Un goleador atípico
Alberto Bueno, máximo artillero español de la Liga, descubre su sintonía con el gol y ya suma 12 tantos con el Rayo
Mide 1,78 y pesa 64 kilos. No es un delantero de los que arrollan a los defensas. Ni un rematador que vive en el área. Pero siempre aparece por sorpresa y con el póker de gol que le marcó ayer al Levante, Alberto Bueno (a punto de cumplir 27 años) se ha convertido en el máximo goleador español de la Liga. Suma 12 tantos. Con 13 jornadas todavía por disputar, ha superado ya su registro del año pasado (11 en Liga).
Ayer se marchó de Vallecas con el balón firmado por todos sus compañeros. En 14 minutos marcó cuatro goles (Bebeto los marcó en seis, Mundo y Campanal en diez y Kubala en 13) y le dio la vuelta al marcador. Ni Cristiano, ni Messi. Ayer fue el día de Alberto Bueno, madrileño criado en la cantera del Madrid. Seis de los últimos ocho goles del Rayo llevan su firma.
“Tenía la sensación de que cualquier balón que tocara, iba a acabar en gol. Es de esas tardes en la que te sale todo. Jugando pensaba eso porque en el cuarto no hice un gran remate pero entró igualmente”, comentaba ayer el mediapunta del Rayo después del partido. “Es un pibe tranquilo que trabaja mucho el gol, y lo tiene. Eso se llama olfato”, le define Cristian Álvarez, guardameta del equipo.
En lo que más mérito me doy, si realmente tengo alguno, es que yo no juego de nueve. No soy un rematador", dice Bueno
“Nunca estuve en sintonía con el gol como ahora. En lo que más mérito me doy, si realmente tengo alguno, es que yo no juego de nueve. Siempre intento aparecer y aprovecharme del buen trabajo de mis compañeros, como hoy [por ayer] el de Manucho, pero lo cierto es que mi trabajo también radica en sacar el balón y jugar lejos de la portería. Por eso tienen importancia los goles de hoy, porque no soy un rematador”, explicaba Bueno.
Nunca lo ha sido, de hecho. Aunque, por ejemplo, remate más que Benzema (lleva una media de 2,7 remates por encuentro por los 1,8 del francés) no alcanza las cifras de Messi (4,8) ni de Cristiano (5,9). En el Rayo ha encontrado su sitio. Sólo se ha perdido un partido por lesión este año. La temporada pasada jugó todos los encuentros salvo uno. Es la primera vez que tiene tanta continuidad. Algo de lo que padeció en Valladolid. La falta de regularidad afectó, de hecho, su rendimiento.
Siempre tuvo una capacidad extraordinaria para definir. El portero iba a un lado y la pelota a otro", le describe Carlos Salvachua, su técnico en el Infantil y Cadete del Madrid
Es de esos jugadores que necesita sentir confianza y jugar con continuidad. “Paco Jémez a mí me ha facilitado mucho las cosas, me exige mucho pero mi forma de jugar va con su forma de ver el fútbol”, llegó a confesar Bueno. Su forma de jugar no iba con la de Mendilibar, ni la de Onésimo, ni por supuesto con la de Clemente que le soltó un bufido de los suyos nada más llegar.
Fue el fichaje más caro de la historia del Valladolid (el club pagó por él 3 millones de euros en 2009) y el jugador sintió el peso y la presión de ese desembolso. Ninguno de los tres técnicos que tuvo en el Valladolid en su primera temporada confió demasiado en él. Apenas jugó 862 minutos y, con el descenso del club, se marchó a Inglaterra. En el Derby County, Segunda División inglesa, jugó 29 encuentros y marcó seis goles. Regresó a Valladolid al final de esa temporada (2011) y dos después vivió el ascenso.
No dejó huella en su paso por Pucela. Al menos en cuanto a goles: 14 en 90 partidos. Extremadamente tímido, no hizo muchos amigos en el vestuario del Valladolid. No se juntaba con sus compañeros fuera del fútbol. Chico familiar, es muy de estar en casa y, a poder ser, viendo fútbol. Es tan adicto a la pelota que hasta se ve partidos de la Segunda División alemana.
Con 13 jornadas todavía por disputar, Bueno ya ha superado se marca del año pasado (11 goles en Liga).
Criado en La Fábrica (a la que llegó con 13 años), compartió delantera con Juan Mata en el Cadete A. “Era un chico que venía de la escuela de fútbol de la Concepción y para mí siempre tuvo una capacidad extraordinaria para definir. El portero iba a un lado y la pelota a otro. No siempre entraba, pero Alberto coloca muy bien el cuerpo y mete el balón donde quiere”, le describe Carlos Salvachua, ahora entrenador del Guadalajara que tuvo a Bueno en el Infantil y el Cadete A del Madrid. “Tiene mucha sangre fría delante del portero. Además, se movía de forma muy inteligente por todo el campo. Sabía ver el fútbol muy bien”, añade.
Del Cadete A, Bueno dio un salto de tres categorías y acabó directamente en el Juvenil A, donde le entrenó Quique Sánchez Flores. De ahí pasó al Castilla hasta debutar con el primer equipo. Con la misma rapidez con la que marcó ayer los cuatro goles. En menos de 15 días se estrenó en Liga, Copa y Champions con la camiseta del Madrid. Era noviembre de 2008, al final de aquella temporada decidió ir a buscar fortuna al Valladolid. La ha encontrado más cerca, en el Rayo de Paco Jémez.
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