Nadal desafía al tiempo

La de ayer, en la Caja Mágica, fue una historia de parejas y tiempo. De parejas, porque mientras la primavera le mete el codo al presente para instalarse por fin en Madrid, en guerra este año con el sol, las carantoñas se dejaron ver en los graderíos. Ahí estaban los madridistas Luka Modric y Álvaro Arbeloa, o los atléticos Diego Godín o Miguel Ángel Moyà, muy melosos ellos con sus chicas, atentos todos a cómo Rafael Nadal se llevaba por delante a Grigor Dimitrov (6-3 y 6-4) y se citaba en la semifinales (15.00, La Sexta) con Tomas Berdych (6-3, 7-6 y 7-6 a John Isner). No quiso tampoco el búlgaro hacer un feo a su pareja, Maria Sharapova, no por dios, y llegó a la conclusión de que lo mejor era cogerle de la mano e irse juntos a Roma, la próxima estación del circuito, città romántica, pensando ya en clave de futuro.

Dimitrov volvió a diluirse en un compromiso de altura: 38 errores no forzados, el doble que el español

La de ayer, en la Caja Mágica, fue también una historia de tiempo, pero en su concepción cronológica. Abatió sin excesivas dificultades Nadal a un jugador cuyo repertorio de poses parece una reproducción estética del catálogo de Roger Federer, pero al que se le espera y no llega. Pese a las buenas formas, Dimitrov volvió a diluirse en un compromiso de altura (38 errores no forzados, el doble que el español) y evidenció que esa hornada que apunta alto y aspira a dar el relevo generacional aún no es cosa del presente, sino asunto venidero aún.

“Creo que Federer es cuatro o cinco años mayor que yo”, intervino Nadal cuando le preguntaron por ese cambio de ciclo que asoma. “Dimitrov, Nishikori, Raonic más o menos Del Potro… son de una generación. Y ahora vienen Kokkinakis, Kyrgios y nuevos nombres que están jugando a un alto nivel”, desgranó. “Pero Roger y yo hemos jugado juntos todos estos años y lo cierto es que todavía seguimos aquí. Berdych, Ferrer, Murray, yo mismo, Djokovic, Tsonga… Todos seguimos ahí, luchando en las posiciones más altas del ránking. Hoy día hay tres generaciones y no es fácil para nadie”, reivindicó el español, ayer sólido sobre la tierra rojiza de la pista Manolo Santana, sin adornos ni florituras en el juego, pero sí consistente en su primer compromiso de entidad en este Masters.

Estuvo Nadal un punto más relajado ante los periodistas, con un gesto un poco más amable. Y, de nuevo, remitió al factor temporal al que tanto apunta en estos últimos tiempos, al cortoplacismo del día a día. “Este ha sido otro test importante para mí. Voy paso a paso. Hoy ha sido un día positivo y estoy feliz por estas pequeñas cosas, aunque esta es grande. He alcanzado las semifinales [la segundas este curso, tras las de Montecarlo]”, subrayó el de Manacor, cinco del mundo, cuestionado después por el warning que recibió por exceder el tiempo en el servicio. Llegó a superar los 35 segundos en más de una ocasión, cuando el reglamento fija un límite de 25. “No es algo nuevo para mí. Sé que soy un poco lento, pero no sé… Mohammed [Lahyani, el juez de silla] es fantástico, pero creo que a veces los jueces solo miran el reloj. En un partido ocurren más cosas que ellos deberían vigilar. No hablo de él, sino en general, porque parece que desde hace unos pocos años la cosa más importante en el tenis es el tiempo”, denunció Nadal.

Sé que soy un poco lento, pero a veces los jueces solo miran el reloj” Rafael Nadal

“He jugado ocho o nueve años de mi carrera empleando el tiempo que uso ahora y he recibido muy pocas sanciones. No entiendo por qué hay tanto interés en esta norma, en ser tan estrictos con esta norma. No estoy en contra, pero, ¿por qué ser tan estrictos con esto y no con otras cosas? Algo ha cambiado, y no sé por qué. Pero sí, debo ser más rápido, lo sé”, reflexionaba en inglés, en una respuesta que se prolongó varios minutos. “Los jueces tienen que ser un poco mejores respecto a las otras reglas. Las cosas deben ser claras para todos, no solo en un sentido en particular. En mi opinión, creo que a veces ocurren muchas otras cosas peores en el otro lado de la red que, seguro, no son un buen ejemplo para los niños ni para nadie. Desde luego, son peores que ser un poco lento. Parece que esto es menos importante que retrasarse cinco o seis segundos. Pero lo acepto, es siempre mi error. Soy más lento de lo que debo”, zanjó después de una jornada al dictado de Cronos, en la que Sharapova y Dimitrov, dúo feliz, se fueron del brazo a Roma, rumbo a la ciudad eterna.

Así fue el Día. En la Caja Mágica, ayer, parejas y tiempo.