El Zaragoza remonta un 0-3 al Girona y luchará por ascender a Primera
El equipo de Popovic se enfrentará a las Palmas a doble partido por un puesto en Primera el miércoles y el domingo
Lo que era un sueño se convirtió de nuevo en pesadilla para el Girona, que malgastó una generosa renta de tres goles (0-3 se impuso en La Romareda) y se dio de bruces con la cruda realidad. Era un equipo que no estaba hecho para Primera –segundo presupuesto más bajo de la categoría-, pero que con fútbol, intensidad y resultados reivindicó lo contrario hasta el punto de que se quedó a un suspiro del ascenso directo. Por tres minutos no lo consiguió. Y ayer le remató el Zaragoza, que no negoció con el esfuerzo ni con la ilusión, sino que desarticuló al rival con presión y sobre todo en las jugadas de estrategia porque así festejó tres de sus cuatro goles. Triunfo homérico para el Zaragoza, un histórico que asoma la cabeza, y varapalo antológico para un Girona que no sabe cuándo se verá de nuevo en una situación idílica como esta. Pero todo se torció desde el inicio. Resulta que el mensaje del técnico Pablo Machín, que hizo tres cambios capitales en el once, llevó a equívoco porque dejó entrever que ya lo tenían hecho antes de empezar a jugar. Y eso para el Girona, equipo al que parece haberle mirado un tuerto, es barbecho de drama porque se ha descabalgado del ascenso dos veces en una semana.
GIRONA 1 (4) - ZARAGOZA 4 (4)
Girona: Becerra; Íñiguez, Richy (Mas, m. 63), Lejeune; Aday, Pere Pons, Àlex Granell, Jandro, Juncà (Sebas, m. 46); Felipe Sanchón (Sandaza, m. 58) y Mata. No utilizados: Andrés; Cristian Gómez, Juanlu y Rovirola.
Zaragoza: Bono; Fernández (Javi Álamo, m. 84), Mario (Rubén, m. 83), Cabrera, Vallejo, Rico; Dorca, Ruiz de Galarreta (Basha, m. 64); Pedro, Willian José y Eldín. No utilizados: Alcolea, Lolo, Jaime y Natxo Insa.
Goles: 0-1. M. 19. William José, de penalti. 0-2. M. 34. William José remata de cabeza una falta lateral. 0-3. M. 44. Cabrera cabecea una falta indirecta. 0-4. M. 67. Fernández completa un centro de Rico. 1-4. M. 74. Aday resuelve una contra.
Árbitro: Arcediano Monescillo. Mostró la cartulina amarilla a William José, Juncà, Cabrera, Mas, Bono y Pere Pons.
Montilivi. Unos 7.000 espectadores.
Rey de las segundas jugadas, el Girona trató de expresarse con el pelotazo largo para reconvertirlo en algo útil. Pero sin Sandaza sobre el césped, muchos balones se perdían en el limbo, más allá de esa ocasión puntual de Aday que atrapó con lucidez Bono. Tampoco estaba Cifuentes para dar profundidad por la derecha y presionar en campo ajeno, y también se echó de menos a Eloi, que dejó su sitio para el capitán Jandro. Cambios que restaron intensidad y destemplaron al Girona; matices que dieron alas al Zaragoza, mucho más protagonista y certero. Justo lo que le faltó en el duelo de la ida.
Sin nada que perder, el equipo de Popovic jugó con las líneas estiradas, siempre con el inquieto Pedro como referencia. Pero sin el lesionado Borja Bastón en la punta de lanza, el gol parecía una quimera. Hasta que el Zaragoza se refugió en las jugadas a balón parado y conectó con William José. Primero definió el brasileño con un penalti de lo más ingenuo de Mata, que sacó el brazo a paseo dentro del área en una falta lateral. Disparo seco y al centro, el primero de sus goles. El segundo llegó en otra falta desde el costado, con un centro templado de Pedro que prolongó de forma majestuosa William José, que se cobró la parcela, marcó los tiempos del remate y giró a tiempo el cuello para cruzar el esférico al palo y a la red. Destartalado el Girona, llegó al filo del descanso el mazazo que nunca se imaginó. Fue, claro, con una nueva falta lateral. Centro de Pedro y remate desde el segundo palo de Cabrera, que de nuevo hizo estéril la estirada de Becerra. 45 minutos de gloria para el Zaragoza; 45 minutos de condena para el equipo catalán, que ya nunca se repuso.
En señal de disconformidad, Montilivi inundó de pañuelos blancos la grada. Protestaban las decisiones del colegiado –acertado, por más que las diferentes jugadas polémicas en directo invitaran a la duda-, pero era también una señal de impotencia e incomprensión. Resulta que pudo hacer otro gol Cabrera tras un córner que midió mal Becerra y que sólo Richy acertó a despejar sobre la línea de meta, además de un remate en carrera de Pedro que el portero blocó con seguridad. Tan desnortado estaba el Girona que era cuestión de tiempo la debacle. Y llegó pronto. Rico se aprovechó de un mal despeje del rival, llegó a línea de fondo y sacó un centro al segundo palo, donde nadie del Girona se lo esperaba. No así Fernández, que apareció por sorpresa para despedazar al Girona. Quiso explicar lo contrario Aday, que rompió por el costado, se ganó la posición y meció el balón con el pecho antes de enviarlo a gol. Una ilusión que el goleador malinterpretó porque se sacó la camiseta para festejarlo, seguramente porque pensaba erróneamente que con eso les valía para alcanzar la final del playoff.
Y en la montaña rusa de emociones, el carrusel de vaivenes de un club que tan pronto asciende como se desgaja, el Girona encontró la fuerza y el fútbol necesario para reivindicar su sueño. La tuvo Mata, pero Bono se la negó. Y sobre todo la disfrutó Pere Pons en una nueva contra validada por Sandaza –con él todo es más fácil-, pero su remate ante el portero se marchó fuera. Punto final para el Girona, que lloró desconsolado, y punto y seguido para el Zaragoza, que se las verá con Las Palmas en la final.
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