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El Betis frustra al Madrid de Zidane

Los madridistas, con buen trato de balón, empatan en el Villamarín (1-1) tras estrellarse con un rival aguerrido y un gran Adán

José Sámano
Adán atrapa un balón ante Cristiano.
Adán atrapa un balón ante Cristiano.Gonzalo Arroyo Moreno (Getty )

El Madrid tiene mejor pinta, pero ante un Betis que sacó pecho perdió un poco más de vista la Liga. En la jornada en la que pinchó el Atlético, y con el duelo entre colchoneros y azulgrana a una semana, el equipo de Zidane tuvo mejor propósito que resultado. Mimó la pelota, le dio sentido al juego, se negó cualquier grosería con el balón, pero la portería ajena se le hizo pequeña. No le faltaron ocasiones y discurrió el segundo tiempo en la periferia de Adán, pero su exportero fue insalvable. Como casi les resultó imposible a los espectadores distinguir quién era quién, por la mezcolanza de colores de unos y otros que las autoridades pasaron por alto porque sí.

En el Madrid que transita tras Benítez las intenciones son buenas. Con Zidane, ni un pelotazo, paciencia y al pie. Que prevalezca el talento natural de los futbolistas, que el juego se articule desde la cueva, con lo que gente como Kroos y Modric han recuperado el protagonismo. Ahora tienen carrete, no deben limitarse a ver pasar el balón por sus cogotes. Sobre ambos pivotó el Madrid, este Madrid de corte fino aunque escaso de picotazos ante el Betis durante un largo tramo, circunstancia inopinada en un equipo tan cañón. Del primer acto apenas dejó huellas ante Adán con un disparo con el juanete de Cristiano tras una pared con Benzema y un cabezazo de Pepe. Poco repertorio.

El Madrid de los buenos deseos no se espantó con el oleaje inicial del Betis, que partió con espíritu de bucanero, dispuesto a asumir un papel de resistente, no el de comparsa, como cabría suponer en estos tiempos de infinitas turbulencias en Heliópolis. Con los dientes apretados, todos los locales desgastaron suela desde el primer suspiro. La idea bética de armar el taco quedó fortalecida por el bombazo de Cejudo. Con el conjunto verdiblanco en combustión, Rubén Castro percutió hacia Keylor, que rechazó el remate. El despeje lo ganó Fabián, un chico a seguir el rastro, espigado y con buenos pies. El canterano amortiguó la pelota ante el acoso de Pepe y Cejudo, sin dejar que botara, la reventó en la red. Golazo, golazo.

El imponente tiro al blanco de Cejudo no desencajó al Madrid, pese a tener claro desde el inicio que estaba ante un rival ardiente, con el corazón en la boca para sembrar el campo de minas, de emboscada en emboscada. El Madrid no alteró el guion de Zidane, con la pelota cosida y bien tratada se propuso rebajar al Betis, quitarle púas poco a poco. El técnico francés ha decretado la ley antizapatazo, una vulgaridad a sus ojos. El balón no es un artefacto, menos en las botas de jugadores como Modric y Kroos, que asumieron el mando y con el transcurso de los minutos lograron reducir a su oponente, que no perdió combustión, pero sí soltura.

La idea bética de armar el taco quedó fortalecida por el bombazo de Cejudo

Al ritmo coherente y sutil del croata y el alemán no se sumaron los volantes, Isco y James, relevo del lesionado Bale. Isco no es Isco, y James aún es menos James. Los dos dieron la sensación de estar superados por el alto voltaje del partido. Por culpa propia o ajena, o quizá por ambas, han perdido demasiadas horas de vuelo y les falta lo que les distingue: finura. Su poca actividad condenó al ataque visitante durante el primer tiempo, con Cristiano y Benzema tan aislados como sometidos por los zagueros béticos, que nunca perdieron el colmillo. A veces, sin reparar en lo temerario, como cuando Petros pisó a Benzema dentro del área. Penalti para todos, menos para el intérprete más cercano, el árbitro. Lo mismo sucedió en otra acción con Cristiano y Molinero por el medio.

Zidane y los suyos sacaron las conclusiones acertadas durante la tregua del descanso. Al buen trato de la pelota y la firmeza táctica, le faltaba una marcha, mayor fragor. A ello ayudó el propio entrenador, que con la repesca de Carvajal por Danilo, titular por un ligero proceso febril del español, ventiló mejor a los suyos. El Madrid tuvo mayor profundidad y hasta James se animó algo por el costado derecho, pese a su zapatazo al aire en una jugada que solo podía ser gol, gol o gol. Carvajal fue como una corneta, Modric sentó cátedra, dio un recital con el que puso en hora a todos. Al mayor esplendor blanco también se sumó Benzema, que pasa por su mejor momento como madridista. Siempre tuvo arte, pero hoy es más eficaz que nunca y con el padrinazgo de Zidane parece un Espartaco, el primero de la causa. Suyo fue el tanto del empate, el 17º que anota en Liga, tras una excelente aventura de Carvajal, sellada por un pase filtrado de Kroos a James que certificó el delantero galo. Un gol bien trenzado, pero mal arbitrado. En el paso previo a la diana, el colombiano recibió en fuera de juego.

El Madrid logró enchironar al Betis, que acabó en los huesos, con el depósito seco. Se entregó a Adán, su portero, que crece y crece en Sevilla como un guardameta con mucho vuelo. Hizo notables intervenciones y alguna casi sublime, como una mano milagrosa ante una bellísima rabona de Benzema. Con la lengua fuera, los chicos de Merino resistieron de forma heroica, con el Madrid dale que dale hacia al área de Adán. Pero el equipo se quedó corto y puso entre paréntesis su reacción postBenítez.

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Sobre la firma

José Sámano
Licenciado en Periodismo, se incorporó a EL PAÍS en 1990, diario en el que ha trabajado durante 25 años en la sección de Deportes, de la que fue Redactor Jefe entre 2006-2014 y 2018-2022. Ha cubierto seis Eurocopas, cuatro Mundiales y dos Juegos Olímpicos.

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