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“He aprendido a correr por los demás”

Jordi Quixano
Arteta festeja un gol suyo de penalti ante el Anderlecht.
Arteta festeja un gol suyo de penalti ante el Anderlecht.STEFAN WERMUTH (reuters)

Los coches deportivos se agolpan en la disimulada entrada de London Colney, ciudad deportiva del Arsenal. Son la nota disonante en un club donde se mima a la historia, como expresan las fotografías color sepia que engalanan el vetusto edificio de oficinas que da la bienvenida. El ariete Ted Drake celebra el tanto del triunfo de la FA Cup de 1936; el gran Joe Mercer recoge el trofeo en 1950; el medio McLintock recibe el abrazo grupal en 1972; el lateral Pat Rice se desgañita en la semifinal de 1978… La historia de un club a través de sus capitanes. Ahora, el brazalete lo lleva Mikel Arteta (San Sebastián; 32 años), tratándose estos días en Barcelona de una lesión en los ligamentos del tobillo, por lo que se perderá mañana el Boxing Day ante el QPR.

Pregunta. Pasó de cantar La Bamba en el vestuario como novatada a llevar el brazalete en apenas un año. ¿Cómo lo hizo?

Respuesta. Tras dos o tres meses, el mister me nombró tercer capitán. ¡Y había gente que llevaba 10 años! Pero se sintió identificado conmigo, por mis decisiones y por cómo analizo las situaciones, y pensó que podía liderar al grupo. Siempre me ha exigido mucho a cambio de su confianza.

P. ¿Y qué significa llevar el brazalete del Arsenal?

R. Que el yo se queda de lado para ayudar a gestionar el grupo. Es tarea del mánager, claro, pero el capitán debe crear armonía, ayudar a los nuevos a encajar y anticiparte a las complicaciones. En el fondo, se trata de anteponer el bien común al personal.

P. ¿El jugador no es egoísta?

R. Yo aprendí desde hace tiempo a priorizar los intereses del grupo a mi ambición. Nunca he sido egoísta y estoy contento cuando los que juegan a mi alrededor evolucionan. Me hace más feliz que quizá mi propia progresión.

“Tengo el firme convencimiento de que tocar por abajo es la mejor manera de ganar”

P. ¿Le respeta el grupo?

R. Me lo he ganado. No hace falta que me lo digan, los gestos valen. Del mismo modo, el vestuario no tiene que callar cuando hablo. Yo doy mi opinión en lo que sea y trato de argumentar y convencer. Pero eso sólo una opinión más dentro del colectivo.

P. ¿Habla mucho con Wenger?

R. Me tiro horas hablando con él porque ve todos los partidos de Europa, se sabe todos los jugadores y estadísticas. Es con el que más he hablado. Y lo admiro por llevar tantos años aquí y por cómo gestiona la presión. Ha tenido muchísimo dinero para gastar y al no estar convencido, le dio igual que se le tirara encima la afición porque entendía que anteponía el club a sí mismo.

R. Pero este año han fichado y la competencia en la medular, por ejemplo, es feroz, ¿no?

R. Eso sólo suma. Ahora vuelvo a estar de baja por tercera vez en el año, pero cuando no he tenido lesiones, he jugado.

P. ¿Entendería ir al banquillo?

R. Ese momento llegará. Voy a cumplir 33 años en marzo y es natural que algún joven me coma el sitio. Es generacional. Y una de mis responsabilidades, si se da ese caso y por el que lucharé que no ocurra, será la de ayudarle. Yo seré el primero en reconocer que no estoy bien o que el otro lo hace mejor. Pero por ahora disfruto mucho el fútbol y me encanta competir, me encanta.

P. Y eso que ahora juega más defensivo que hace unos años…

R. ¡Sí! Cuando se fue Song, el mister me dijo: ‘No hay nadie para el sitio y creo que tácticamente puedes jugar ahí, sobre todo si tienes ayudas defensivas’. Es curioso; es el equipo más ofensivo en el que he jugado y yo soy más defensivo. Pero me gusta la posición porque es un poco como la de 4 con el Barça. O como cuando llegué al PSG, con Ronaldinho y Okocha por delante. Y creo que ya he aprendido a correr por los demás.

P. ¿Eso le ha valido el reconocimiento de la Premier?

R. Es difícil tenerlo; sé lo que cuesta. A veces pienso en que me gustaría que a esos que se señala como tan buenos, que prueben una temporada en Inglaterra. A ver qué tal [no da nombres]. Pero a mí me ha ido muy bien porque aunque a veces me haya puesto de mala leche o sufrido, he mejorado. Y eso es lo que quieres cuando te vas de casa.

P. Aunque en la Real Sociedad no le fue muy bien, ¿verdad?

R. No salió bien. A los tres meses decidí que me quería ir; Amorrortu hizo 17 alineaciones distintas y no estaba en ninguna. Entonces piensas que algo pasa y que no eres tan malo. Sentí vergüenza al fracasar en casa. Aunque chupar banquillo te enseña a valorar lo que tienes.

“A veces pienso en que me gustaría que a esos que se señala como tan buenos, que prueben una temporada en Inglaterra”

P. ¿Y en Inglaterra aprendió a meter el pie?

R. Es que si no lo metes, se pasa muy mal porque los rivales te pasan por encima. Nunca he tenido miedo porque no es violencia, sino intensidad. Y sé que si hay un balón dividido puedo ir con la plancha, pero ¡no se te ocurra meter la cabeza!

P. ¿Pero la Premier no ha refinado su gusto?

R. Se toca más, sí. Y me gusta. Tengo el firme convencimiento de que tocar por abajo es la mejor manera de ganar. Lo aprendido en el Barcelona no se me olvidará nunca y no ha habido un entrenador que me convenciera de lo contrario.

P. ¿Qué le falta al Arsenal para luchar la Premier?

R. Lo único que nos falta es tener continuidad en los 11 que juegan para hacernos sólidos y eficientes como grupo. Y eso, con las lesiones de este año y yo como ejemplo, es imposible.

P. ¿Aún es del Barça?

R. Desde la época Cruyff me entró el feeling y eso ya no se pierde. Y ahora trato de que mis hijos también lo sean. Pero soy gunner y de momento duermen con la camiseta del Arsenal.

P. ¿Se le ha reconocido su trabajo en España?

R. Ni de lejos como en Inglaterra. Si hubiese estado de joven siete años en el Arsenal, quizá hubiese sido distinto. Pero hago autocrítica porque yo tampoco me vendí ni me preocupé de gustar más en España.

P. ¿Y le duele no haber jugado con España?

R. Siento pena porque me hubiera encantado jugar con esta generación de jugadores irrepetibles. Pero si no me han llamado será porque no me lo merezco. Sé que estado cerca, pero nada. Y ojalá me equivoque, pero ahora ya no lo veo.

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