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Isco resiste, Bale se reserva

La ausencia del galés en Granada eleva la responsabilidad del malagueño, titular por quinta vez.

Diego Torres
Bale celebra un gol al Elche en septiembre pasado.
Bale celebra un gol al Elche en septiembre pasado. Alejandro Ruesga

Decía Pepe Macanás que en sus tiempos de madridista no todos se atrevían a viajar a Los Cármenes. Han pasado más de 30 años. El fútbol se ha convertido en una industria y el Madrid está a la vanguardia de la producción. Pero hay cosas que no cambian. Hoy el Madrid regresa a Granada y hay jugadores que prefieren reservarse para veladas más lucidas, o menos ásperas, según se mire. A la cabeza de los escrupulosos se sitúa el galés Gareth Bale, que la temporada pasada se hizo famoso entre sus colegas por abandonar una concentración alegando molestias físicas que los médicos no lograron descifrar. Esta vez existe un diagnóstico: una dolencia en el músculo piramidal derecho. Algo leve, según los especialistas. Algo que no habría impedido a otros futbolistas competir pero que a Bale le mantiene de baja desde hace dos semanas. Dicen en Valdebebas que el hombre es muy sensible, muy “profesional”, y prefiere llegar a tope al partido de Champions contra el Liverpool, un duelo que, tal y como se desarrolla la fase de grupos, con el equipo casi clasificado, parece casi irrelevante. Menos importante que la visita a Los Cármenes, donde el Madrid ha metido un solo gol en las últimas dos temporadas.

La más mínima molestia puede angustiar al británico. Y la táctica no le ayuda

La ausencia de Bale refuerza la posición de Isco, que será titular por quinta vez consecutiva. El malagueño se consolida como volante interior contra la opinión de los más escépticos del vestuario. Hace un año el propio Ancelotti manifestó dudas sobre la ductilidad de un mediapunta especializado física y mentalmente para actuar cerca del área. Fernando Hierro, el ayudante de campo, se encontró entre los más optimistas. Pero nunca hubo unanimidad sobre el rendimiento en el mediocampo de un tipo tan creativo como limitado físicamente. Solo el trabajo de los entrenadores y el tesón del futbolista han permitido mejorar las perspectivas. A sus 22 años Isco ha forzado su naturaleza para instalarse en el centro del campo y tanto el público como los técnicos aplauden su determinación. Lo repite Ancelotti cada vez que elogia a su equipo. “Lo que ha cambiado es la actitud cuando no tenemos el balón”, dijo ayer. “Así es más fácil atacar”.

El espíritu altanero de Isco contrasta con el aire taciturno de Bale en el arranque de esta temporada. Acostumbrado a que lo aplaudan por hacer dos o tres jugadas por partido, Bale no deja de descubrir complicaciones. A un año de su llegada a España ya sabe que aquí le exigen algo más que meter goles. Los técnicos le piden que trabaje más en defensa y, cuando el equipo recupere la posesión, que tenga más continuidad en los movimientos con y sin balón. Los directivos le reclaman que no se arrugue ante la presencia de Cristiano y que, como hace el portugués, sea un líder. Pero él ve que Cristiano es muy superior y últimamente se le subordina. Los compañeros le notaban apagado en los días previos a que se revelara su dolencia muscular. Entienden que psicológicamente no se encuentra bien si no se siente físicamente perfecto. La más mínima molestia puede angustiarle. Y la nueva táctica no le ayuda.

Que Bale se recupere no significa que Isco deje de jugar”, advierte Ancelotti

El nuevo perfil del Madrid esta temporada, menos apto para cerrarse en defensa y buscar el contragolpe, y más enfilado a elaborar en corto, es estimulante para unos y problemático para otros. Los hombres con alma de mediapunta, como Isco, James, Modric y Kroos se sienten más a gusto. Los que gustan de atacar los espacios, como Cristiano y Bale, no encuentran desmarques con igual facilidad. Cristiano ha optado por instalarse en el área, como un nueve. Bale todavía busca el sitio. El año pasado metió un gol cada 138 minutos mientras que este ha bajado a un tanto cada 150. Cuando se lesionó sumaba tres partidos sin anotar.

“Nadie se enfadará si juega Bale porque él merece jugar”, avisó Ancelotti, preparando el terreno para el partido de Champions. “Es uno de los mejores jugadores del mundo (...) Isco está jugando muy bien. Espero que su buen momento se prolongue durante el resto de la temporada. Que Bale se recupere no significa que él deje de jugar. Ya jugaron juntos y lo hicieron muy bien”.

Nadie lo dice públicamente, pero no hay un empleado del Madrid que no sepa que Bale goza de una posición estratégica invencible: entre su traspaso y su salario el club ha comprometido más de 200 millones de euros. Es el jugador más caro de la historia. A poco que haga, se va a ganar el puesto. No como Isco. Al malagueño no le bastará con cumplir con la táctica. Deberá destacarse regularmente. Contra el Liverpool de espacios abiertos lo mismo que contra el Granada del cerrojazo.

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Sobre la firma

Diego Torres
Es licenciado en Derecho, máster en Periodismo por la UAM, especializado en información de Deportes desde que comenzó a trabajar para El País en el verano de 1997. Ha cubierto cinco Juegos Olímpicos, cinco Mundiales de Fútbol y seis Eurocopas.

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