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La identidad pasa por Messi

El rondo pierde protagonismo en favor del juego de los delanteros del Barcelona

R. BESA
Messi, durante el partido ante el Almería.
Messi, durante el partido ante el Almería.Jorge Guerrero (AFP)

El estilo del Barça se construyó a partir de un rondo, frivolizado al inicio, en tiempos de penuria, y sacralizado después, cuando llegaron los títulos, sobre todo la Champions. A base de repeticiones, los jugadores memorizaban los movimientos, aprendían a tener y a pasar la pelota, a triangular, e incluso a anestesiar al contrario, siempre a partir de tres conceptos: posición, posesión y presión. El desequilibrio quedaba a expensas de la velocidad del balón y a la precisión, marcada por un trío de centrocampistas único: Xavi-Busquets-Iniesta.

Los críticos sostenían de forma despectiva que el tiqui-taca aburría y resultaba previsible, como si la ortodoxia o la convencionalidad fueran sorprendentes y las correcciones de determinados entrenadores fueran genialidades o gestos de autor, corriente representada por Mourinho.

El propio Barcelona no ha escapado a la sensación de que se imponía cambiar o evolucionar para no ser víctima de su propio estilo después de una temporada en blanco si se exceptúa el título de la Supercopa.

Ha disminuido la velocidad de balón y el juego de posición, posesión y presión

El problema es que ahora mismo el equipo de Luis Enrique parece peleado con la bola: ha perdido toque y fluidez, es redundante en la conducción y de la sosería coyuntural se ha pasado a momentos de pánico, como pasó durante media hora en Ámsterdam y en la primera parte de Almería. Falto de contundencia en su área, tiene dificultades serias para defender y, una vez conquistada la pelota, le falta salida con los centrales, juego en los centrocampistas y buenas asociaciones con los delanteros, especialmente con Messi, que ha pasado a combinar más con Neymar y Luis Suárez.

La aportación del uruguayo como 9, o delantero centro clásico, ha sido la última novedad después que la buena conexión entre Messi y Neymar —máximo goleador con 10 tantos, uno más que en toda la temporada pasada— protagonizara el inicio de Liga. Los goles no disimulan, en cualquier caso, los problemas de mecánica de juego del equipo, excesivamente lento, negado para el control del partido, torpe a la hora de generar espacios con independencia de la entidad del contrario y del escenario, incluso en el propio Camp Nou.

El Barça se extraña a sí mismo en lugar de sorprender a los rivales, que igual le atacan (Ajax, Celta, Madrid, PSG), o le esperan (Málaga y Almería). Apartados del solfeo, expresado en el rondo, el equipo azulgrana parecer ir en busca de una nueva identidad. No es casual que al mismo tiempo Messi rastree un nuevo sitio en el campo. Si coinciden o se encuentran, Luis Enrique dará con la solución a la personalidad del Barcelona.

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Sobre la firma

R. BESA
Redactor jefe de deportes en Barcelona. Licenciado en periodismo, doctor honoris causa por la Universitat de Vic y profesor de Blanquerna. Colaborador de la Cadena Ser y de Catalunya Ràdio. Anteriormente trabajó en El 9 Nou y el diari Avui. Medalla de bronce al mérito deportivo junto con José Sámano en 2013. Premio Vázquez Montalbán.

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