El Athletic se reivindica
El equipo de Valverde alcanza su 45ª semifinal con un gol de Aduriz ante un Málaga inofensivo
De haber seguido con este ritmo de citas, Athletic y Málaga hubieran acabado cantando La Saeta. Pero ni era Semana Santa ni venía al caso. En una noche extravagante de tormenta y viento sur, no era cuestión de procesionar. La procesión iba por dentro Tampoco era noche para el fútbol sino horario de discoteca o de vagabundos tardíos, gente de bocadillo, mala gente. No era humo de tabaco lo que se balanceaba sobre San Mamés sino una cortina de agua que flotaba como un fantasma informe. Y así estaba el partido, flotante y deforme, con más aspavientos que fútbol, con más dedicación que talento. Athletic y Málaga como soportando el paso de Semana Santa, uno a cada lado, bien organizados para que el Cristo no desvaríe, bailándolo de vez en cuando para capear el temporal y agradar al personal, como cuando Muniain soltó un derechazo desde dentro del área que exigió el reflejo supino del Memo Ochoa, ágil como un gato escaldado. El siguiente paso de baile lo dio Aduriz saliendo entre los defensores como un gato callejero pero Ochoa volvió a sacar el gancho extensible para repeler el disparo. De seguido, marcó Susaeta, pero en fuera de juego. Fue un gol cojitranco. Pero no hubo más, porque el Málaga, presuntamente ambicioso, con tres delanteros se limitaba a presionar, a incordiar, a poner piedrecillas en el césped para que descarrilara el tren del vecino. De poco le valían los artilugios de Juanmi, revoltoso como un colegial en un recreo, pero intenso, o el criterio de Camacho, todo muy lejos, muy lejos de la procesión de San Mamés.
Y en esto tocó a rebato... el portero. Herrerín la sacó al medio campo como alma que lleva el diablo (con perdón) y el diablo se llamaba Beñat que vio en el horizonte a Susaeta en una suerte de contragolpe inusual en el Athletic. El caso es que se plantó en el área con tres toques y el último lo empujó a la red un Aduriz hasta entonces adormecido.
Puestos a cantar La Saeta, el Athletic eligió al que anduvo en la mar dejándole al Málaga el Cristo del Madero, el que hay que desenclavar. Pero el Athletic tiene alma de nazareno y fue hacer el gol y convertir el partido en un correcalles. No se sabía bien si ansiaba más el Athletic el segundo gol, para la estadística, o el Málaga el del empate que le clasificaba. Cierto que históricamente el Athletic no conoce la especulación: en la bolsa se hubiera arruinado, porque el gol le excita y el riesgo le alienta.
ATHLETIC, 1- MÁLAGA, 0
Athletic: Herrerín; Iraola, Etxeita, Laporte, Balenziaga; Beñat (Iturraspe, m. 85), San José; Susaeta, De Marcos (Mikel Rico, m. 72), Muniain (Ibai Gómez, m. 91); Aduriz. Iraizoz, Aurtenetxe, Gurpegui y Williams.
Málaga: Ochoa; Rosales, Welligton, Angeleri, Antunes; Horta (Castillejo, m. 65), Camacho, Recio (Duda, m. 77); Juanmi (Samu, m. 65), Javi Guerra y Amrabat. No utilizados: Kameni, Tissone, S. Sánchez y Torres
Goles: 1-0. M, 48. Aduriz.
Árbitro: Velasco Carballo. Amonestó a Antunes, Amrabat, De Marcos, Recio, Iraola, Camacho y Laporte
Unos 45.000 espectadores en San Mamés
Tanto conocerse permite interpretar hasta las pestañas. Y fue encajar el gol y armarse el Málaga de valor. Y construir un contragolpe a imagen y semejanza del que le valió el empate en la Liga el domingo. Esta vez en la otra banda, igualmente desguarnecida, otro agujero negro que bien pudo darle el pase al Málaga a semifinales. No hizo más. Fue su único pase de baile. Su única presencia, como si quisiera demostrar que las apariencias engañan. El resto fueron nervios. El Athletic acumulando centrocampistas para frenar el vendaval y el Málaga delanteros por los costados para animarlo. Pero el que anduvo en la mar fue el Athletic, con oleaje y mar de fondo hasta alcanzar su 45ª semifinal de Copa. Un dato cuando estaba a punto de ser viernes lo que había comenzado en jueves. O quizás cinco meses antes, cuando hacía calor.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.