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Siqueira: “Hay delanteros tan listos y rápidos como los peces”

El lateral del Atlético conversa sobre su infancia en Brasil y su evolución como futbolista

Ladislao J. Moñino
Guilherme Siqueira, en la entrevista.
Guilherme Siqueira, en la entrevista.Carlos Rosillo

Guilherme Siqueira (Florianópolis, Brasil, 28 años) presume de la isla en la que nació y del carácter jovial que le infundió en su niñez. “Florianópolis, es muy turística. Le decimos la Ibiza de Brasil”, relata mientras rememora pasajes de sus vivencias: “Vivía en un barrio no muy recomendable, aunque nunca tuve problemas. He visto morir a dos amigos de la infancia por el tráfico de drogas. Es duro cuando ves cómo se separan los caminos. Pero también conozco gente que logró salir y ahora se ganan la vida legalmente. Me siento conectado a mi barrio”.

Pregunta: ¿Tuvo que trabajar de niño?

R: No, mis padres me dieron una buena educación, aunque yo siempre estaba con el balón. Sí iba con mi abuelo a pescar.

P. ¿Los peces son más inteligentes que los delanteros?

R. Depende, hay delanteros que son tan rápidos y tan listos como los peces. Yo iba con la red, tirando del plomo y se me escapaban. Me gustaba mucho, pero con 15 años me fichó el Inter.

P. ¿Cómo fue esa experiencia?

R. Al principio duro, iba cada tres meses. No tenía el pasaporte italiano y el Inter me había dado el ok, pero solo cuando tuviera los papeles en regla. Estaba un poco agobiado, pero al final tuve el pasaporte y el Inter, aunque me lesioné el tobillo, me fichó.

Simeone vive mucho los partidos, cualquier día se pone las botas y salta al campo”

P. ¿Dónde se alojaba?

R. Tenían una residencia que era como un convento. Estaba en una habitación con una cama y sin televisor. Los fines de semana me quedaba solo porque la mayoría de los chicos eran italianos y se iban con sus familias. No tenía teléfono y tenía que cruzar un parque enorme para llegar a unas cabinas desde las que llamaban los inmigrantes. A mis padres les decía que llamaba desde una casa para no preocuparles. Tenía claro que era una oportunidad. Llegué con otros cuatro chicos y solo me quedé yo.

P. La FIFA está ahora muy encima de los traspasos de menores como el suyo.

R. Me parece bien porque hay representantes y clubes que engañan a los jugadores, pintan una realidad falsa. En mi caso no fue así, porque el Inter se portó bien

P. ¿Con quién coincidió?

R. Mancini era el entrenador y estaban Verón, que tenía el cambio de orientación más preciso del mundo; Recoba, que me utilizaba de barrera en las faltas, pero no tenía miedo porque sabía que siempre las pasaba por encima de la barrera; y Adriano, que era una bestia por fuerza y por remate…

Yo no me veía de lateral. Ya sabe, a los brasileños no nos gusta mucho defender

P. Adriano se perdió.

R. Adriano es una de las mejores personas que he conocido en el fútbol. Cuando aún estaba con muletas se acercó a mí. Se enteró de que era brasileño y me dijo que cualquier cosa que necesitara se lo dijera. Viví en su casa dos meses y siempre fue muy atento. La muerte de su padre le afectó mucho, no la superó y empezó a hacer cosas poco profesionales.

P. Una vez recuperado, ¿qué hacía un lateral de la escuela brasileña en el calcio?

R. Yo era extremo, rápido y con desborde. Me cedieron al Ancona y luego fui al Lazio. De ahí al Udinese, que me parecía un proyecto más seguro. La verdad, yo donde quería jugar era en España, porque el fútbol italiano es más táctico. Cuando salió lo del Granada ni me lo pensé, y eso que estaba en Segunda y no sabía ni que existía la ciudad.

P. ¿Se enamoró de Granada?

R. Sí, todavía conservo amigos allí. Me gusta pasear por la Alhambra, el Albaicín, el flamenquito… ¿Sabe? Soy amigo del autor del himno de Granada y vamos a las cuevas a escuchar flamenco.

P. ¿Quién le hizo lateral?

R. Fabri, un día se me acercó y me dijo que tenía condiciones, que era rápido y que, si cogía los mecanismos de los defensas, sería un lateral importante. Yo, la verdad, no me veía, ya sabe, a los brasileños no nos gusta mucho defender. Ascendimos y al acabar bien el primer año en Primera, sí que pensé: “Soy lateral”.

P. Filipe Luis, al que ha venido a sustituir, jugó en el Figueirense, y es de su misma región.

R. Sí, incluso llegamos a jugar juntos, él de mediocentro y yo de extremo en el Figueirense.

P. Estuvo cerca del Madrid.

R. Sí, pero también hubo otros equipos que se interesaron. Al final fue el Benfica y no me arrepiento porque ganamos todos los títulos de Portugal en un año. El míster, Jorge Jesús, era muy exigente, estudiaba mucho los partidos. Tenía un carácter fuerte.

P. ¿Más que Simeone, que no para de gritarle?

R. Sí, el Cholo grita y los que más lo sufrimos somos los laterales que estamos más cerca, pero yo lo llevo bien. Simeone vive mucho los partidos, cualquier día se pone las botas y salta al campo.

P. Aunque a veces sigue haciendo filigranas, ¿ha logrado entender ya que debe ser más contundente en las dos áreas?

R. Tengo 28 años, y todavía me gusta aprender. Sigo mejorando en defensa y soy muy disciplinado tácticamente. Me sentía en deuda con el Atlético por lo que pagaron por mí. Tuve fallos puntuales, ese penalti fallado en Valencia y una expulsión en Anoeta que quizá fue por ir de más y querer llegar al cruce. Ahora ya sé cuándo tengo que incorporarme al ataque y me compenetro mejor con mis compañeros para leer las jugadas. Estoy más suelto y se nota.

P. ¿Volvería a tirar un penalti?

R. Sí, y así se lo he dicho al cuerpo técnico, pero ahora hay gente por delante.

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Sobre la firma

Ladislao J. Moñino
Cubre la información del Atlético de Madrid y de la selección española. En EL PAÍS desde 2012, antes trabajó en Dinamic Multimedia (PcFútbol), As y Público y para Canal+ como comentarista de fútbol internacional. Colaborador de RAC1 y diversas revistas internacionales. Licenciado en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Europea.

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