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Carrillo y el equipo López

“Lo mejor está aún por llegar”, dice el entrenador que ha construido un equipo de especialistas alrededor del campeón de 20 km marcha y sueña con los Juegos de Río

Carlos Arribas
Miguel Ángel Lopez celebra su triunfo en los Mundiales.
Miguel Ángel Lopez celebra su triunfo en los Mundiales.SRDJAN SUKI (EFE)

Como bien se sabe, en el fútbol acaban de porteros los que no le saben dar a la pelota, pero tienen tales ganas de estar en el equipo que hacen lo que haga falta para ser útiles. En el atletismo, donde también hay clases y soberbias, ocurre algo parecido: quien ni corre ni salta ni lanza al menos que marche. Algo así cuenta Miguel Ángel López de sus inicios como marchador, a los 11 años. “Estaba en el club y era bastante malo en todo, pero un día el marchador se puso enfermo y yo, con tal de estar con el equipo dije que no me importaría hacer a mí la marcha. Se me dio bien, Se vio así, por casualidad, que valía, y ahí seguí”, dice el campeón del mundo, quien pocos años más tarde, ya de cadete, fue captado por José Antonio Carrillo, quien ya en Cieza, a media hora de Murcia capital, había convertido en figura a Juanma Molina. “Y si no fuera por él seguramente no estaría aquí, habría acabado en otro sitio. Todo se lo debo a él, a su sabiduría, a su bagaje y a su experiencia con Molina, que me han hecho ser mejor”.

Y a Carrillo, que habla de simbiosis cuando habla de su relación con su figura, López también le ha hecho mejor. Y alrededor del campeón ha construido un equipo de especialistas –fisiólogos, fisioterapeutas, psicólogo, nutricionista—único en su clase. “Si no fuera por Carrillo, no existiría nada”, dice López. “El único motor es su ilusión, no los medios, que nunca llegan, y todo, a partir de su fuerza, es una cadena que no para”.

Más que ilusión, Carrillo es un corazón volcánico e hiperactivo. Y una ambición. Un sabio que es capaz de entender a un campeón e intuitivamente organizarle la mejor preparación, y que nunca se separa de él, pues sabe que le necesita para cuidar todos los detalles.

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“No he sufrido nada durante la prueba”, dice el técnico de Cieza. “Hay tal simbiosis entre ambos, nos conocemos tan bien y confiamos tanto en lo que hace el otro, que los entrenamientos nos salen solos”. Y cuenta, con satisfacción cómo mereció la pena el riesgo que asumieron al cambiar para Pekín su preparación habitual. “Miguel Ángel estaba acostumbrado a bajar de la altura cuatro días antes de la gran competición, pero también nos habían dicho que pasados 12 días de la altura tampoco se resentía el rendimiento”, explica Carrillo. “Así que este año, al necesitar aclimatarse a Pekín y superar el ‘jet lag’ decidimos arriesgar y bajarnos de Font Romeu 15 días antes. Y como tampoco quería estar mucho en China, porque es muy especial para las comidas”, (y hace un inciso el técnico para decir que su madre le ha malacostumbrado y que viajan siempre con jamón de casa y con cosas caseras) “nos quedamos en Barcelona para acostumbrarse a la humedad y el calor. Y las cosas nos han ido de película”.

Y Carrillo sigue hablando de su López, de lo bueno que es, de que aunque no se despeine no se pone nada en el pelo para mantenerlo siempre en su sitio, de lo bien que marcha. “Es la elegancia personificada. Está claro de tener al marchador con la mejor técnica del mundo. Para que le saquen una tarjeta antes tienen que haber echado a la mitad de los rivales… Es la serenidad en persona”. Y es entonces cuando alguien se le acerca y le abraza a Carrillo y le dice que había llegado su gran día, pues por primera vez tenía un campeón del mundo. Y Carrillo se separa y responde. “No, el gran día está por venir, el gran día serán los Juegos”, dice. “Mi lema favorito es ‘lo mejor está aún por llegar’, y, sí, lo de hoy ha sido grandiosos, quizás el día más feliz de mi vida como entrenador, pero yo sueño con una medalla en los Juegos”.

Detallista y puntilloso, el equipo del técnico y López ya están dándole vueltas al sueño, a la preparación de la cita de Río 2016. “Estamos pensando en hacer la altura en Sudamérica, en un sitio que no esté a más de dos horas de diferencia de Brasil para poder bajar justo cuatro días antes de la competición”, dice Carrillo, quien también tiene en la cabeza la preparación de Benjamín Sánchez, su bala para los 50 kilómetros del sábado, y de María José Poves. “No sé, nos han hablado muy bien de Cuenca, en Ecuador, la ciudad de Jefferson Pérez...”.

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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