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Álex Menéndez hunde al Espanyol

El jugador del Sporting resuelve sobre la bocina un duelo marcado por la clase de Halilovic y por la contundencia y pelea de Caicedo

Jordi Quixano
Halilovic celebra con Sanabria el primer gol del Sporting.
Halilovic celebra con Sanabria el primer gol del Sporting.ANDREU DALMAU (EFE)

Cuando ya se empezaba a ver el esqueleto del Power8 Stadium, cuando el aficionado del Espanyol desfilaba para casa semiconforme con el empate, llegó la debacle. Fue Roco el que no quiso jugar un balón para ahorrarse problemas; y fue una pillería del Sporting —Lora sacó de banda a la velocidad del rayo hacia Pablo Pérez, que se la puso a la carrera de Álex Menéndez y de ahí a gol— la que definió un encuentro de dos partes bien diferenciadas.

Abelardo transmitió gallardía desde la alineación —salió con dos niños de 19 años: Halilovic y Sanabria— y el Sporting, convencido, propuso un fútbol atildado, de toque y ritmo, de altos quilates. Al menos al inicio porque no es extraño que esos imberbes, con la confianza que no encontraron en el Barça [Sanabria tampoco en la Roma], se crezcan para hacer lo que siempre hicieron desde que medían medio metro. Eso es, regates y pases del croata y goles del paraguayo, que ya desmontó al Deportivo con dos dianas. Ante el Espanyol fue Halilovic la filigrana y el disparo, la clase y eficacia.

ESPANYOL, 1 – SPORTING, 2

Espanyol: Pau; Arbilla, Álvaro, Roco, Duarte; Víctor Sánchez, Cañas; Hernán Pérez, Asensio, Víctor Álvarez (Burgui, m. 46); y Caicedo (Gerard Moreno, m. 64) (Sevilla, m. 87). No utilizados: Bardi; Javi López, Raillo y Montañés.

Sporting: Alberto García; Lora, L. Hernández, Bernardo, Canella; Sergio Álvarez, Cases; Jony (Mascarell, m. 74), Halilovic (Pablo Pérez, m. 82), Alex; y Sanabria (Guerrero, m. 64). No utilizados: Dennis; I. López, Fraile y Mendigutxia.

Goles: 1-0. M. 10. Halilovic. 1-1. M. 62. Caicedo. 1-2. M. 92. Álex Menéndez.

Árbitro: Clos Gómez. Amonestó a V. Sánchez, Canella, Bernardo, Cañas, Duarte y Lora.

Power8 Stadium. 18.825 espectadores.

La puesta en escena del Espanyol fue diametralmente opuesta, atendiendo más la retaguardia que al frente en lo que es una señal más de que este equipo aún no se lo cree. Resulta que se castiga la cabeza, que de un granito de arena hace montañas. Le pudo el estigma de los goles encajados —sabedor de que es el equipo que más goles ha recibido (15)—, una fragilidad que no responde a su clasificación. Pero fue ese temor al gol rival lo que le hizo abrigarse en su área, conforme con la posesión y el baile por momentos del Sporting. Prefería el equipo blanquiazul la contra, la salida esporádica al abordaje con Asensio como trampolín. Pero al mediapunta le faltaban líneas de pase y en ocasiones pecó del quiebro. Hasta que en una de esas, se coló por el costado izquierdo y se la cedió a Caicedo, que sacó el trasero para proteger la posición y el cuero para después tirarse a la lona cuando notó el contacto de Bernardo. Penalti que falló el propio Caicedo porque así lo determinó el guante de Alberto. Antes, sin embargo, ya la había liado Halilovic.

Jugó el Sporting con las ideas claras, presionando la salida del rival y acosando sobre todo en la zona de creación. Robo y ataque con Halilovic de catapulta. En una de esas, Sergio Álvarez se la llevó y su disparo le hizo arrumacos al palo. En la otra, Lora sisó el esférico y se lo cedió al croata que, con un segundo para girarse y acomodarse la pelota, definió con el interior del pie y ajustado al poste y a gol. Lo festejó con algarabía, que por algo era su primer gol en Primera División.

Recobró entonces el Espanyol la ambición, ya sin fantasmas que evitar. Adelantó las líneas, recuperó la pelota y se presentó en el área rival. Pero a Víctor Sánchez le salió flojo el disparo y a Asensio demasiado centrado. Faltaba, claro, Caicedo, que peleó hasta con su sombra y al final tuvo su recompensa. Fue tras un pase de cuchara y por encima de la defensa de Cañas que Duarte reconvirtió en centro. Y ahí, en el área chica, se tiró Caicedo con todo para lograr las tablas y pedir el cambio con la rodilla inflamada. Eso ocurrió apenas unos instantes antes de que Sanabria rematara al larguero una jugada de estrategia del Sporting.

Pero fue el Espanyol el que siguió con el acoso, con una doble oportunidad de Hernán Pérez y Duarte, y luego un disparo de Arbilla, todas bien repelidas por Alberto. Demasiados fallos que castigó Álex Menéndez sobre la bocina. Él fue el pillo. El fuerte, Caicedo. Y el bueno, Halilovic.

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