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Al Atlético le puede la presión

Las dos últimas derrotas de los rojiblancos, en Vigo y en Leverkusen, han mostrado su incapacidad para jugar bien el balón cuando el rival le agobia

Ladislao J. Moñino
Jugadores atléticos al término del partido contra el Leverkusen.
Jugadores atléticos al término del partido contra el Leverkusen.T. Schwarz (AFP)

No deja de ser curioso que las dos últimas derrotas del Atlético hayan tenido un denominador común: su incapacidad para salir de la presión alta. Le ocurrió en Vigo y el atasco se le reprodujo en el Bay Arena. Contra el Celta, emergió la ausencia de Arda y Koke como explicación a tanto desacierto en el pase y a la falta de control del juego. En Leverkusen estaba Arda, pero dio igual. Arrinconaron en la banda los futbolistas de Schmidt al turco y el equipo se quedó sin salida y sin el futbolista con el que tiende a marcar el ritmo del juego.

Como en el primer tiempo de Balaídos, fue el Atlético un equipo incapaz con el balón, solo que el miércoles extendió esa tara a los dos actos. No le duraba nada la pelota en sus pies y eso provocó una cifra alarmante en el número de pases, solo 317. El registro, raquítico, se vio empeorado por el porcentaje de acierto: solo 195 entregas correctas, apenas un 60%. Enfrente. el Leverkusen dio 579 pases y 495 buenos, casi un 90%. Las pérdidas de balón de Gabi, Arda, Tiago y Griezmann se dispararon en conjunto por encima de los 60. Nunca supieron cómo salir de esas encerronas agobiantes los centrocampistas colchoneros. La ausencia de un delantero que estire al equipo como hacía Costa se echó en falta anoche, porque Mandzukic no vale para eso.

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Simeone anticipó en la previa que el que se impusiera en la presión ejecutaría un partido importante y así sucedió.

“No somos un equipo fluido con el balón, pero solemos salir beneficiados del juego sin él”, analizaba Godín, que en esa sentencia señalaba también a la otra gran derrota de los rojiblancos: los balones divididos. Desde la llegada de Simeone, el Atlético forjó su estilo por su superioridad en las segundas jugadas, que acostumbra a ganarlas por agresividad y colocación. No suele importar a Simeone que las transiciones nazcan de un rechace ganado a pocos metros del área contraria. Fue el Leverkusen el que ganó esa disputa con claridad. “Nos presionaron muy bien y se impusieron en los balones sueltos cerca de nuestra aérea. Eso les facilitó estar muy cerca de mi portería y meternos más atrás de lo que queríamos”, decía el meta Moya. “Nos faltó ese punto más de intensidad en la disputas”, abundaba Godín

El central uruguayo, que, como Tiago, se perderá la vuelta por sanción, se vio más exigido de lo habitual por la velocidad con la que el Leverkusen se desplegaba. Salían en manada los Bellarabi, Çalhanoglou, Son, Drmic, Wendell y compañía y obligaron a Godín y a Miranda a un ejercicio defensivo en desventaja al que no están acostumbrados. “Son jugadores rápidos y salían muy bien”, admitía el zaguero uruguayo.

El paralelismo de lo sucedido en Vigo tiene otra derivada. Frente al Celta, ni Juanfran ni Siqueira apenas se proyectaron en ataque. Fueron víctimas de esa imposibilidad para salir de su equipo y también de que los futbolistas de Berizzo les obligaron a plantar la línea defensiva muy atrás. Los laterales son fundamentales en el juego ofensivo del Atlético porque Simeone prefiere que los centrocampistas de banda se desenvuelvan más por el centro. Sin las subidas de Juanfran y Siqueira, tanto Arda como Griezmann se quedaron sin apoyos para evitar que les acorralaran. En esas coincidencias con lo sucedido en Vigo que apuntan a síntomas hubo una última que también se dio en el Bay Arena. Si el Celta le bailó con dos extremos, Nolito y Orellna, el Leverkusen lo hizo con Bellarabi y Son.

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Sobre la firma

Ladislao J. Moñino
Cubre la información del Atlético de Madrid y de la selección española. En EL PAÍS desde 2012, antes trabajó en Dinamic Multimedia (PcFútbol), As y Público y para Canal+ como comentarista de fútbol internacional. Colaborador de RAC1 y diversas revistas internacionales. Licenciado en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Europea.

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