Las vacaciones de MotoGP, también en los circuitos
En tres semanas sin carreras los pilotos se han alejado poco de la moto, como Rossi que pasó dos días en Misano con su R1M
El pasado 12 de julio, finalizada la carrera de la categoría reina, el campeonato echó la persiana y MotoGP se fue de vacaciones. Pero no lo hicieron los pilotos. De aquella carrera en Sachsenring los hubo que, sin apenas descanso, se fueron directos al circuito de Misano –allí tuvieron tres jornadas de pruebas los pilotos de Honda y allí fue también a entrenarse poco después Rossi con toda su tropa de la Academy–, o al de Suzuka, en Japón, donde Espargaró y Smith (junto con Nakasuga) ganaron las famosas 8 horas de resistencia. Otros, como Pedrosa, se han decantado por (además de los tests con el equipo de obligado cumplimiento) hacer Supermotard o volver a disfrutar con el windsurf.
El caso es que el descanso se ha limitado a apenas unos cinco días en la mayoría de los casos; diez, en las casas con más suerte, como la del líder del Mundial, Valentino Rossi, que ya avisó de que necesitaba reponer fuerzas. Y cumplió su promesa: “La primera semana estuve de relax: playa y dormir mucho”, apunta. Luego, pasada esa tregua, se entrenó como siempre. Aunque esta vez a los días en el Ranch, ese circuito de tierra que se ha construido a unos pocos metros de casa, añadió dos jornadas de entrenamiento en el circuito de Misano. No iba mal equipado: el italiano, que aspira a los 36 años a ganar el décimo mundial de su carrera, rodó con la R1M, una versión especial de la nueva R1 y con mejores prestaciones de fábrica, una moto muy parecida a esa con la que Espargaró y compañía han ganado las 8 horas de Suzuka. “Tiene una gestión de la electrónica muy avanzada. Y no es tan distinta de la M1: frena un poco menos, va un poco menos y se inclina un poco menos, porque la gran diferencia en competición la marcan los neumáticos Bridgestone, pero va muy bien para entrenarse”, explica él mismo en un vídeo que colgó este jueves en la red.
Pol, tras pasar por Suzuka: “Nunca había destrozado así una moto”
Una visita a la fábrica de Iwata –"Cuando entramos nos aplaudieron como si fuéramos jefes de estado"–, una pole position y una carrera de resistencia mítica que ganó, junto a Smith y Nakasuga, para alegría de toda una fábrica: Yamaha. Pol Espargaró llega a Indianápolis feliz después de la hazaña. Y convencido de que si pudo imponerse en las 8 Horas de Suzuka a un buen puñado de japoneses también puede hacerlo mucho mejor en el Mundial de MotoGP. "Fue una experiencia muy chula, muy peligrosa, pero muy divertida", recuerda. No sólo Stoner se topó con los muros del trazado japonés, también lo hizo el catalán, aunque tuvo mejor suerte. Eso sí, su R1 quedó para el arrastre: "Nunca había destrozado así una moto, es la destrucción más bestia que he hecho nunca: las horquillas parecía que las hubieran exprimido. Allí los muros están muy cerca, no hay escapatorias, y no hay manera de arreglarlo". Aprendió cómo se gana una carrera de resistencia como esta después de correrla: no se puede querer ir siempre al límite.
Así, con una máquina muy parecida a su moto de carreras, despidió Rossi el mes de julio. “El circuito de Indianápolis es muy exigente físicamente para mí, hay muchos cambios de dirección a gran velocidad. Además, ahora tenemos dos carreras seguidas y no hay mucho tiempo para prepararse, así que había que aprovechar para entrenarse”, asumió.
Y lo mismo hicieron todos sus rivales. Su compañero de equipo, Jorge Lorenzo, después de una semana de descanso se fue a Murrieta, en California, a entrenarse con un equipo de preparadores que trabaja con Monster, uno de sus patrocinadores: horas de gimnasio, escapadas en bicicleta y control de la dieta. Trabajaron tanto o más los pilotos de Honda, que no se tomaron vacaciones hasta el sábado después del GP de Alemania: tres días de intenso trabajo en Misano les ayudan a llegar a Indianápolis más seguros de sus opciones con una moto que se ha ido mejorando poco a poco. Y, especialmente, en el caso de Pedrosa, más fuerte física y mentalmente tras el podio en Sachsenring y después del primer verano en muchos en el que ha podido practicar windsurf, una de sus pasiones. “Tenía cierto miedo, no quería hacerlo, pero mis amigos me calentaron y no pude resistirse”, dice, orgulloso, tras comprobar que su brazo (se operó por tercera vez del síndrome compartimental en mayo) responde a la perfección. Los últimos tres veranos tuvo que renunciar a los días de surf en la playa por sus continuas lesiones en las clavículas.
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