Zubizarreta y Nino: crónica de 1.700 horas de Liga
EL PAÍS reúne en Pamplona al exguardameta, el futbolista con más partidos en Primera, y al delantero de Osasuna, que ya es el jugador con más encuentros en Segunda
Para algunos, el fútbol es una eternidad. Es el caso de Juan Francisco Martínez Modesto (Vera, 10 de junio de 1980) y Andoni Zubizarreta Urreta (Vitoria, 23 de octubre de 1961). Aun sin contar copas y retos internacionales de clubes y selecciones, sus estadísticas agotan: suman más de 100.476 minutos de Liga, 1.700 horas, 1.175 partidos y casi 70 días dale que dale durante 24 horas seguidas. Uno, Nino acaba de convertirse en el jugador con más partidos en la historia de la Segunda; el otro, retirado en 1998, aún conserva el récord de encuentros en Primera.
El fútbol como subordinada, pero dos carreras tan opuestas como extraordinarias. Hay púrpura en la gran atalaya en la que estuvo este mocetón alavés que roza el 1,90 y calzaba guantes como raquetas. Y hay un mérito enternecedor en el tránsito más suburbial de este titán almeriense que no alcanza el 1,70 y caza goles con pies de cenicienta. Un nexo, ambos son felices por haberse “hinchado a jugar”, como el niño que se desfoga con su madre cuando sube a por la merienda. Esa es la clave, la pasión por simplemente jugar. Que se lo digan a Nino, que a sus 35 años y con una rodilla hecha trizas en 2013, aún suda como una regadera con Osasuna. Este pillo del área se entrena como un parvulario. Hizo sus pinitos en Primera, pero su verdadera graduación ha sido en la categoría de plata, en la que también es el máximo goleador y el que más duelos ha perdido. “Cuando le digo que regule y no haga todo el entreno se cabrea: ‘Míster, no me joda, yo como todos”, cuenta su técnico actual, Enrique Martín. Zubi, leyenda, no disimula su admiración: “Vaya fenómeno”.
“Viendo quién era tu portero cadete, la exigencia te viene desde pequeño” Zubizarreta
El pasado 28 de octubre, en las instalaciones de Tajonar, en Pamplona, Nino sale el último del ensayo, de cháchara con su entrenador. Por esos días, Osasuna va líder. Solo un chiquillo le reclama un autógrafo. Hay más expectación entre los escasos aficionados y personal del club en averiguar si de verdad “el otro” es Zubi y qué demonios hace por estos lares. Se saludan con media sonrisa, un cuarto quizá en la de Nino, que a medida que transcurre la charla se siente más en una mesa camilla. No frecuenta estas cumbres mediáticas. Por mucho que le seduzca la figura de su interlocutor, aclara desde el principio que lamenta rechazar una comida posterior. “Soy muy familiar, como en casa, y más hoy, que Alejandro (9 años) y Nuria (5) no tienen cole por ir a una escuela británica”. Halloween se interpone.
Zubizarreta. ¿Vienes de campos de tierra o de césped?
Nino. Soy de Vera y allí jugábamos en césped, pero a los 15 años me fui al Madrid, a la vieja Ciudad Deportiva y los campos eran de tierra. Del Bosque era el responsable y estuve dos años, como cadete y juvenil. ¡Coincidí con Casillas y Pavón en el mismo equipo! Le metí algún gol a Iker entrenándonos… Y aquí con Osasuna.
Zubizarreta. Con ese portero enfrente, como delantero vienes exigido desde pequeño...
Nino. Me ha gustado marcar goles desde pequeñito.
Zubizarreta. A veces he pensado que pierdes 4-1 y cuando llegas al vestuario todos están jodidos, pero el que ha marcado el gol… bueno, tiene su golito. No digo que se alegre de la derrota, pero…
Nino. La derrota duele a cualquiera, pero al delantero marcar le ayuda para el siguiente partido.
Zubizarreta. Cruyff decía que en el fútbol todo es mental. ¿Cómo se acaban las malas rachas? ¿Crees como yo que suelen terminar con algún gol feo?
Nino. De repente la portería es pequeña y el portero gigante, pero un día un remate cualquiera acaba en gol de rebote y te dices: “Coño, vuelvo a ser un goleador”. El gol es lo que te da la vida. </CF>En ocasiones, tienes medio campo para ir solo hasta el portero, vas piensa que piensa, llegas y zas: la fallas. Otras veces, la pegas de primera y pum: gol.
Casillas jugó conmigo en el Madrid dos años. Algún gol le metí entrenando” Nino
Zubizarreta. Hugo marcó 33 goles a un toque en una Liga. ¿Eres de un toque?
Nino. Sí, sí, máximo dos. Lo de la conducción hacia el gol… Me gusta ejecutar muy rápido.
Zubizarreta. Por tu físico, eres uno de esos delanteros que los porteros perdemos de vista. Es más fácil ver la referencia de un Fernando Llorente.
EL PAÍS. No llega al 1,70. ¿Cómo se las ingenia para evitar la selva de los centrales?
Nino. No crea que siempre lo consigo, me he llevado hostias importantes. Yo más que chocar intento acomodar el cuerpo para dar continuidad a la jugada. En realidad, mi cuerpo y yo nos llevamos de maravilla. ¡Mira lo que mide Messi, el mejor del mundo! El cuerpo no lo es todo, hay que pensar rápido. He metido goles de cabeza. Es intuir: ver dónde está el central, prever cuándo va a saltar y anticiparte un segundo. O irte al segundo palo sin que te vean.
EL PAÍS. ¿El fútbol le ha dado muchas patadas personales?
Nino. En 18 años de carrera tienes de todo. Pero sí, me ha dado algunas. Por ejemplo cuando me lesioné aquí [rotura total del ligamento cruzado anterior de la rodilla derecha en 2013, que con 33 años le hizo estar nueve meses parado] y sin tener el alta médica me dijeron que no contarían conmigo, que me tenía que marchar. Fue un momento muy difícil. Pero me gusta mucho, mucho, el fútbol. No me quería ir así, me iré si veo que me arrastro. Tras recuperarme, había nueva gente en el club, me hicieron sentir a gusto y me vi bien. Quiero jugar y jugar.
Zubizarreta. Johan llevaba a Jordi al colegio y al dejarle en la puerta le decía: “Hala, a estudiar que yo me voy a jugar”.
Nino. Con el tiempo, el fútbol profesional te exige tanto que pierdes un poco esa alma infantil con el que empiezas. ¿Te pasó?
Zubizarreta. Cuando estaba en el Valencia, un día iba en el coche hacia Paterna y tuve un flash: “Qué hago aquí si tenía que estar en el Barça”. Mi mente aún no había cambiado. Me quedé parado como una hora y al llegar al entrenamiento, Parreira, el técnico, me preguntó si me había dormido. Dije la verdad.
Nino. Hay días duros, todo te sale mal y dices: “Hasta aquí he llegado”. Pero el martes, piensas, qué coño si a mí lo que me gusta es jugar al fútbol. Mucho, mucho.
Zubizarreta. En días como esos, mi mujer me dejaba a mi aire hasta que se me pasara.
En 2013 me sentía bajo, supe que venía algo malo: me rompí una rodilla. Lo sabía, lo sabía” Nino
Nino. Llevo con la mía desde los 18 años y al principio lo pasaba mal. En aquella primera época no es que fuera un problema con mi mujer, sino conmigo mismo, ni yo me soportaba todo el día pensando en el fútbol. Ufff…
Zubizarreta. Cuando eres joven y estás en una mala racha lo quieres solucionar cuando antes. Quieres otro partido al día siguiente y si el míster te da dos días de descanso no te apetece. Quieres que sea domingo para liberarte de una vez.
Nino. Y si ganas y metes dos goles quieres que el martes sea ya domingo, que siga la racha.
Zubizarreta. Eres padre. Los padres a veces nos encontramos diciendo a nuestros hijos algo que nuestros padres nos decían a nosotros. En ese instante te das cuenta de lo mayor que eres. ¿Cómo te comportas en el vestuario?
Nino. Soy una persona muy tranquila que explica a los jóvenes qué tienen que hacer si quieren vivir de esto. En el campo me transformo, soy muy competitivo.
EL PAÍS. Ustedes tienen algo en común. Como futbolistas siempre tenían cara de vinagre…
Zubizarreta. Si lo llego a saber no hubiera aceptado la charla… [RISAS]Mira, estás en una competición y el de enfrente te quiere ganar. En el fútbol se reparten pocas sonrisas, salvo Neymar, claro.
Nino. Hay que competir día a día, vivimos de esto. Te pueden quitar el puesto y nosotros estamos para jugar y divertirnos.
Una vez, ya en Valencia, me paralicé. Mi mente aún estaba en Barcelona” Zubizarreta
Zubizarreta. Mi padre dice que el Barça le ha hecho mucho mal al fútbol con esos centrales que salen jugando la pelota. Dice que los ve en Tercera en el Aretxabaleta querer hacer lo mismo y le hacen sufrir. ¿Os ha hecho sufrir a los arietes lo del falso nueve?
Nino. Son dos mundos diferentes. Hablas del Barça y la selección, de falsos nueves como Cesc o Messi. En Segunda no estamos preparados para eso, ese tipo de juego del que hablas está muy lejos de equipos humildes.
EL PAÍS. Zubizarreta jamás jugó un partido en Segunda. ¿Explíquele cómo es esa categoría?
Nino. Es una división muy complicada, muy cerrada. Hay jugadores con calidad, pero no con mucha, mucha calidad. Todo se basa en la igualdad, los partidos están muy vivos hasta el último segundo. Hay mucho balón dividido, nada de salir jugando desde atrás. Mucho competir en medio campo y aprovechar las jugadas a balón parado.
Zubizarreta. ¿Hay mayor gloria si el Barça gana la Champions o si Osasuna se salva en el último partido en Sabadell?
Nino. De haber perdido en Sabadell, estaríamos hablando de la desaparición del club, mucha gente estaba en nuestras manos.
EL PAÍS. Nació el día del fichaje de Alexanco por el Barça, 100 millones de pesetas, entonces récord en el fútbol español. ¿Una señal o le deben dinero?
Nino. Me han dejado a deber… Eso puede pasar, pero se puede pelear porque te den lo que es tuyo. Pero cuando te lesionas…
Zubizarreta. Has sido un delantero con la regularidad de los porteros y en varias temporadas has jugado más minutos incluso que los metas titulares. Vale que los porteros no nos lesionemos, porque corremos bien poco, pero vosotros… ¿El secreto?
Cruyff llevaba a Jordi al cole y le decía: ‘Hala, a estudiar que yo voy a jugar” Zubizarreta
Nino. Cuidarse mucho, entrenar bien, ser optimista, la genética, la suerte, tener ganas. Mira, cuando me he sentido querido y a gusto nunca he tenido la sensación de que me iba a romper. Cuando me pasó lo de la rodilla, era la última jornada, contra el Granada, hacía tiempo que no me encontraba contento y tenía la sensación de que me iba a romper. Lo pensé, de verdad. Y me rompí esos días. Lo sabía, lo sabía.
EL PAÍS. ¿Están locos los porteros?
Zubizarreta. Vaya, hombre…
Nino. Algunos están un poco tal. Con la responsabilidad que tienen les va bien estar un poco así.
EL PAÍS. ¿El mejor meta?
Nino. Iker... Y otros muchos.
EL PAÍS. ¿A Zubizarreta qué delanteros le desvelaban?
Zubizarreta. Hugo y Polster.
EL PAÍS. ¿Estudia mucho a los porteros?
Nino. Echo un vistazo de pasada, pero sin más.
Zubizarreta. En nuestro tiempo se analizaba menos, porque las plantillas duraban más. Los delanteros del Madrid eran Butragueño y Hugo, a los que conocías de memoria. A mí me decían por dónde tiraban los contrarios los penaltis, me iba a ese lado y los mandaban al otro. Hacía lo que me decían, pero coño luego todos cambiaban…
Nino. Ja, ja, ja.
Zubizarreta. ¿Qué peso tienen los entrenadores en Segunda? En Primera parece que todos intentan ser creativos.
Si pienso en dejarlo me digo: ‘Qué coño, esto me gusta, mucho, pero mucho, mucho” Nino
Nino. El técnico debe guiarse por la plantilla que tiene. Muchos quieren jugar, pero la cagan y se dan cuenta de que hay que hacer hincapié en el balón parado y en estar muy juntos.
Zubizarreta. Johan decía que prefería perder 5-4 que 1-0…
Nino. Aquí, partido largo, aguantar a cero y ya veremos.
EL PAÍS. Usted aprovecha mucho las jugadas a balón parado, cuando suben como búfalos sus centrales. ¿Cómo rebaña?
Nino. Lo primero es intentar que no me arrollen. E ir en dirección contraria, que ellos choquen y ya caerá algo por la zona.
Zubizarreta. Como Butragueño. Al remate iban Hierro y Sanchis, pero el Buitre cazaba un montón de goles al segundo palo, así como despistadillo, como Raúl. Una última curiosidad. ¿De dónde viene lo de Nino?
Nino. Mi padre se llama Bernardino. Por lo de Nino viene mi apodo de la ambulancia. Ya sabes, goles y nino, nino, nino...
Zubizarreta. Y le pasará como a Miguel Ángel Nadal. Traía a su sobrino al vestuario y era eso, sin más, el sobrino de Nadal. Ahora él es el tío de Rafa.
Nino. Sí, sí, tiene un Bar en Vera lleno de fotos mías y ahora es el padre de Nino cuando es él quien se llama Bernardino.
Zubizarreta. ¿Te ves ligado al fútbol al retirarte?
Nino. Como míster no me veo. Quizá director deportivo.
Zubizarreta. Es un puesto bonito, pero Puyi me dijo a los tres meses que era un coñazo porque no ves fútbol, sino que estás todo el día en el despacho.
Nino. Antes me tragaba incluso más fútbol que ahora...
En la despedida, Nino confiesa haber estado encantado con un mito, por tal tiene a Zubi. Pero en el rostro risueño del alavés se observa una mueca melancólica: Nino aún se hincha a jugar. Nunca es suficiente, ni siquiera para los más imperecederos. Fútbol, fútbol y más fútbol.
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