La precocidad del gol
Messi ha pulverizado con seis años menos la cifra de dianas de Raúl
Lionel Messi no se cansa de repetir que no le interesan los registros personales. La prioridad, dice, descansa en las cosechas colectivas. Sin embargo, con 23 títulos en la espalda (21 con la camiseta del Barcelona y dos con la selección argentina, el Mundial sub20 de Holanda en 2005 y los Juegos Olímpicos de Pekín 2008), el astro azulgrana no deja marca individual sin pulverizar. Máximo artillero azulgrana (371 goles), mejor anotador en los clásicos (21), mayor registro goleador en un año natural (91) y el Pichichi más goleador en la Liga (50 en 2011-12), son algunas de sus marcas. El sábado pasado superó a Zarra como el mejor cañonero en la Liga (253) y el miércoles fue el turno de Raúl en la Champions (74 en 91 partidos). Todo eso con 27 años. La precocidad de un superdotado del gol.
“Feliz de superar el récord de goles de la Champions de un jugador fenomenal como Raúl”, publicó Messi en su Facebook. “Pero”, para no olvidarse de su ritual grupal añadió: “lo que nos importa es que nuestros goles sirvan para llegar hasta Berlín y podamos luchar por la Copa”. Raúl, otro que sabe de marcas prematuras, anotó su primer gol en la Liga de Campeones en 1995, con 18 años. La última (71), con 33 y ya lejos de Madrid, fue con la camiseta del Schalke 04. Sumó 142 partidos. A sus 27 años, el actual jugador del Cosmos de Nueva York llevaba cantados 48 goles en la máxima competición europea. Cifras muy lejanas a las del delantero argentino que, con la misma edad, suma 74, 26 más. La media por partido de La Pulga (0,81) también pulveriza a la del exmadrista (0,50).
En cuatro días el 10 del Barça ha batido el récord realizador en la Liga y en la Champions
Para vencer a Raúl como mejor goleador en la Champions, Messi sumó el 23º triplete de su carrera (el primero en el que marca los tres goles con la pierna derecha). Y parece que para batir récords el rosarino se tiene que ir del campo con la pelota en la mano. Un ritual en la vida del 10. El 16 de marzo, frente a Osasuna, la Pulga firmó un hat-trick para convertirse en el máximo cañonero de la historia del Barça —le birló la marca de 369 goles a Paulino Alcántara—. Misma proeza para despachar el 23 de marzo, en el Bernabéu, a Di Stéfano como el mejor goleador de los clásicos. Y también sumó tres el sábado pasado para eliminar la marca de Zarra en la Liga. Messi tardó 27 años en gritar 253 goles; el ariete del Athletic esperó hasta los 34 para los 251. Claro que, en la época de Zarra, los años 50, se jugaban muchos menos partidos por curso.
Galardonado tres veces con la Bota de Oro (comparte distinción con Cristiano Ronaldo, de 29 años), cuatro veces pichichi de la Champions (misma marca que Gerd Müller), Messi es el único del planeta que guarda en su vitrina cuatro Balones de Oro. El primero, en 2009, lo levantó con 22 años. Ningún otro tótem del fútbol conquistó el máximo premio individual europeo a tan pronta edad. Michel Platini sumó tres consecutivos (1983, 1984 y 1985) a partir de los 28 años. Johan Cruyff alzó el primero, en 1971, con 24 y los otros dos (1973 y 1974) los alzó con 26 y 27. Y Marco Van Basten, otro que tiene tres (1988, 1989 y 1992), se hizo con el primero cuando tenía 28 años.
Las únicas asignaturas pendientes del crack azulgrana están con La Albiceleste. Argentina se quedó con la plata en el Mundial y tiene el reto de la Copa América el próximo verano en Chile. Martino, el seleccionador argentino, le hizo abandonar el carril del 10 y lo coloca de 7. “Es una posición que conozco”, argumenta Messi. Un dibujo que comparte Luis Enrique en el Barça para dar vuelo a Luis Suárez. “Depende del momento, o me tiro yo a la derecha o lo hace Leo. Nos vamos turnando”, explica el uruguayo. En cualquier caso, de falso nueve o de extremo, de enganche o de ariete, la Pulga ya tiene a Batistuta, máximo goleador argentino, en el punto de mira. El exdelantero del Fiorentina, en el Mundial de Corea y Japón 2002 y con 33 años, marcó su gol número 56 con La Albiceleste. Messi cuenta 45 dianas. Es un récord que le queda.
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