El día que Gaínza regateó a Franco
El ‘gamo de Dublín’ convenció a los directivos del Athletic de que jugar la final de 1958 contra el Real Madrid en el Bernabéu les daba ventaja “moral”
El domingo, 29 de junio de 1958, a las seis y cuarto de la tarde, poco más o menos, el árbitro donostiarra González Echevarría ordenó poner el balón en juego en la final que enfrentaba en el Santiago Bernabéu al Athletic con el Real Madrid en la final de la Copa. Agustín Piru Gaínza esperaba allí junto a la cal de la banda izquierda, donde se ubicaban los extremos izquierda -cuando en el fútbol existían los extremos- para iniciar su catalogo de driblings y centros al área apoyado en su técnica prodigiosa y una velocidad que le valió el calificativo de "el gamo de Dublín" en el partido de España contra Irlanda. Pero el primer regate, el mejor, lo había hecho Gaínza unos cuantos días antes. El Athletic había alcanzado la final tras eliminar a Celta, Las Palmas y Barcelona y le esperaba el Real Madrid de Di Stefano, Kopa (que no jugó la final), Rial o Pereda que venía de ganar la Copa de Europa al Milán, un mes antes, en el estadio Heysel de Bruselas.
A la reticencia del dictador por salir de la capital se unía la renuencia del Madrid
El Athletic esperaba que el partido se jugara en campo neutral, aunque la tarea era difícil. Hasta ese año, todas las finales se habían jugado en Madrid (en Chamartín, Metropolitano y una en Vallecas) salvo cinco en el estadio de Montjuïc y otra en Riazor. Franco, además no era muy partidario de salir de Madrid en tales eventos. A la reticencia del dictador se unía la renuencia del Real Madrid, que llegaba muy castigado a la final por los esfuerzos de una temporada larga y una final europea muy exigente, prórroga incluida, con el Milan.
El Athletic, encabezado por el presidente Enrique Guzmán, comenzó a presionar para que la final no se jugase en el campo del rival. Era un hecho que no se había producido en finales anteriores. El Madrid había ganado dos títulos ante Valencia y Espanyol en Montjuïc y Riazor, respectivamente, y había perdido una final ante el Athletic (1943) en Madrid, pero en el Metropolitano. El presidente Guzmán se esforzó por poner el grito en el cielo ante la posibilidad de jugar en el domicilio del rival. Franco guardaba silencio, y todo parecía una "guerra deportiva" con el presidente de la Federación Española de Fútbol, Alfonso de la Fuente Chaos, como árbitro virtual del encuentro.
El Athletic pretendía que la final se jugase en Barcelona y, si Franco no quería salir de Madrid, que al menos fuera el estadio Metropolitano el que acogiera la final, para salvaguardar la imparcialidad del césped. La maquinaria se puso en marcha. Varios directivos del equipo bilbaíno tenían acceso directo al entonces ministro de Gobernación Camilo Alonso Vega, entre ellos Alfonso Ybarra, (fallecido el pasado 29 de marzo con 102 años) que había sido alférez de complemento y tenía la medalla militar por la captura de soldados republicanos. Se trataba de conseguir que Franco accediera a viajar a Barcelona para la disputa de la final.
Mientras las gestiones avanzaban sin éxito alguno, un grupo de directivos entre los que se encontraba el propio Alfonso Ybarra, Pedro Ampuero o Luis Díaz de Lezana, se reunieron con Piru Gaínza para pulsar su opinión sobre el hecho de jugar la final contra el Real Madrid en Chamartín. Suponían que Piru Gaínza compartiría su opinión de que jugar en la casa del rival desequilibraba la final en favor del Real Madrid y ratificaría su idea de seguir presionando al entorno de Franco para jugar en Barcelona o en el Metropolitano.
Nosotros hubiéramos jugado en cualquier campo, en el que hubieran querido, en el del Barakaldo si hacía falta" Alfredo Di Stéfano
Gaínza tenía entonces 36 años y antes de esa final había disputado 16 campeonatos de Copa, había disputado 8 finales y ganado seis y perdido dos (ante Barcelona y Valencia). Al final jugó 18 campeonatos y ganó siete títulos de Copa entre 1939 y 1959. Gaínza tras escuchar los alegatos de los directivos les expuso su opinión: jugar fuera de Madrid era una misión imposible, al parecer, tanto por Franco, como por la fuerza que podría hacer el Madrid para jugar en el Bernabéu. Jugar en el Metropolitano, el campo del Atlético "no nos da ninguna ventaja y en el fondo sigue siendo Madrid el lugar del partido", les dijo. "Jugar en el Bernabéu nos dará una fuerza moral que sí puede desnivelar la balanza a nuestro favor. Qué mejor que ganar en Madrid a todos los que no quieren salir de Madrid", vino a decir Gaínza en alusión a Franco y al equipo rival. "Ganar en el Bernabéu tendrá un mérito mayor", zanjó Piru haciendo de la necesidad, virtud.
Tras la reunión, le comunicaron al presidente Guzmán lo hablado entre directivos y Gaínza y el Athletic asumió el Bernabéu como sede de la final de 1958. La ascendencia de Gaínza, por edad, personalidad y criterio era indiscutible. Los jugadores asumían su liderazgo moral. No en vano, por ejemplo, entre Gaínza y Koldo Aguirre, en aquella final, había 17 años de diferencia y siete respecto a Artetxe. Con la que ganó ese día, Gaínza sumó siete Copas, superando con creces las cuatro de Lezama, Nando, Zarra y Panizo. Lo curioso fue que Uribe, un goleador, con tres Copas nunca fue internacional, quizás un caso único en el fútbol español.
Fue el primer regate de Gaínza que se quitó de encima a Franco, al Real Madrid y a la Federación española con un quiebro ganador. A los 20 minutos Eneko Arieta, al que llamaban "el torito" marcó el primer gol y tres minutos después Mauri consiguió el segundo. El Madrid se lanzó en tromba , pero el equipo rojiblanco resistió. Enrique Guzmán, el presidente, pudo decir después aquello de que "con once aldeanos les hemos pasado por la piedra". Pero la primera jugada la hizo Gaínza cuando el partido aún no había comenzado. Di Stefano dejó en ese partido dos frases para su largo catálogo de genialidades dialécticas. Una se la dijo a Koldo Aguirre durante el encuentro: "Pibe, deja de marcarme, que tú juegas bien al fútbol". Otra la dijo después: "Nosotros hubiéramos jugado en cualquier campo, en el que hubieran querido, en el del Barakaldo si hacía falta". Pero la decisión real la tomó Gaínza. Como tantas otras en su larga historia. 57 años después, el Athletic vuelve a jugar en la casa del rival. Todo ha cambiado. Pero ya no está Gaínza.
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