Messi trasciende a Messi
Leo ha experimentado una mutación constante en su carrera: primero fue La Pulga, luego Ronaldinho, más tarde Eto’o y ahora es Xavi
Hay quien sostiene que lo asombroso de Messi es que viendo su zurda aún tenga la pierna derecha. No es el único arcano de este fenómeno de fenómenos, cuyo observatorio trasciende los títulos, los goles de otro planeta. Es mucho más que todo eso. Sin que estuviera previsto, aquel enclenque regateador a toda mecha ha evolucionado hacia un futbolista total, un jugador con momentos de Di Stéfano, Pelé, Cruyff y Maradona. La versatilidad del primero, la puntería del brasileño, el despegue y frenada del holandés y el muestrario de prestidigitador de su compatriota, tan abracadabrante o más que aquel. Ha emulado los goles de todos los genios, hasta con la mano, y ya ha tenido su Gentile particular (Balenziaga). Su romance con la pelota no tiene fin. ¡Y le falta algo menos de un mes para cumplir solo 28 años!
El recorrido de Messi es asombroso. Una década después cabe analizar con perspectiva su constante mutación. Debutó como un agitador revoltoso. Despejado Ronaldinho, fue Ronaldinho, magia pura. Sin Eto'o, y tras el fiasco de Ibrahimovic, se fue al área como un goleador excepcional. Llegó Luis Suárez para tocar el tambor de ariete y La Pulga se fue al rincón del siete. Xavi atisbó su despedida, y el rosarino hoy tira pases hasta el delirio, para desahogar y para percutir. Es la apoteosis total, el mejor Messi visto. Sobre él ha abierto el Barça un nuevo ciclo cuando los más escépticos sostenían que la dicha de Leo era el ecosistema que le rodeaba. En la factoría ya no está Puyol y vuela Xavi, pero Messi es aún más Messi, mucho más completo. Reparte goles, perita los partidos como todo un ilustrado, marca los tiempos y anota sin parar, ya sea con una jugada de chistera para sellar uno de esos tantos que se recordarán de generación en generación (el primero al Athletic) o para certificar que es un pícaro como pocos (el segundo).
Siendo el más hábil del universo
Cuesta creer que de sus 440 goles con el Barça apenas haya rastro de algunos de garrafón. Tan asombroso es este futbolista que siendo el más hábil del universo también cueste rebobinar jugadas en las que le hayan hecho penalti. Tan inalcanzable es. Lo comprobó Rico, que el hombre no pudo ni echarle el guante con una patada en su arrancada hacia Herrerín, un gol de safari entre un bosque de rojiblancos despatarrados por el suelo.
En una década, Messi ya suma 23 títulos como azulgrana, uno menos que Xavi. Trece de ellos, de los gordos (Liga, Champions y Copa), casi el doble que los cosechados por el Real Madrid en las doce temporadas bajo el actual mandato presidencial (siete). La Pulga no solo ha postergado al Madrid, también hizo sucumbir al último gran Manchester United y ha dejado en la cuneta por tres veces al Athletic copero. Tan poca resistencia encuentra que en diez años solo ha perdido tres finales de clubes: dos Copas ante el Real y una Supercopa ante el Sevilla. Encima, no hay nadie más fiable a la hora punta. Quizá porque en Messi no se adivina a un jugador angustiado. Su peculiar carácter hace que parezca estar siempre de parranda en el patio particular.
Ni se inmuta
Por última vez se vio el sábado. Al pitar el árbitro el final, Messi ni se inmutó. Neymar, en el medio campo, se le colgó del hombro y tuvo que ser el fogoso Luis Suárez quien llegara junto a sus dos centinelas de ataque para animar el cotarro y sacar una mueca del argentino. Todo Messi se expresa en el juego. La pelota es su única liturgia. Así es de desconcertante, hasta el punto de que lo mismo pone cara de huraño con úlcera que se deja fotografiar con un hincha del Athletic en la playa de Castelldefels mientras contempla a su hijo junto a un trago de mate y una toalla cualquiera. No es de este mundo y acabará por agotar no solo a los rivales, sino a sus más devotos exégetas. Se acaban los adjetivos… Y queda el Juventus y quién sabe cuántos secretos más se guarda este futbolista del más allá. Vaya usted a saber de dónde. Porque Messi trasciende a Messi.
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