Un empate que no agrada ni a Celta ni Sevilla
Tanto gallegos como andaluces se alejan de sus objetivos con este reparto de puntos
En un partido de ausencias, la más sentida la del técnico sevillista Unai Emery desplazado a su tierra por el fallecimiento de su padre, se exhibieron los presentes para deparar un bello espectáculo, fútbol bien jugado, algo que suele suceder cuando el Celta está por medio. Durante bastantes minutos le faltó reprís, pero acabó el partido a toda mecha. Lo planteó paciente, tejido a partir de la combinación y la posesión, sin esa verticalidad que ha convertido en seña de identidad. Quizás las bajas le animaron a ello, seguramente también le ayudaron. Faltaban por sanción Hugo Mallo, Cabral, Álex López y Larrivey, pero sobre todo no estaba Nolito, ese agitador capaz de desbarajar el partido más pautado. Lo quiso atar en corto el Celta, pero lo hizo de inicio con un ritmo bajo de balón, también sin exhibir su habitual codicia en la recuperación y nada pareció agradar más al Sevilla, que se replegó con gusto y se desplegó a gusto.
Celta, 1 - Sevilla, 1
Celta: Sergio; Sergi Gómez, Costas, Fontàs, Jonny; Augusto, Krohn-Dehli; Santi Mina, Hernández (Madinda. m. 82), Orellana; y Charles (Bongonda, m. 74). No utilizados: Rubén Blanco, Diego Alende, Kevin, Borja Fernández y Pape Cheikh.
Sevilla: Sergio Rico; Coke, Arribas, Kolodziejczak, Fernando Navarro; Diogo Figueiras (Aleix Vidal, m. 66), Krychowiak, Iborra, Denis Suárez (Vitolo, m. 73); Iago Aspas (Bacca, m. 60) y Gameiro. No utilizados: Barbosa, Carriço, Banega y Deulofeu.
Árbitro: Velasco Carballo. Amonestó a Augusto, Santi Mina, Coke, Iago Aspas, Sergio Rico, Krychowiak.
Goles: 0-1. m. 7, Gameiro; 1-1. m. 57, Santi Mina, de penalti.
Balaídos. 18.957 espectadores. Juan Carlos Carcedo dirigió al Sevilla, ausente de Unai Emery por el fallecimiento de su padre.
Jugó con la profundidad de su plantilla el equipo andaluz, preocupado también como anda por el frente continental. Guardó en el banquillo flechas como Aleix Vidal, Vitolo, Bacca o Deulofeu, pero no por ello se quedó sin respuesta porque Gameiro, que no es precisamente un delantero premioso, siempre estuvo bien nutrido. Por allí andaban, tras él, Denis Suárez y Iago Aspas, dos de los mayores talentos que ha dado en los últimos tiempos la cantera del Celta. Esta vez los tenía enfrente y no se guardaron nada. Juntos cocinaron la jugada del primer gol, una diana de manual que partió desde la izquierda con un caño y una internada de Fernando Navarro y murió en la derecha con la definición de Gameiro, que por apellido podría parecer gallego, pero no lo es. Lo son Suárez y Aspas, dos virgueros. Al segundo se le espera porque no ha logrado tener continuidad en las dos últimas temporadas, las que lleva lejos de Vigo. Se podría aludir a una serie de avatares que ha vivido en Liverpool y Sevilla, pero al menos su rendimiento en los partidos es irreprochable. Aspas tiene una serie de cualidades que le convierte en una pieza muy interesante para cualquier equipo: no para de moverse por todo el frente del ataque y tiene un elevado nivel técnico para combinar en terrenos reducidos, sabe además jugar a uno o dos toques en terrenos donde ni sobra tiempo ni espacio. Todo eso lo exhibió en el gol que rompió el partido tras descolgarse para apoyar a Denis Suárez y conectar con una excelente pared con Gameiro.
Verse en desventaja no afeó al Celta ante el espejo. Siguió repeinado en su fútbol, sin desesperación, apenas acelerado cuando Orellana o Santi Mina engranaban una marcha más. Así sobresalió en la planicie un monumental centro del joven extremo mal rematado por Charles. Volvió, una vez más, a faltarle resolución en los últimos metros al equipo de Berizzo, se echó de menos una vez más la aportación del mediapunta Hernández. El Sevilla se complació en la placidez del ataque rival, pero no olvidó sus incursiones. Gameiro tuvo el segundo gol tras otro regalo de Iago Aspas y Arribas cabeceó al palo cuando el partido se iba al descanso al aprovechar un centro desde media cancha de Denis Suárez y desnudar la ternura de la zaga celeste en las marcas.
El cuarto de hora de receso ayudó a que el Celta ajustase el plan. Se ajustó un poco más en la resta y cortó los accesos a Suárez y Aspas, por tanto a Gameiro. El Sevilla, por primera vez en el partido, pareció contrariarse por no disponer de la pelota y mientras buscaba soluciones se encontró con un penalti en contra y el empate, tras un enganchón entre Arribas y Charles que Velasco juzgó como punible. La respuesta del banquillo sevillista fue la de prender la mecha de la dinamita y recurrir a Bacca, Aleix Vidal y Vitolo. Una vez más a Aspas le tocaron los boletos del sacrificio. Así, mientras en un banquillo se sentaban consagradas estrellas y en otro eran mayoría los juveniles, el partido llamaba a nuevos protagonistas, pero aparecieron algunos de los que ya estaban en el campo. Hernández empezó a aportar, Krohn-Dehli volvió a ser la acostumbrada referencia. Orellana seguía siendo imprevisible, amenazador siempre para Sergio Rico, que le sacó un remate que se colaba cuando el partido enfilaba su final. No dejó de crecer el Celta, que acabó por construir una bella obra sin el premio de la victoria, sí con la pedrea de un empate que deja a ambos equipos lejos de sus objetivos previos al partido, pero todavía en la pelea por ellos, a tres puntos cuando quedan seis por disputar.
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