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Aquí está España

Pletórico, el equipo de Cadenas somete a Túnez (28-20) y se clasifica para los cuartos, en los que se medirá al vencedor del Dinamarca-Islandia

Alejandro Ciriza
La barrera española defiende un lanzamiento de falta
La barrera española defiende un lanzamiento de faltaFADI AL-ASSAAD (REUTERS)

Frente a la hostilidad y el primer cara o cruz en este Mundial, la mejor de las reacciones. España, esa España que comenzó su andadura en Qatar un tanto tibia y destemplada, como si le costase poner a punto el motor y arrancarlo, ha cogido temperatura. Lo fue haciendo en los partidos previos, ante Qatar y Eslovenia sobre todo, pero ha entrado en combustión cuando el guión competitivo verdaderamente lo exige, cuando se avecinan curvas y el bólido requiere de la mejor puesta punto para medirse con las grandes. El careo con Túnez lo solventó en un suspiro, lo que duró el ímpetu africano y que los Hispanos pisasen el acelerador hasta el fondo y soltasen el freno de mano.

España, 28; Túnez, 20

España: Pérez de Vargas; Rocas (2), Maqueda (2), Raúl Entrerríos (3), Cañellas (3, 1p), Ugalde (6) y Aginagalde (2) -equipo inicial- Sierra (ps), Víctor Tomás (4, 1p), Andreu (-), Chema Rodríguez (-), Morros (-), Antonio García (3), Rivera (1p), Gedeón Guardiola (1) y Dujshebaev (1)

Túnez: Majed; Touati (2), Tej (2), Hmam (-), Gharbi (2), Hedoui (-) y Ben Salah (1) -equipo inicial- Maggaiz (ps), Bannour (1), Alouini (3), Jallouz (-), Sanai (-), Megannem (1), Boughanmi (5), Hamed (1) y Chouiref (2).

Marcador cada cinco minutos: 3-0, 6-2, 9-4, 11-5, 15-7 y 18-9 (descanso). 20-10, 21-13, 23-15, 24-16, 27-17 y 28-20 (final).

Árbitros: Nachevski y Nikolov (MKD). Excluyeron por dos minutos a Gedeón Guardiola (2), Morros, Cañellas y Aginagalde por España; y a Touati, Hmam y Chouiref por Túnez.

Lusail Hall de Doha: Unos 6.000 espectadores

España temía una emboscada. Y, desde luego, Túnez hizo bien poco por camuflarla. Para empezar, el factor intimidatorio. La puesta en escena fue atronadora. Casi todo el anillo inferior del pabellón estaba ocupado por los hinchas tunecinos, que una hora antes del duelo ya habían tomado la voz. En los dos fondos, de pie y brincando, dos grupos repletos de color, tambores y banderas. En ambos, desde la zona baja, un cabecilla dirigía la coreografía y los cánticos que rebotaban con fuerza en todos los recovecos del recinto.

Los Hispanos saltaron a la pista entre un alud de bramidos en su contra. Vaya chillidos. Después vinieron los himnos y el tarareo de los 60 seguidores españoles parecía un siseo al lado de los rugidos africanos. Luego, tras la propaganda y el crochet emocional que buscaban los tunecinos, la historia cambió por completo. Cañellas se elevó en suspensión y abrió el marcador; Viran Morros bloqueó un zambombazo de Hamed y lo celebró con rabia, como si hubiese marcado otro gol; Aginagalde activó el taladro y Rocas también percutió, pero él desde el extremo, que el centro es cosa del vasco.

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Como se presuponía, Túnez salió a morder y a enredar, pero una vez superado el efecto disuasorio España fue a lo suyo, que es practicar un magnífico balonmano. Alternó una defensa 6-0 con un 5-1 y Ugalde en el avanzado. Sobre ruedas. Mantuvo a raya a Túnez con rentas cómodas de cinco y seis goles, y rebajó la carga medioambiental en su contra a base de juego. Encima, Pérez de Vargas, ese ángel vestido de rosa, estuvo de nuevo colosal bajo los palos. Sacó una tras otra, a los extremos y a los bombarderos. Cerró el primer periodo con un 47% de efectividad y el partido con un 41%. Por segunda vez fue designado el mejor, con 14 paradas.

“¡Eso es, eso es!”, les gritaba Manolo Cadenas a sus hombres, muy centrados todo el rato, bien sincronizados tanto en la fase defensiva como en el ataque. Ugalde, ese extremo silencioso y pícaro, estuvo soberbio. Todo fiabilidad y temple el catalán, adentro un balón tras otro. Por eso el seleccionador le dio carrete y dosificó a Rivera. Hay tiempo para todos. Igualmente fino estuvo el joven Dujshebaev, presente y futuro del balonmano español, un central con una interpretación del juego exquisita. No así la de Túnez, obcecada en golpear por la vía de en medio, a través de los tiros de sus cañoneros y olvidándose prácticamente de los extremos.

El 18-9 con el que concluyó el primer acto fue tan rotundo como la superioridad de los Hispanos, jerárquicos también en el segundo tiempo. Túnez buscó las cosquillas por el extremo derecho, terreno de Boughanmi, pero la campeona no admitía respuesta. Que tú me das, yo te respondo; por partida doble si hace falta. Ugalde, cien por cien de acierto (6/6), siguió arañando al contragolpe; Antonio García, otra garantía de solvencia, refresco de Cañellas (3/6), cobró protagonismo en el eje; Viran y Guardiola estuvieron en su salsa, de bloqueo en bloqueo; y Víctor Tomás disfrutó a toda mecha, de arriba abajo, en su especialidad.

Al final, los seguidores españoles se dejaron oír con sus olés y los tunecinos se fueron a regañadientes, mansos, bajo el ritmo de la voz de Manolo Escobar que desprendían los altavoces. Podrá ocurrir lo que sea en cuartos, donde enfrente esperan Dinamarca o Islandia, presumiblemente la primera. Pero, pase lo que pase, la selección de Cadenas ya no deja duda alguna. Sigue ahí, con la chispa a punto, hambrienta y corajuda. Y envió un mensaje sin paliativos a las otras aspirantes al trono que aún ostenta: aquí estoy. Pues así es. Aquí está España.

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Sobre la firma

Alejandro Ciriza
Cubre la información de tenis desde 2015. Melbourne, París, Londres y Nueva York, su ruta anual. Escala en los Juegos Olímpicos de Tokio. Se incorporó a EL PAÍS en 2007 y previamente trabajó en Localia (deportes), Telecinco (informativos) y As (fútbol). Licenciado en Comunicación Audiovisual por la Universidad de Navarra. Autor de ‘¡Vamos, Rafa!’.

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