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Ferrari se prepara para lo peor

La ‘Scuderia’ afronta el Gran Premio de Italia con un coche que flojea por todos lados y en medio de su permanente reestructuración

Oriol Puigdemont
Fernando Alonso, en agosto pasado en Bélgica.
Fernando Alonso, en agosto pasado en Bélgica.EFE

A las puertas del gran premio que este domingo se celebrará en Monza Ferrari se prepara para lo peor. La cúpula del equipo italiano, que sigue inmersa en ese permanente proceso de reestructuración al más profundo nivel que nadie sabe cuándo terminará, es plenamente consciente del peligro que supone esta cita, probablemente la más importante del año por celebrarse ante su hinchada. La flojera del bólido rojo traslada a sus dos pilotos toda la responsabilidad de evitar un bochorno que puede ser de traca. En Italia, Fernando Alonso y Kimi Raikkonen tienen la misión de hacer la mejor carrera del curso para salvar los muebles de Il cavallino. Sufrir un descalabro en un escenario tan significativo supondría el estoque definitivo que remataría a una escudería que deambula desde hace tiempo sin rumbo aparente, presa del politiqueo interno que la atenaza.

Ferrari es distinta a cualquiera de las demás estructuras tanto por su palmarés como por todo aquello que simboliza, y dirigirla se ha convertido dada la coyuntura actual en un ejercicio de equilibrismo. En este sentido es difícil encontrar a un funambulista más experto que Luca Di Montezemolo, su presidente. Este boloñés de 67 años, fundador de la corriente ideológica Italia Futura, se encuentra en una situación de lo más comprometida debido a las presiones que recibe del grupo Fiat, propietario de la compañía de Maranello, que a su vez debe reportar a General Motors, la casa madre. Las voces que apuestan a que Montezemolo se verá forzado a dejar su cargo en los próximos meses son cada vez más potentes. Con casi toda probabilidad, el de este fin de semana puede ser su último Gran Premio de Italia como presidente del símbolo más universal de la F-1. Todo apunta a que su siguiente paso será ocupar la presidencia de Alitalia, un movimiento lógico si atendemos al decisivo papel que jugó en el rescate de la aerolínea por parte de Etihad, que adquirió el 49% de la empresa.

Ferrari es distinta a cualquier escudería tanto por su palmarés como por todo lo que simboliza

Hartos de invertir cientos de millones de euros en la Scuderia sin que todo ese dineral reporte ningún título que llevarse a la boca, los Agnelli, capitostes de Fiat, han dado un paso al frente y tomado cartas en el asunto. En esos parámetros debe descodificarse la irrupción en escena de Marco Mattiacci, que en el Gran Premio de China relevó como director de la división de F-1 de Ferrari a Stefano Domenicali. La llegada del ejecutivo pilló por sorpresa a todo el paddock, básicamente por tratarse de un hombre procedente de la rama comercial de la marca, siendo su cargo anterior el de presidente de la división norteamericana. Lo que más llamó la atención de esta maniobra fue este nombramiento fue su desconocimiento absoluto de las carreras. Han pasado cinco meses desde su aparición por el circuito de Shanghái, y Mattiacci ya ha dejado caer que Ferrari no estará en condiciones ofrecerles a sus pilotos un monoplaza ganador hasta 2016 como pronto. Hasta entonces, tanto Alonso como Raikkonen deberán hacer piruetas para tratar de meter el coche en el podio. A priori y con el perfil del trazado en la mano, Monza debería dejar al descubierto las principales carencias del F14T, un prototipo lastrado, entre otras cosas, por su falta de tracción y velocidad punta, uno de los aspectos este último más determinantes en esta pista.

Con la velocidad que teníamos en Spa no podíamos adelantar a nadie" Fernando Alonso

Hace dos semanas, en Spa, el ovetense terminó el octavo, incapaz de superar al grupo con el que se dio cera durante las últimas vueltas de la carrera. "Con la velocidad que tenemos y por más que lo intentábamos no podíamos adelantar a nadie", dijo el asturiano. "Monza será una prueba extremadamente complicada", reconocía Mattiacci en Bélgica. Allí, el español y el finlandés estuvieron probando en sus bólidos varios componentes que los técnicos querían testear con vistas a la cita en Italia. Lo normal es hacer estas probaturas en las dos sesiones del viernes pero en este caso Ferrari también sacrificó parte del tercer entrenamiento, el de la mañana del sábado, para tratar de anticiparse. Con ello, su intención es la de salvar los muebles en un fin de semana que teóricamente debería ser festivo y que puede acabar en un gran descalabro.

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