Rossi toma aire, Pedrosa da la campanada
El piloto de Honda se impone a las dos Yamaha tras una remontada final sobre el asfalto mojado de Motegi
Nadie le había invitado, pero él se coló en la fiesta. Y se lo pasó mejor que nadie, tanto tiempo hacía que no ganaba, desde la carrera de Brno del año pasado; mucho más desde que no vencía y disfrutaba haciéndolo, desde la de Sepang del 2013, pues su brazo le llevaba martirizando casi desde entonces. Dani Pedrosa apareció de la nada, batió primero a Rossi y luego a Lorenzo, se inmiscuyó en la pelea por el título que protagonizan los dos pilotos de Yamaha y se llevó la victoria en el gran premio de Japón, el del circuito propiedad de la fábrica del ala dorada, algo que no lograba una Honda desde tres temporadas atrás. Nadie le esperaba, porque sobre el asfalto seco estaba muy lejos (demasiado) del ritmo que imponía Lorenzo vuelta a vuelta, porque los problemas a la entrada y a la salida de las curvas que presenta su moto este curso se acentúan en este trazado, el de las frenadas más exigentes. Pero así es como le gusta aparecer en las citas mundialistas, por sorpresa.
Pedrosa no hizo una buena primera vuelta, no suele hacerlas, y tampoco ocurrió esta vez: había decidido cambiar de neumático en parrilla, a última hora (quería llevar los mismo que todos, el neumático más blanco, por si le tocaba pelearse con alguien, confesó), y en los primeros giros rodó con ciertas dudas mientras se acostumbraba a esa goma tan nueva. Perdió todo contacto con los de delante tras el adelantamiento de Dovizioso. Pero se mantuvo constante en su ritmo y fue mejorando (muy poco a poco, con mucha calma) a medida que su depósito se iba vaciando y la pista, mojada, con zonas encharcadas y un carril que se iba definiendo con el paso de los minutos, pues hacía horas que apenas llovía. Hasta que volvió a atrapar al de Ducati. Le adelantó tras once giros. Y justo en el ecuador de la prueba (Lorenzo le sacaba 7,5 segundos de ventaja) comenzó su remontada.
Dani me ayudó a alcanzar a Jorge, me dio su rebufo, una buena línea y buena información” Valentino Rossi, piloto de Yamaha
Si por sorpresa apareció el de Sabadell, beneficiado más que nadie por el chaparrón que cayó durante la mañana (aquello igualó la contienda y eliminó las grandes distancias entre Yamaha y Honda), por sorpresa pilló también al hombre de la pole su goma delantera, cuya vida fue corta, cortísima, tanto que le hizo perder toda la ventaja lograda al principio en apenas dos vueltas, y en esos últimos siete giros de la carrera no pudo más que resistir con aquella goma destruida, preparada para un suelo con mucha más agua de la que había en la pista en aquellos momentos. En cuanto Pedrosa le adelantó (vuelta 17), Rossi aprovechó para recuperar la estela de su rival –“Dani me ayudó a alcanzar a Jorge, me dio su rebufo, una buena línea y buena información”, reconoció–. Tanto sufría Lorenzo con aquel neumático –tanto había tirado en los primeros giros para arañarle al italiano tres segundos en las cuatro primeras vueltas– que a Rossi (cuya goma delantera también cayó en picado, aunque algo más tarde que la de su compañero) no le hizo falta forzar la frenada, le bastó con esperar un error del rival. Y llegó en una curva. El mallorquín se abrió demasiado y aquel aprovechó para pasarle (vuelta 19).
El podio de Motegi, además de darle una merecida alegría a Pedrosa –a principio de temporada a punto estuvo de colgar el mono: paró tras la primera carrera, en Qatar, para buscar solución a su síndrome compartimental–, da un respiro a Rossi, el líder de MotoGP, que llega a Australia con 18 puntos de ventaja sobre Lorenzo, a quien el cielo no ha hecho más que darle problemas este curso. “Ahora solo me queda intentar ganar las tres carreras que quedan, a ver si puedo hacerlo”, se exigía él nada más bajarse de la moto.
Quiso ganar como lo había hecho siempre esta temporada: desde la primera vuelta hasta la última; quiso demostrar que si era el más rápido en seco, también podía ser el más rápido en mojado, y lo demostró (la vuelta rápida la logró él, con el asfalto aún empapado, en el tercer giro); pero en ningún momento pensó en que podía para de llover y que una pista medio seca acaba destruyendo las gomas rayadas, así que su estrategia se acabó descubriendo equivocada o, si se quiere, desafortunada. Tanto ímpetu le puso en aquellos tres primeros giros que no le quedó neumático para defenderse ante el ataque de Rossi en los últimos cinco.
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