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Bale sella una tregua

Rumbo al Camp Nou, dos goles del galés apaciguan al Madrid ante un Levante muy flojo

José Sámano
Bale celebra uno de sus goles.
Bale celebra uno de sus goles.A. Comas (REUTERS)

Con el eco de los truenos recientes y rumbo al clásico, nada mejor que el Levante como receta, equipo que pasó en tanga por el Bernabéu. No dijo ni palabra, por su notable deficiencia y porque el Madrid le planchó en una buena primera media hora sellada por Bale. Una respuesta más que aceptable en estos tiempos de zozobra, con una hinchada suspicaz, un presidente al quite de la prensa, un entrenador contrariado y algunos futbolistas marcados. Ancelotti se lo hizo pagar a alguno, como a Iker Casillas, tan fallón como el resto ante el Schalke, pero su presencia pone en combustión a la grada. También la de Bale, pero el mensaje presidencial fue rotundo, un flotador, y el galés brindó dos goles al palco. Uno queriendo y otro sin querer, para mosqueo de Cristiano, que lleva tiempo con el gesto torcido y estuvo en el preámbulo de ambos tantos. El destino se decantó por Bale, al que hizo un guiño en una jornada señalada para el británico. Poca huella más dejó el choque, porque este Madrid no está para mucha fiesta. Veremos en Barcelona.

Arrancó bien el Madrid, con soltura y brío. Modric bendijo los cambios de Ancelotti, no así Lucas Silva, irrelevante como aguador de Kroos, que por fin tuvo un respiro, y Keylor Navas, al que tan poco exigió su exequipo que su papel como titular fue el mismo que de suplente: ¡no tocó un solo balón con las manos!

Con Modric el balón tiene marcha y, en caso necesario, ventila rivales y quiebra líneas

Orientado hacia el costado derecho, Modric puso en liza a Bale y Carvajal, protagonistas de lo mejor del Madrid. Entre los tres, con Benzema en la órbita, abrieron un considerable boquete en la zaga visitante. Con el croata al mando, el balón tiene marcha y en caso necesario, Modric es de los que ventila rivales y quiebra las líneas, un jugador bisagra. El observatorio del balcánico es fundamental en este equipo. Bien que lo agradeció Bale, enchufado todo el primer tiempo, con fragor y tino en ataque y más obediente que de costumbre para, al menos, ocupar un espacio cuando el equipo debe remar hacia atrás. En esa faceta, habrá que medirle en otras batallas porque el Levante casi nada le hizo recular.

No se demoró el Madrid en despejar la tormenta y a los cinco minutos Cristiano ya había estrellado una pelota en el poste derecho de Mariño. El Madrid jugaba contra sí mismo. Enfrente, un adversario sin cuerpo, flácido para defender y con urticaria al balón, un artefacto en sus pies. Acorralado el Levante, era cuestión de tiempo, las sacudidas blancas eran constantes, con Cristiano anclado en el área, como empieza a ser costumbre. No le va jugar de espaldas, pero el fútbol moderno ya no requiere arietes boya y como rematador es pura dinamita. En la segunda carga, también tuvo foco CR, cuya chilena desvió Ramis bajo el larguero. El rechace derivó en Bale, que machacó la red con la derecha. Luego, con los oídos tapados, pateó un banderín de córner. Una explosión de rabia pocas veces vista en este galés que aparenta vivir en un satélite.

REAL MADRID, 2-LEVANTE, 0

Real Madrid: Navas; Carvajal, Pepe, Ramos, Marcelo; Modric (Illarramendi, m. 77), Lucas Silva, Isco (Jesé, m. 70); Bale, Benzema (Chicharito, m. 83), Cristiano. No utilizados: Casillas, Varane, Kroos, Nacho.

Levante: Mariño; Iván, Ramis, David Navarro, Toño; Xumetra (El Zar, m. 60), Simao, Camarasa, Morales (Rubén García, m. 60); Kalu Uche (Víctor, m. 76), Barral. No utilizados: Jesús, José Mari, Juanfran, Sissoko.

Goles: 1-0. M. 18. Bale. 2-0. M. 40. Bale.

Árbitro: Pérez Montero. Amonestó a Modric y Sergio Ramos.

Estadio Santiago Bernabéu, unos 75.000 espectadores.

Nadie mejor que Bale, que llevaba nueve partidos sin marcar y asistir, para sofocar a una hinchada que hace tiempo le tomó la matrícula. Otra decepción no solo le hubiera puesto en jaque a él, sino al presidente, su gran valedor público. Sosegada la gente, el Madrid aún tuvo un rato de buen juego, dinámico, imaginativo y firme. Tan metido estaba el Madrid y ausente su contrario, que Keylor Navas tardó casi media hora en tocar la pelota. Y fue en una acción ya invalidada. Solo el Madrid estaba en la partida, así que Modric pilló en la Luna a los chicos del Levante. Ejecutó con picardía una falta hacia Carvajal y el pase atrás del lateral fue golpeado por CR. Por el camino estaba Bale, que quiso quitar el pie, pero el balón le sopló el tobillo izquierdo. Era su día, no el del portugués. Embrujos del fútbol.

De Bale a Bale y poco más. El encuentro decayó en el segundo acto, de ritmo más cansino, menos vivaz. El Madrid nunca sintió vértigo porque el Levante no se permitió un riesgo ni a tiros. El tedio pudo con Modric, de vuelta tras una larga lesión, que se apagó con el tiempo. Tampoco espabiló Lucas Silva e Isco pasó de puntillas. Bale, misión cumplida y CR, sin sonreír. Espeso el juego, con demasiados toques blancos y la pelota pesadota, por fortuna irrumpió Benzema, que estuvo a punto de hacer el gol del siglo. O de merecer semejante etiqueta. CR le asistió desde la derecha, la pelota se le quedó atrás y, para asombro mundial, Karim no se rindió y se sacó de la chistera un espuelazo que puso el balón en el larguero. Un remate para el museo. Lástima que no fuera gol, porque sea quien sea el autor maravillas así lo merecen. Por unos centímetros bien pudo pasar al archivo de los tesoros del fútbol. Lo que será fácil de olvidar es el partido en sí. Bale, quizá, sí lo recuerde. Se ganó una tregua para sí mismo y otra para todo este Madrid que tiene cita en Barcelona el próximo domingo.

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Sobre la firma

José Sámano
Licenciado en Periodismo, se incorporó a EL PAÍS en 1990, diario en el que ha trabajado durante 25 años en la sección de Deportes, de la que fue Redactor Jefe entre 2006-2014 y 2018-2022. Ha cubierto seis Eurocopas, cuatro Mundiales y dos Juegos Olímpicos.

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