Federer, eliminado en primera ronda
El número dos cae (7-6, 6-7 y 6-7) ante el australiano Kyrgios, un cañonero descarado e irreverente que ya fulminó a Nadal el año pasado sobre la hierba de Wimbledon
“¿Roger, fue cosa de la pista?”, le preguntaron. “No especialmente”. Entonces, “¿te ha sorpendido Kyrgios?”, le plantearon después. “No, no me ha sorprendido. Esperaba un partido difícil, así que no. Él tiene un gran servicio y una buena derecha”, zanjó. Así es Federer, caballero en la victoria, elegante como nadie sobre la pista y también en la derrota. Ayer, después de haber logrado unos días antes su 85º título en Estambul, el número dos del mundo cayó eliminado (7-6, 6-7 y 6-7) nada más poner el pie en la Caja Mágica.
Su verdugo, el joven Nick Kyrgios (Canberra, Australia; 20 años). Un tenista con un presente sustancioso y un futuro espléndido; un cañonero descarado que juega sin ningún tipo de presión ni temor, que domina el servicio (22, por los 16 del helvético) y arriesga sin complejos en los instantes decisivos. No le asustan las alturas, no, ni tampoco los grandes desafíos. Es más, le estimula. Ya lo demostró el año pasado en Wimbledon, cuando fulminó en los octavos a Rafael Nadal como tarjeta de presentación en el profesionalismo.
Esta vez le tocó el turno a Federer, que en ningún instante llegó a encontrarse cómodo y tuvo muchísimas dificultades para contener el juego incontenible del australiano, insultantemente atrevido y transgresor. Lo dice su corte de pelo, semiafeitado, sus pendientes y el look rapero que lucía cuando abandonó el cuadrilátero de arcilla y encaró el micrófono en la sala de prensa. “La noche anterior no fue fácil dormir sabiendo quién iba a estar ahí enfrente, pero antes del partido no estaba nervioso ni nada por el estilo. Simplemente quería salir a la pista”, manifestó después de su hazaña, de tumbar al mito. Como si nada.
Exigió a Federer desde el principio. Ya tuvo que emplearse a fondo en el primer set el de Basilea y entregó el segundo, igualmente equilibrado. Fue cediendo terreno y cometiendo errores hasta que el pulso se dilucidó en un duelo de pistoleros, en un tie break en el que Kyrgios, cuartofinalista este año en Australia y reciente finalista en el torneo de Estoril, tuvo los nervios de acero y un cañón que escupía la bola a una velocidad de vértigo.
Se marcha pues Federer de Madrid, donde consiguió el título tres veces (2006, 2009 y 2012) y donde esta vez apenas ha pasado unas horas. Se va, precisamente, el día celebró el primer aniversario de sus dos gemelos. Llegó el martes y el miércoles por la noche ya estaba cogiendo la puerta de salida. Hola y adiós. Eso sí, con el tono ponderado de siempre. Grande en la victoria; exquisito en la derrota. Eternamente inmenso.
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