Mireia Belmonte manda en la piscina corta
La española gana el oro en 800 libre con la autoridad que le falta en la distancia olímpica
A Mireia Belmonte le va el oleaje. Las mareas altas, las corrientes, la mar de fondo. Ella dice que no conoce el motivo, pero es un hecho. La piscina de 25 metros, que se vuelve más turbulenta que la de 50 cuando los nadadores surcan las calles porque el vaso absorbe menos el impacto de las olas y porque los participantes deben hacer más giros, produce las mejores actuaciones de la española. El miércoles batió dos récords del mundo y este jueves pulverizó el del campeonato en la final de 800 metros libre de los Mundiales de piscina corta de Doha. Lo hizo con la autoridad que la distingue en el vaso reducido. Nadando sola en cabeza desde los 300 metros, con todas las adversarias rendidas a su superioridad. Paró el cronómetro en 8 minutos 3,41 segundos. Fue la cuarta mejor marca de todos los tiempos en piscina corta, a cuatro segundos de la plusmarca absoluta, que también le pertenece (7m59,34s). La británica Jazmin Carlin fue plata con 8m 8,16s.
Si las pruebas en piscina corta tuvieran jerarquía olímpica Mireia se situaría sin duda entre las mejores nadadoras de la historia. Pero no es el caso. El difunto Paulus Wildeboer, gran maestro de la natación española, torcía el gesto cuando le hablaban de los 25 metros: "¡Eso es otro deporte!", decía, allá por 2005. Eran tiempos en los que las competiciones de corta no estaban tan cotizadas como ahora. En la última década se ha multiplicado la inversión, hay más patrocinadores, más premios y más cheques. En sintonía con el cambio hacia la profesionalización, los grandes nadadores, contra la tradición, prolongan sus picos de forma para marcharse de gira a países exóticos a nadar en corta hasta el invierno.
Si las pruebas en piscina corta tuvieran jerarquía olímpica Mireia se situaría sin duda entre las mejores nadadoras de la historia
Ayer también hubo una carrera espectacular: la final masculina de 100 mariposa. El sudafricano Chad le Clos batió el récord mundial (48,44s) en contienda con grandes especialistas como Lochte, Hagino o Shields. La aristocracia catarí se regocijó entregando premios a los gigantes. Eso sí, en el Golfo Pérsico las azafatas de ceremonias son sustituidas por mozos con kufiyya.
La final femenina de 800 gozó de la concurrencia de nadadoras de gran categoría que no se especializan en esta prueba, como la estadounidense Liz Beisel y la húngara Katinka Hosszu. Ninguna bajó de 8,20 minutos en una carrera en la que solo Jaz Carlin, una experta en toda regla, y la joven holandesa Sharon van Rouwendaal, consiguieron seguir el rastro a Mireia. La escasa presión que ejercieron deja en el aire la cuestión sobre el verdadero potencial de la española para acometer el asalto a su plusmarca personal en piscina de 50 metros y, eventualmente, para disputar la final del Mundial de 2015 con posibilidades serias de ganar medalla. La regularidad de Mireia en piscina de 25 metros se difumina en la olímpica olímpica, donde su mejor marca data de 2012 (8m 18,76s). Nueve nadadoras han bajado de ese registro desde 2007, entre ellas Carlin (8m 15,54s). Su entrenador, Fred Vergnoux, estima que solo podría aspirar a la medalla en Kazán 2015 si consigue nadar tres segundos más rápido. A su edad, 24 años, esto no será sencillo. El fondo es más generoso con las adolescentes.
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