Día 1: Como dos gotas de agua
Barcelona y Unicaja cumplen con los pronósticos en el torneo exprés
La Copa, asociada siempre con la posibilidad de que se produzca en cualquier momento un salto en el guión previsto, comenzó de una forma totalmente ortodoxa. Es más, los dos primeros partidos no sólo confirmaron pronósticos sino que se parecieron casi como dos gotas de agua. Aparentemente igualados, pues ni Barcelona ni Unicaja pudieron respirar tranquilos hasta el final, escarbando un poco llegabas a la sensación de que, más allá de lo que mostraba el marcador, los debates fueron de apreciable superioridad por parte de los ganadores. Llevaron siempre la iniciativa, a cada acercamiento respondían con otro tiro y lo más importante, respondieron mejor en los momentos clave del último cuarto, cuando los partidos buscan a quién abrazarse.
Es cierto que nuestra liga se ha igualado, que a lo largo de la temporada los equipos dominantes sufren en muchos fines de semana y su cuenta de resultados ofrece más derrotas que nunca. Pero esos equilibrios, reales como la vida misma, no lo son tanto cuando llegan los grandes partidos, esos que deciden títulos y campeonatos. Valencia y Bilbao Basket compitieron bien, nunca perdieron de vista a sus rivales, pero en el terreno de definición, se les nublaron las ideas y temblaron las muñecas. Todo lo contrario que a Barcelona y Unicaja, que supieron navegar por esas aguas con tremenda suficiencia.
Valencia y Bilbao compitieron bien, pero en el terreno les temblaron las muñecas
Como este es un torneo exprés, el pasado hay que conjugarlo siempre con el futuro, saber si lo que es suficiente el jueves, puede volverse escaso el sábado o el domingo. El Barcelona estuvo en modo sí es, no es. Tuvo muy buenas noticias de los jóvenes y no tan buenas de los más veteranos. Hezonja al principio, Satoransky en el entretiempo y Abrines al final confirmaron su constante progresión, mientras que Navarro y Marcelinho no emitieron buenas señales. En las áreas de producción también hubo un poco de todo. Tiraron como demonios desde detrás de la línea de tres (13 de 21, 61%) pero sufrieron debajo del aro, donde siguen mostrando excesivas debilidades. Eso sí, cuando la cosa se puso seria, tuvieron temple y fueron más regulares que un correoso Valencia que pagó con la derrota sus errores en los últimos minutos y la falta de consistencia de sus hombres exteriores durante casi todo el partido.
El Unicaja, por su parte, escarmentado por lo ocurrido el año pasado ante su público, se hizo cholista, muy en consonancia con su intención de convertirse en el Atlético de Madrid del baloncesto. Es opinión generalizada que si hoy en día existe un equipo capacitado para romper el binomio clásico de azulgranas y madridistas, ese es el malagueño. De ahí el peligro que corrían de pensar demasiado en el sábado cuando antes tienes ante ti un peligroso jueves.
Entonando el partido a partido, no hubo despiste alguno y como ha hecho durante muchos encuentros de esta temporada, la impresión volvió a ser de equipo cuajado, con una idea muy colectiva del juego, bien trabajado tácticamente y con un arsenal mucho más variado y profundo que el que puede ofrecer el Bilbao Basket. Además, su maduración sicológica y competitiva parece ir también por buen camino, cuestión vital como pocas. Además de explicar el proceso de creación, estabilización y paulatino crecimiento del Unicaja, decía ayer Joan Plaza en esta entrevista que si siguen así llegará el momento de reducir las cuotas de humildad para aumentar las de ambición. Desvelada su semifinal frente al Barcelona, igual ha llegado el momento de dar el primer empujón.
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