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Bale y el ‘mánager invisible’

La dirección deportiva del Madrid propone un plan para retrasar al galés y dar vuelo a James

Diego Torres
Bale con Ronaldo en Valdebebas
Bale con Ronaldo en ValdebebasAlejandro Ruesga

El teléfono de Carlo Ancelotti sonó cierto día de la primera semana de septiembre. Eran tiempos de inquietud en Chamartín tras la goleada de Anoeta (4-2) y alguien próximo a la directiva pero desconocido para el cuerpo técnico, había tenido una visión que decidió trasladar interpósita persona, mediante un empleado, al entrenador. El recadero, hombre de cortesía intachable, advirtió a Ancelotti de que un ideólogo vinculado a la “dirección deportiva” había concebido una receta muy interesante que no convenía desestimar. Consistía en retrasar a Gareth Bale al centro del campo para que hiciera lo que la temporada pasada hizo Di María. El galés, según el mánager invisible, poseía las cualidades físicas ideales para hacer un trabajo de gran despliegue en el mediocampo. De ese modo, concluía el razonamiento, se podría adelantar a James a la mediapunta y cuadrar el círculo.

Dicen en Valdebebas que el entrenador levantaba la ceja izquierda en señal de perplejidad. Lo primero que hizo, para regocijo de sus amigos en la Ciudad Deportiva, fue aclarar al mediador que la lógica del sabio anónimo carecía de sentido futbolístico. Según los testigos, movidos a la risa, su respuesta tuvo el tono del martillazo del juez:

—Si fuera por cualidades físicas, Balotelli sería el mejor lateral del mundo.

Ancelotti maneja un doble discurso. Hacia el exterior se muestra más institucional y comedido que nunca. Hacia el club, sin embargo, es frontal. A los ejecutivos les dice lo que piensa. Y lo que el italiano cree es que Bale hace muchos años que resolvió que dedicaría su carrera a meter goles. Para eso lo fichó el Madrid por alrededor de 100 millones de euros. Su mentalidad de atacante está completamente definida y en el fútbol esto, no el físico, es lo determinante. En cuanto a la indicación de cubrir el centro del campo con un futbolista atlético, Ancelotti replicó con otro interrogante. Preguntó que por qué habían vendido a Di María, cuando lo que el argentino hacía era precisamente trabajar como un atleta keniata. Por qué, si disponía de un presupuesto de 600 millones de euros, el club había preferido ahorrarse cuatro millones en aumentar un salario.

El asunto se apagó hasta que la semana pasada un periódico publicó en su primera página que Ancelotti estaba evaluando la posibilidad de retrasar a Bale al mediocampo para que así pudiera brillar James. El técnico supuso que el mánager invisible tenía contactos en los medios de comunicación. En el vestuario señalaron que no descartaban nada. Con tal de adherirse a los intereses de la empresa, el entrenador es capaz de introducir variantes tácticas que no le acaban de convencer. Su primer experimento con Bale data del 14 de septiembre de 2013, en Villarreal. Ahí presentó un 4-4-2, puso al galés de interior cerrando la banda derecha, a Isco en la izquierda, y a Illarra con Modric en el medio. A los 15 minutos de partido comprobó que el 4-4-2 se le convertía en 4-3-3 y que Bale se quedaba arriba, haciendo caso omiso de sus instrucciones y esperando a que sus compañeros recuperaran la pelota por él.

El sábado, contra el Atlético, Ancelotti volvió a colocar a Bale de interior derecha en el 4-4-2. El atacante corrió de punta a punta, pero no fue de gran ayuda ni en defensa ni en ataque. Remató dos veces, una de ellas de falta directa, y recuperó dos balones.

En este punto los compañeros dicen que Bale se muestra más reacio a defender que nunca: el año pasado robó un promedio de un balón cada 24 minutos y ahora roba uno cada 63. Cuando fue sustituido, el público del Bernabéu le dedicó algunos pitos. Se marchó taciturno. Como si sospechara que le esperan tiempos difíciles.

La operación resultó desagradable para Bale y también para James. Cuando el equipo defendeió, el colombiano, lejos de la media punta, trabajó en el otro extremo de la línea de medios, como interior izquierda. Eso sí, su juego se hizo más visible: remató cuatro veces y robó cuatro balones.

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Sobre la firma

Diego Torres
Es licenciado en Derecho, máster en Periodismo por la UAM, especializado en información de Deportes desde que comenzó a trabajar para El País en el verano de 1997. Ha cubierto cinco Juegos Olímpicos, cinco Mundiales de Fútbol y seis Eurocopas.

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