Regalos para todos en Balaídos
El Athletic se lleva un mal partido en el que los seis goles (2-4) vinieron precedidos de groseros errores
Hubo tres goles en el primer cuarto de hora y podía entenderse que estaban expuestos todos los ingredientes que aderezan el entretenimiento. No fue así. Celta y Athletic depararon un horror que no ayuda a dignificar ni la Copa ni el actual momento de la clase media-alta del fútbol español. Se supone por clasificación liguera y trayectoria reciente que gallegos y vascos están en ella, pero no es así ni por su momento de forma ni por las sensaciones que destilan, inseguros, desconfiados, plagados de carencias y de defectos.
La tarde goleadora en Balaídos tuvo más que ver con ese tipo de taras que con el acierto o el talento. Todo comenzó con excesivo relajo. Lo pagó el Athletic con un gol nacido de un saque de banda defendido sin tensión, pero sobre todo al Celta, que comenzó a perder el partido, y posiblemente la eliminatoria, en dos acciones calcadas, sendos balones al área de Susaeta en los que el Athletic tocó el balón las veces que quiso para llevarlo a la red, más espabilado en el juego aéreo, como si su rival se adocenara con el solete que despedía una amodorrada tarde de Reyes.
CELTA, 2 - ATHLETIC, 4
Celta: Rubén Blanco; David Costas, Cabral, Sergio Gómez, Jonny; Borja Fernández; Augusto (Radoja, m. 79), Álex López (Hernández, m. 82), Orellana (Santi Mina, m. 59), Planas; y Charles. No utilizados: Sergio Álvarez, Hugo Mallo, Fontàs, Krohn-Dehli.
Athletic: Herrerín; Iraola, Etxeita (Gurpegi, m. 82), Laporte, Balenziaga; Mikel Rico (Iturraspe, m. 84), San José; Susaeta, Muniain (Borja Viguera, m. 76), De Marcos; y Aduriz. No utilizados: Iraizoz, Bustinza, Beñat e Iñaki Williams.
Árbitro: Pérez Montero. Expulsó por dos tarjetas amarillas a David Costas (m. 70 y amonestó a Borja Fernández, Jonny, Cabral, Mikel Rico, Etxeita
Goles: 0-1. m. 4. San José. 1-1. m. 10. Álex López; 1-2, m. 14, Aduriz; 2-2, m. 53, Charles; 2-3, m. 60, Susaeta; 2-4, m. 86, Aduriz, de penalti
Balaídos. 14.929 espectadores
Se despistó el Celta en las marcas y entregó lo más sagrado en el fútbol, su propia área. Marcaron San José y Aduriz y convirtieron el gol de Álex López en un entremés. Y se complicó el equipo de Berizzo porque la tiritona atrás se acompañó de una alarmante falta de fluidez. La pelota no salió con claridad desde atrás porque varias vías estaban tapiadas y bastantes piezas retocadas y otras resguardadas en el banquillo. Se agrupó el Athletic, anuló los caminos e identificó a quienes podían abrirlos, a Augusto y sobre todo a Orellana, que se movió para prender incendios por varios puntos del ataque, pero al que le faltó nutrición para alimentarlos.
Llegaron los tres goles para abrir el partido y de pronto éste se cerró, sin opciones, sin fútbol, sin nada, apenas algún destello individual de tipos corajudos que siempre cumplen como Jonny, de la diestra de Susaeta en la ejecución de las acciones a balón parado, del oficio y despliegue de Aduriz, al que se encomienda el Athletic para eludir la vulgaridad. Poco ocurrió hasta que llegó la segunda tanda de regalos.
Así empató el Celta, tras un córner que despejó la zaga del Athletic primero en dirección correcta y luego hacia su propia portería. Cara a esa dirección errónea envió torpemente el balón Balenziaga para dar una precisa asistencia a Charles. Y así se adelantó de nuevo el Athletic, que primero volvió a desatar el pánico en otro balón parado de Susaeta que remató Laporte fuera sin oposición y alcanzó de nuevo la red cuando en una siguiente situación, aparentemente controlada por el Celta, David Costas hizo un mal despeje, forzado por no se sabe que prisa, para dejar la pelota en los pies de Etxeita, que sólo tuvo que dar un sencillo pase a Susaeta para que este definiese, por cierto hacia el palo que debe tapar siempre un portero.
La tarde goleadora en Balaídos tuvo más que ver con ese tipo de taras que con el acierto o el talento
Cinco goles después Balaídos apenas había visto fútbol. El Celta ya tenía en la recámara a Orellana, por aquello de dosificar esfuerzos en un jugador excesivamente baqueteado en la Liga. Ya había movido piezas Berizzo en el descanso sin necesidad de realizar sustituciones, pero para dejar claro que aquello necesitaba una o varias vueltas. Costas pasó de lateral derecho a central izquierdo antes de acabar expulsado por ver dos tarjetas amarillas, Jonny viajó del lateral zurdo al diestro y Sergi Gómez comenzó como central, prosiguió como mediocentro y acabó de nuevo en la línea de cuatro cuando su equipo se quedó con un jugador menos.
A partir de ahí fue todavía menos concreto el Celta, apresurado por el marcador y el reloj, pero incapaz siquiera de variar su libreto para tratar de explotar la espalda de la zaga rival, enrabietado por los errores que le hicieron ir contra corriente toda la tarde, ni siquiera atinado para mantener abierta la eliminatoria porque en la culminación de la opereta, en el no va más de tanta dádiva, con el partido ya aletargado, Cabral reaccionó para defender un saque de esquina colgándose en el área pequeña del cuello de Aduriz. Fue como si se lo quisiera llevar puesto al vestuario, pero el árbitro lo impidió con un enérgico pitido, una tarjeta amarilla y un penalti que dio al Athletic el cuarto gol y le deja muy cerca de ganar un espacio entre los ocho últimos contendientes del torneo copero.
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