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Muguruza tropieza con Safarova

Por segundo año seguido, la hispano-venezolana (7-6 y 6-3) no pasa la barrera de cuartos

Alejandro Ciriza
Muguruza intenta llegar a una pelota de Safarova.
Muguruza intenta llegar a una pelota de Safarova.VINCENT KESSLER (REUTERS)

Quería Garbiñe Muguruza, a sus 21 años, dar un golpe sobre la mesa en París y avalar esas voces que dicen que, desde que irrumpiera en el profesionalismo hace tres años, está llamada a hacer algo importante. Quería lanzar un aquí estoy yo, no lo olviden, pero se dio de bruces con una roca llamada Lucie Safarova. Checa, 13 del mundo, con aspecto de Señorita Rottenmeier y la inercia de un rodillo. Un día antes había liquidado a la reina Maria Sharapova y este martes se encargó (7-6 y 6-3) de Muguruza, valiente y bravísima, pero adiós al sueño de Garbiñe. Otra vez. La maldita barrera de los cuartos, como hace un año.

"Estoy un poco chof", admitió Muguruza luego, en la sala de prensa; "he vuelto a perder en esta ronda, pero me voy contenta, porque he salido de la pista diciendo: lo he dado todo. Ella está jugando muy bien y me ha hecho daño con los restos, sobre todo. Así como hace un año me fui pensando que podía haber hecho algo más, contra Sharapova, esta vez creo que han decidido pequeños detalles tenísticos. No tengo nada que reprocharme".

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El primer set fue la síntesis de todo. A diferencia de otros días, en los que solo mira hacia adelante y no pisa apenas el freno, Garbiñe rumió mucho más cada pelota. Encontró la pausa y ese punto medio que, de mantenerlo, de aquí en adelante le proporicionará muchas alegrías. A pesar de que el tenis actual demanda mucho físico, golpes duros y envergadura, no se olvida aún del equilibrio. Más aún en el circuito femenino, donde a excepción de Serena Williams y Maria Sharapova, dos figuras con una derecha de acero, los intercambios todavía predominan en la mayoría de los partidos.

Garbiñe, pues, halló la pausa e hiló un juego inteligente frente a una rival, Safarova, que planifica como la mejor de las estrategas. La checa buscó el enredo y Muguruza, en lugar de intentar resolver por la ruta rápida, por el carril de en medio que acostumbra a elegir y que muchas veces le traiciona, aceptó la propuesta. Aceptó y comenzaron los peloteos, intensos y larguísimos algunos. Tanto que con 3-3 en el electrónico, tuvieron que pasar hasta 11 minutos para que la hispano-venezolana protegiera su servicio. Buenísima señal. Nada de prisas, temple y paciencia. Adelante.

Muguruza y Safarova se saludan al final del partido.
Muguruza y Safarova se saludan al final del partido.J. Finney (Getty)

Salvó entonces hasta cuatro bolas de ruptura (hasta (seis veces en la primera manga) y le envió un recado a Safarova, rostro hierático, inalterable, con un juego que está exento de ornamentos pero tampoco dibuja aristas. Linealidad, precisión y eficacia. Una magnífica fórmula para competir a estas alturas del torneo. La checa avanzaba como una tanqueta, pero al otro lado de la red no decayó la resistencia. Garbiñe varió registros, cambió alturas; contuvo ese deseo pecaminoso de castigar la bola y mirar únicamente al frente, porque va entendiendo poco a poco que en ocasiones es necesario echar un visazo a los lados, o incluso por el rabillo del ojo.

Garbiñe varió registros, cambió alturas; contuvo el deseo de castigar la bola y mirar únicamente al frente

Sin embargo, en ese plano de igualdad, Safarova fue creciendo y afilando su zurda. El plan le salió a la perfección a la checa, que en el tie break sacó el cuchillo para adjudicárselo. Buscó las líneas y los ángulos, cambió los ritmos y mantuvo la idea durante todo el segundo parcial. Garbiñe, pese al golpe emocional que supuso perder el primer set, no se rindió. Se defendió como una jabata, con buenas derechas y un revés cruzado poderoso, a dos manos, pero sin darse cuenta ya había caído en la red de la tenista de Brno. Esta se medirá en las semifinales a la serbia Ana Ivanovic (6-3 y 6-2 a Elina Svitolina), apoyada en las gradas por su novio, Bastian Schweinsteiger, futbolista del Bayern de Múnich.

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Sobre la firma

Alejandro Ciriza
Cubre la información de tenis desde 2015. Melbourne, París, Londres y Nueva York, su ruta anual. Escala en los Juegos Olímpicos de Tokio. Se incorporó a EL PAÍS en 2007 y previamente trabajó en Localia (deportes), Telecinco (informativos) y As (fútbol). Licenciado en Comunicación Audiovisual por la Universidad de Navarra. Autor de ‘¡Vamos, Rafa!’.

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