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Anand empata como una máquina

Carlsen domina (4-3) a falta de cinco partidas

Leontxo García
Vishwanathan Anand mueve ante Carlsen
Vishwanathan Anand mueve ante CarlsenArtur Lebedev (AP)

Un empate científico, preparado en casa, con ayuda de computadoras muy potentes. Es lo que logró Viswanathan Anand con las piezas negras, tras más de seis horas y 122 jugadas, en la 7ª partida del Mundial que disputa en Sochi (Rusia) con Magnus Carlsen; este domina por 4-3 a falta de cinco. El indio, que necesita tiempo para recuperarse de la dolorosa derrota del sábado, tendrá este martes la ventaja de las blancas en la 8ª.

La marca de la partida más larga en un Campeonato del Mundo quedó muy cerca: Kárpov-Korchnói, tablas en 124 movimientos. Carlsen rozó incluso la conducta antideportiva al no ofrecer el empate en un final de tablas teóricas, aunque en su descargo conviene recordar que Gari Kaspárov le ganó una posición similar a Judit Polgar en el torneo de Dos Hermanas 1996. Además, cansar al rival es siempre un objetivo legítimo en un duelo: “Mientras haya una posibilidad, por pequeña que sea, hay que seguir luchando; es uno de mis principios”, explicó después el campeón.

El aspirante a ser campeón por sexta vez no se equivocó esta vez

El español Amador Cuesta es uno de los mayores expertos del mundo en ajedrez cibernético, y trabaja como asesor de grandes estrellas, cuyo nombre debe mantener en secreto. Su opinión sobre lo ocurrido en esta 7ª partida deja pocas dudas: “Si tenemos en cuenta que las 25 primeras jugadas ya se habían hecho en la partida Giri-Radyábov del reciente torneo de Tashkent; que tanto Carlsen como Anand conocían ese antecedente; y que la decisión clave de Anand llegó en la 31, cabe concluir que traía todo preparado de casa. Si no esa posición exacta, al menos una similar. De hecho, lo que puedo decir sin desvelar ningún secreto profesional es que tengo análisis de posiciones similares a esa, realizados con varias computadoras de alta gama, hasta la jugada 60”. Preguntado al respecto en la rueda de prensa, Anand confirmó las sospechas: “Nunca había analizado esa posición exacta antes, pero sí otras más o menos parecidas”. En cuanto a la fatiga, también fue directo: “Si te defiendes durante seis horas y pierdes, duele mucho; pero yo he logrado el empate, y no siento especial cansancio”.

La Revolución Carlsen consiste, sobre todo, en utilizar las supercomputadoras para inutilizar la preparación que los rivales han elaborado con otros monstruos de silicio. En casi todas sus partidas, el noruego se desvía muy pronto de los caminos más conocidos, de las preparaciones caseras hasta la jugada 20, o 25 o incluso más allá. Es decir, evita la faceta más científica del ajedrez para llevar el terreno a la deportiva (tomar decisiones bajo la presión del reloj, los nervios y el cansancio) y la artística (pensar y crear con la propia cabeza, sin que sirva de nada lo aprendido de memoria en casa con la ayuda de ordenadores). Ese enfoque, unido a la genialidad del escandinavo y su gran resistencia física, incomoda mucho a sus rivales, obligados a gastar tiempo y energía desde los primeros movimientos.

Vi que podía apretar durante mucho tiempo en una posición ventajosa"

Sin embargo, Carlsen hizo una excepción en este 7º asalto, y aceptó un duelo científico: a ver quién tiene la memoria más larga. Y ése es sin duda Anand, uno de los campeones con preparación más enciclopédica de la historia. ¿Por qué aceptó entonces el noruego ese reto desigual? Porque Anand, en porfía de un empate balsámico que alivie su dolor tras el desastre del sábado (cuando omitió una jugada ganadora tras un grave error de su rival, y terminó perdiendo), eligió una variante de la Defensa Berlinesa (también llamada Muro de Berlín) donde el jugador de las blancas no puede perder salvo que se vuelva loco; sólo el empate o la victoria de Carlsen eran resultados lógicos. Él lo explicó así: “Vi que podía apretar durante mucho tiempo en una posición ventajosa. Es un buen motivo para jugar de manera distinta a la mía habitual”.

De ese modo, el noruego sometió al aspirante a una larga presión de seis horas y 20 minutos sin riesgo. Si Anand se equivocaba, el Mundial quedaría prácticamente visto para sentencia; si no, el desgaste físico de esas seis horas y media puede pasar factura en las próximas partidas; conviene no olvidar que Anand es 21 años mayor que Carlsen, aunque también es verdad que cuida mucho su preparación física.

El aspirante a ser campeón por sexta vez no se equivocó esta vez. La pregunta clave ahora es si será capaz de quitar del primer plano de su cerebro esa posición maldita de la 6ª partida donde, si hubiera visto el golpe ganador, podría haber cambiado la historia de los Campeonatos del Mundo. Si Anand vuelve a jugar como sabe (conducirá las blancas en tres de las cinco partidas que faltan), su situación no es tan mala como indica el marcador porque en caso de empate final (6-6), el título se decidiría en la modalidad de ajedrez rápido. Y ahí, aunque esté cansado, el Rápido de Madrás no tiene nada que envidiar al Mozart del ajedrez.

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Sobre la firma

Leontxo García
Periodista especializado en ajedrez, en EL PAÍS desde 1985. Ha dado conferencias (y formado a más de 30.000 maestros en ajedrez educativo) en 30 países. Autor de 'Ajedrez y ciencia, pasiones mezcladas'. Consejero de la Federación Internacional de Ajedrez (FIDE) para ajedrez educativo. Medalla al Mérito Deportivo del Gobierno de España (2011).

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