El Madrid, de rosa y a la mina
La organización obliga a los jugadores a vestirse de magenta contra la superstición que les hacía rechazar este color desde la derrota (4-2) de Anoeta
El túnel de acceso al estadio de Gelsenkirchen es una rampa descendente recubierta de argamasa negra decorada con un falso apuntalado de madera, fiel representación de los pozos de las minas de carbón del Ruhr. El homenaje a la industria local fuerza a los futbolistas a ponerse en la piel de los mineros cada vez que salen de los vestuarios para ir al césped, hacia abajo, como si marchasen hacia el fondo del yacimiento, solo que con el desenlace feliz de la desembocadura en el campo de hierba. Si la imagen tiene por objeto despejar la mente de los jugadores de las ensoñaciones lúdicas del fútbol, el efecto es deprimente en un doble sentido: para el equipo visitante lo mismo que para el local. No hay nada estimulante en meterse en un hoyo a picar piedras. Mucho menos si se acude vestido de color rosa.
El Madrid se ha visto obligado a emplear su uniforme rosa ante el Schalke, esta noche en la ida de los octavos de la Champions. Contra las previsiones del club, cuyos responsables aseguraron hace un mes que el equipo no volvería a jugar de rosa. Y contra la superstición de los futbolistas, que consideran que el color más femenino les da mala suerte, tras el 4-2 sufrido ante la Real en Anoeta, el 31 de agosto. Ese día, en la segunda jornada de Liga, el Madrid salió al campo vestido de rosa por primera vez en encuentro oficial en esta temporada y en su historia. Con tan mala fortuna que los capitanes, Casillas, Ramos y Marcelo, resolvieron cortar por lo sano. En los días subsiguientes manifestaron que preferían no volver a ponerse el uniforme magenta de la tercera equipación. Quedaba la primera, la blanca, y la segunda, la negra.
El presidente, Florentino Pérez, declaró antes de las Navidades que la campaña de marketing de la camiseta rosa había sido un éxito. Según el mandatario, Adidas vendió toda la producción en solo cinco meses. Pero los jugadores no quieren ponerse esos pantalones y esas camisetas. Si esta noche en Alemania lo hacen es por imperativo de las televisiones con derechos, que no admiten dos equipos con ropa oscura. El Schalke, en calidad de anfitrión, tiene prioridad en la elección y ha optado por la tradicional combinación de camiseta azul y pantalones blancos. Esta elección impide al Madrid jugar con uniforme blanco o negro, para evitar confusiones al árbitro y a los espectadores.
La polémica de la equipación rosa ha generado más de un conflicto desde la visita a Anoeta. El día del partido de Mestalla, en la primera semana de enero, los futbolistas del Madrid se negaron a ir de rosa y optaron por la combinación de pantalones y camisetas negras. Haciendo una excepción, los árbitros y las televisiones lo autorizaron, permitiendo que tanto el Valencia como el Madrid usaran pantalones negros. El Valencia jugó con su equipo tradicional de camiseta blanca y pantalones negros. El Madrid perdió 1-2.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.