El Atlético no puede con la osadía del Rayo en Vallecas
Saúl iguala en la recta final el golazo de Nacho, que hacía justicia a la superioridad con el balón de los de paco Jémez
El Rayo es una bocanada de osadía desde su modestia. A este equipo de Paco Jémez se le recordará siempre por su valentía con la pelota. Puede que se vaya a Segunda, o que el Atlético le tire de esta Copa, pero estos años en Primera desafiando a todos con el balón como primera premisa serán imborrables.
Unos negocian el rigor táctico, otros no negocian la intención de ser alguien desde el balón. El Rayo lo quiere siempre y lo mueve. Y desde atrás, lo que le confiere tanta jerarquía como temeridad. Bendita locura la suya. El gol de Nacho que abrió el marcador pasada la media hora de juego plasmó toda esa valentía con la que se emplea el equipo de Paco. Su condición de lateral no le impidió estar ocupando el campo contrario mientras el Atlético trataba de salir con un malabarismo de Siqueira. Oliver corrigió como pudo la pifia del lateral brasileño, pero Thomas se equivocó con un pase horizontal prohibido a pocos metros de su área. Nacho enganchó un zurdazo de brasileño, con el exterior, para que la pelota describiera una trayectoria hacia afuera que Moyá no pudo atajar. El tanto fue un justo premio para un equipo sin miedo al error, aunque a veces los cometa más de lo recomendable.
Mientras el Rayo mandó, y fue casi todo el partido, Kranevitter, que debutaba, se empapó en vivo del nivel técnico y táctico del fútbol español. Por delante de la defensa, fue mareado y rebasado por unos cuantos balones a su espalda. Se le vio sorprendido ante jugadores como Jozabed o Pablo Hernández, que le dieron una torturadora bienvenida con la pelota.
Durante la mayor parte del partido el Atlético emitió algunos de los malos síntomas que le acompañan en los últimos partidos. Ya le sucedió en este mismo estadio hace una semana y en el suyo contra el Levante el último domingo. Da igual que jueguen titulares o suplentes. Que Simeone ponga a Koke o que se decante por Augusto, el otro debutante de la noche. Sin precisión no se puede jugar al fútbol, ni en horizontal, que no es el caso de los rojiblancos, ni en vertical, que es su panacea.
RAYO, 1 - ATLÉTICO, 1
Rayo Vallecano: Juan Carlos; Zhang (Quini, m. 65), Tito, Dorado, Nacho; Llorente, Jozabed; Pablo, Miku (Montiel, m. 74), Bebé (Embarba, m. 79); y Manucho: No utilizados: Yoel; Zé Castro, Baena, Trashorras, Lass y Javi Guerra.
Atlético: Moyá; Gámez, Giménez, Savic, Siqueira; Augusto (Vietto, m. 56), Kranevitter, Thomas; Óliver (Saúl, m. 56), Torres (Jackson, m. 75) y Carrasco. No utilizados: Oblak; Lucas, Gabi y Correa.
Árbitro: Jaime Latre. Amonestó a Siqueira, Miku, Torres, Dorado, Saúl y Thomas.
Goles: 1-0. M.34. Nacho. 1-1. M. 66. Saúl.
Unos 7.000 espectadores en Vallecas.
El Atlético está en el límite del juego con el balón. De momento, su solidez defensiva le ha permitido liderar la Liga y tener a tiro los cuartos de final de esta Copa, pero está en el alambre de lo futbolístico. Ni ataca bien cuando el rival se cierra ni se despliega con claridad al contragolpe, aunque sea Torres la punta de lanza como anoche. El Atlético no encuentra fluidez en el juego por mucho que también aparezca en las alineaciones Óliver. No hay manera de que el chico funcione en la banda como interior o como falso extremo por más que Simeone se empeñe para evitar riesgos. Esa posición le desnaturaliza, probablemente igual que el chico desvirtúa el ideario verticalizado de su entrenador. De Óliver partió la primera gran ocasión rojiblanca. Cazó una contra por la izquierda y su medio pase, medio disparo, no acertó a desviarlo Carrasco para superar a Juan Carlos. En el otro área, Llorente tuvo el 2-0 en un cabezazo que mandó a las manos de Moyá.
Saúl y Vietto fueron los elegidos por Simeone para enmendar un partido horrible. Los dos ligaron una jugada en la que por fin apareció la precisión. Un balón cruzado de Kranevitter, un control, un recorte y un pase atrás de Vietto y un derechazo a la carrera a de Saúl ajustado. Precisión. Puro fútbol, del que más necesita el Atlético, por más que tuviera un arreón final digno.
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