La amenaza terrorista ralentiza la entrada a un tranquilo Camp Nou
Las fuertes medidas de seguridad y los controles de acceso al estadio dejan a muchas personas sin sus mochilas


Un autobús gris de cristales tintados cruzó la zona peatonal del Camp Nou para sorpresa de la gente. Cuando se abrieron las puertas del autocar, sin embargo, todos se arremolinaron a su alrededor. “¡Piqué!”, “¡Bartra!”, gritaban a medida que descendían los jugadores del Barça, ya envueltos en una nube de flashes y móviles que grababan la escena. “¡Messi, Messi, Messi!”, entonaron después cuando salió La Pulga y enfiló hacia el estadio. Esa fue la suerte de los aficionados que llegaron casi dos horas antes al estadio, que se encontraron con un autobús distinto del habitual, azulgrana y con el escudo bien visible. “Lo hemos cambiado para no llamar la atención”, explicó uno de los responsables de la seguridad del club; “es una medida de protección. Pero, por el resto, todo normal, aunque con muchos más efectivos”. Resulta que había unos 600 Mossos d’Esquadra en el recinto y alrededores, además de un sinfín de stewards y cuerpos de seguridad. La amenaza terrorista, tras los últimos atentados en suelo Europeo, ha elevado la alerta y toda medida de seguridad extraordinaria es bienvenida.
“Hay tres líneas de actuación”, reveló el cabo 6.079 de los Mossos; “una línea en el exterior del estadio, otra tras las puertas de acceso y una última dentro”. Aunque para entrar en el Camp Nou se lio un buen enredo para bastantes hinchas que no escucharon las noticias o leyeron la web del club, muchos de ellos extranjeros. “¿Y dónde dejo mi ropa si no tengo hotel y luego cojo el avión de vuelta a Londres?”, preguntaba con cierto desespero Peter, un joven de pelo panocha y repleto de pecas. “No se puede entrar con mochila, lo siento”, replicaban los stewards con paciencia. “Hay bastantes casos así”, contó uno de ellos; “y la mayoría se viste con todo lo que puede encima y deja sus bolsas en la basura. Otros, más listos, tiran la maleta y meten sus pertenencias en una bolsa de plástico, que con eso sí dejamos pasar”. Pero las medidas de seguridad no se detenían ahí.
El 95% de la gente entiende que estas medidas son por su bien, por lo que apenas nos protestan”
Cruzada la puerta del recinto, aguardaban las fuerzas de seguridad con una paleta que pasaban sin parar sobre el alud de personas que acudió al partido. “Sirve para detectar cables y metal”, señaló Juan a la vez que seguía auscultando a la gente. Incluso al área de comunicación de la Roma les dieron el alto. “Que tenemos que trabajar, ¿eh?”, se quejaron con impaciencia, hasta que al fin les validaron el pase. Aunque, superada esa barrera, quedaba un último control; una nueva revisión con paleta y cacheo. “Pensaba que sería peor por el hecho de que les tocara una mujer, pero no me han puesto ningún problema. Todo va muy bien”, decía Loli. “El 95% de la gente entiende que estas medidas son por su bien, por lo que apenas nos protestan”, ampliaba Josep. “Hombre, pero cómo vamos a quejarnos por esto. ¿Sabes que ha habido un nuevo atentado en Túnez [contra la guardia presidencial]? Es necesario que controlen”, afirmaba Albert, un socio “de toda la vida”. Y se sumaba Olivier, un francés afincado en Barcelona con pelos a lo afro: “Esto se debería hacer siempre. Mejor así, ¿no?”.
“No ha habido problemas”, resolvieron satisfechos todos los cuerpos de seguridad antes del partido. Sí controles, pero no sobresaltos ni apuros, que es de lo que se trataba.
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