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El balonmano como transgresión

El alemán Kretzschmar, estrella de los noventa, defiende la rebeldía como valor de su deporte

Alejandro Ciriza
Kretzschmar, en un partido como entrenador del Leipzig.
Kretzschmar, en un partido como entrenador del Leipzig.Cordon Press

Si alguien observa a Stefan Kretzschmar (Leipzig, Alemania; 41 años), puede quedarse en la superficie. En el pelo oxigenado, en los 20 tatuajes y los piercings que envuelven y perforan su cuerpo, o bien puede escarbar en su intimidad. Si hace lo segundo, descubrirá que detrás de esa fachada de cantante de punk hay un hombre con inquietudes al que siempre le gustó ir contracorriente. “El balonmano nunca fue suficiente para mí. Cuando eres deportista estás encerrado en una burbuja y no piensas”, dice mientras da una calada a un cigarrillo y revuelve un capuchino en un hotel de Doha.

Ganó la Copa de Europa con el Magdeburgo y defendió 218 veces la camiseta de Alemania (821 goles). Con su selección se colgó la plata del Mundial 2003 y la de los Juegos de Atenas 2004. Fue un extremo izquierdo incisivo y punzante, uno de los mejores de una época dorada de su deporte. Tras 16 años de carrera dejó el balonmano en 2007 y ahora representa a un modesto club. “Tenía una gran oferta del Hamburgo, pero decidí trabajar para el equipo de mi ciudad, Leipzig. Empezamos en Cuarta División y ahora somos líderes en Segunda; empezamos con 50.000 euros y cinco años más tarde ya tenemos 1,5 millones”, cuenta.

Cuando tenía 19 años me metí en organizaciones de izquierdas, estuve con personas que okupaban casas… Pero claro, era joven

Hijo de un campeón del mundo y de una madre que también fue internacional, es un hombre polifacético. También ejerce de comentarista. Y tiene un deseo. “Montar un equipo en Mallorca. Voy todos los meses para relajarme y jugar al golf. Sería mi sueño, pero necesito un patrocinador. El tema es que España está ahora difícil. Me entristece ver que un joven de 25 años no puede tener trabajo”, lamenta. Él tuvo la oportunidad en su día de jugar en la Asobal, pero el técnico Valero Rivera frenó finalmente su llegada al Barcelona. “Pensó que un chico con tatuajes y pendientes no debía jugar al balonmano”, detalla; “pero años más tarde nos encontramos y me confesó que se equivocó”.

Transgresor, su estética no destiñó una trayectoria y unas cualidades formidables, pero siempre le persiguió. “Muchos creían que era incapaz de jugar en equipo y que era egoísta… Pero el tiempo me dio la razón. Mi aspecto me permitía tener más libertad, hacer siempre lo que quería. Algunos pensaban que era peligroso o estaba loco, así que no se acercaban”, indica mientras ríe, a la vez que rebobina y rememora su etapa más rebelde: “Cuando tenía 19 años me metí en organizaciones de izquierdas, estuve con personas que okupaban casas… Pero claro, era joven. Ahora la sociedad está muerta, hay poco inconformismo. Los jóvenes solo miran sus móviles”.

Quiero montar un equipo en Mallorca, adonde voy para relajarme y jugar al golf. Sería mi sueño, pero necesito un sponsor

Reconocido en su profesión, después también se atrevió con las cámaras. Presentó casi 100 programas para la cadena MTV. “Me dijeron: ‘Ponte ahí delante y haz lo que te apetezca, improvisa, pincha tu música’. A veces, cuando me veo, pienso: ‘Qué estúpido’. Pero a los de la tele les gustaba. Fue divertido”. ¿Y qué estilo le va? “Tuve mi época grunge, así que primero me tiraba Nirvana y más tarde algo un poco más durito, Rammsteim. A mi hijo también le gusta”, apunta.

Durante la charla, a la que acude con una calavera en la camiseta y pantalones cortos, Kretzsche alude a la política de Alemania. “Estamos demasiado cerca de los Estados Unidos y hay que cambiar eso. En Europa deberíamos hacer otra cosa”, critica; “no nos representan a todos los alemanes. Hacen solo lo que les dice el Gran Hermano… El deporte recibe menos ayudas, seguimos invirtiendo en armas y hay muchos ancianos tirados en la calle. Tenemos una economía fuerte, hay trabajo y nos envidian, pero ya veremos dentro de 10 años”.

No teníamos derecho a estar aquí, pero todos sabemos qué ha pasado. Los patrocinadores de Alemania son importantes, la televisión de Alemania es importante…

Su selección, Alemania, entró en el Mundial por la puerta de atrás. Apeada por Polonia en la fase clasificatoria, fue repescada por la Federación Internacional (IHF) en detrimento de Australia, que se había ganado un billete. “No teníamos derecho a estar aquí, pero todo el mundo sabe qué ha pasado. Los patrocinadores de Alemania son importantes, la televisión de Alemania es importante… Es el corazón del balonmano y es donde está el dinero”, argumenta antes de referirse a la selección española de Manolo Cadenas como broche a la conversación: “Siempre es una de las mejores en los campeonatos. Me encanta Cañellas, que juega en el Kiel. A veces le odio, porque va tan lento… Pero ve lo que otros no ven. Él sabe mucho de balonmano. Y me gusta también Viran Morros, por cómo defiende y por cómo vive el balonmano. Para mí es el alma de ese equipo”.

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Sobre la firma

Alejandro Ciriza
Cubre la información de tenis desde 2015. Melbourne, París, Londres y Nueva York, su ruta anual. Escala en los Juegos Olímpicos de Tokio. Se incorporó a EL PAÍS en 2007 y previamente trabajó en Localia (deportes), Telecinco (informativos) y As (fútbol). Licenciado en Comunicación Audiovisual por la Universidad de Navarra. Autor de ‘¡Vamos, Rafa!’.

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