La eterna chispa de Lampard

Ferran Soriano descolgó su teléfono una tarde de mayo y para su sorpresa escuchó al otro lado a Frank Lampard (36 años), que llamaba a la puerta, dispuesto a cambiar el Chelsea, su club durante 13 años —se hartó de Mourinho porque ya no era el técnico que había conocido— por la zamarra azul celeste del New York City. Ahora vive en Manchester sencillamente porque “ama el fútbol”, según Pellegrini y cuantos conviven con el volante inglés.

Soriano y Lamps cenaron en Londres apenas unos días después del primer contacto y acordaron las bases del contrato “en sólo tres cuartos de hora”, según recuerdan testigos de la escena. Elegido como jugador de la década por la Premier League, el futbolista que más goles ha marcado en la historia del Chelsea (209), tres veces votado por la afición de Stamford Bridge mejor jugador de la temporada, nunca llegó a Nueva York y acabó en Manchester después de una conversación en agosto con Pellegrini en un hotel de Nueva Jersey que, según el técnico, “duró cinco minutos”.

“La primera camiseta que cambié en Inglaterra se la pedí a él, a un grande”, dice Piqué

Estaba dispuesto a irse al Melbourne City, pero había problemas de fichas y fue él quien propuso: “¿Y si me entreno en Manchester?”, recuerdan en los despachos. “Si se entrena con nosotros, ¿por qué no juega con nosotros?” propuso Pellegrini. Y así fue. “Mantenía la llamita encendida, vi que iba a ser importante tenerle”. Fue un viernes. “Salimos el lunes, le dije. Si tienes quince días de vacaciones, te incorporarás demasiado tarde”, recuerda haberle comentado el chileno. Y respondió Lampard: “Me voy con vosotros”. Retoma la conversación Pellegrini: “Es maravilloso que mantenga su vocación. Estaba entero en la motivación”, sostiene el técnico que solo tiene palabras de elogio para el londinense: “Cada vez que ha entrado ha transmitido y ha hecho goles importantes. Para los jóvenes, verle en la ciudad deportiva es una lección, un regalo verdadero para este equipo. Marca una diferencia importante por su categoría. No esperábamos que jugara 90 minutos a la semana, pero es un jugador top y nos lo ha demostrado”. Navas, parco en palabras pero expresivo como nadie, resume rápido como juega: “Es un lujo”.

Lamps vuelve mañana al Camp Nou, donde un día Txiki Begiristain trató de que jugara para el Barça durante una reunión con su representante, en la que debían hablar de Vieira, jugador que dejaba el Arsenal. El Barcelona no podía pagar la ficha del francés, pero Txiki sacó el nombre del inglés y trató de hacer lo imposible para llegar a un acuerdo. “No fue posible, la tabla salarial lo impidió”, recuerdan en Inglaterra.

Recuerda como un gol inolvidable el que le marcó a Valdés en el Camp Nou

Para Lampard, el Camp Nou es un referente y un buen recuerdo. Allí marcó un gol inolvidable a Valdés, tras un remate imposible a la media vuelta, sin ángulo, al que se refiere cuando le preguntan por sus goles más importantes. No será un partido cualquiera, si juega, por lo mucho que respeta al Barça, a Xavi, a Iniesta y a Messi, los únicos futbolistas contra los que ha jugado y que ha incluido en su once favoritode todos los tiempos; el resto son del Chelsea o del City. “Jamás lo he pasado peor que jugando contra España en Sevilla. Entre Xavi e Iniesta no vi la pelota”, dice el que ha jugado cinco veces en el Camp Nou, ha marcado dos goles —uno de penalti—, y le ha dado una asistencia antológica a Ramires en la competición que más le agrada.

“Es el mejor torneo del mundo”, sostiene el del East End londinense. “Jugar contra un equipo como el Barça y medirte a los mejores equipos de Europa a ojos de todo el mundo es una sensación difícil de mejorar”, dice el hombre que ha convertido la llegada al área en una firma de autor, gracias, en gran parte, a un ejercicio que su padre le obligaba a repetir de niño y con el que se sigue ejercitando. Correr como un perro, le llaman, y se trata de ir tras una pelota de tenis desde la línea de gol; primero a 10 metros, después a 20, a la siguiente a 30 y al final en 40, en intervalos de un minuto. “Corría como un Doggie”, recuerda el 18 de los citizens, 150 de coeficiente intelectual, un superdotado que estudiaba latín en el colegio los sábados por la mañana para completar su formación.

“La primera camiseta que cambie en Inglaterra se la pedí a él, a un grande”, rememora Piqué. “Es un gran nombre en el mundo del fútbol, uno de los más grandes en Inglaterra”, sostiene Ter Stegen. Y tercia Xavi, al que en noviembre de 2006, mandó al dique seco tras una entrada que le costó una fisura en la tibia de la pierna izquierda: “Es increíble, no para en el campo, ocupa tanto terreno que nunca sabes donde está, aparece por todos los sitios. Uno de los jugadores que más me han exigido por cómo interpreta el juego”.

Lampard ganó y perdió contra el Barça vestido de azul. Llega de celeste en el que puede ser su último gran partido en la competición que soñó jugar y ganar. Lampard es un grande que tiene su Champions, la que ganó en Múnich contra el Bayern, en la noche más emotiva de su vida, la noche de Pat, su madre, fallecida a los 58 años, una semana antes de la semifinal de la Champions 2008.

Frank marcó contra el Liverpool el gol que clasificó a los blues para la final de 2008 y rompió a llorar en Stamford Bridge. Marcó en la final, pero no sirvió de nada; ganó el United. “Desde entonces estuve cuatro años desesperado por ganar aquella Copa”, confiesa. Por eso, cuando levantó el trofeo en Múnich, pensó en su madre: “Estaba en mi mente. Después de tantos momentos, de los palos del Bayern, del gol de Iniesta, de penaltis fallados en Moscú, me pregunté si alguien estaba velando por nosotros en Múnich aquella noche. Daría todo por tener a mi madre un día a mi lado otra vez, pero sé que aquella noche velaba por nosotros”, confesó a Graham Hunter en una entrevista inédita, con la misma chispa en la mirada que le trae otra vez al Camp Nou