Duelo de bandoleros
Degenkolb vence a Bouhanni al esprint después de una emboscada del equipo de Contador
Aquí, por esta serranía de Ronda, anduvo el Tragabuches, escondido entre olivares tras haber matado a su esposa y a su amante (un sacristán apodado El listillo) y por aquí coincidió con El Tempranillo y Pasos Largos y Los siete niños de Écija. Y dé él nunca más se supo cuando el bandolerismo desapareció con unos muertos, otros presos y otros libres. Ahora tienen aquí su museo.
Los ciclistas de la Vuelta, nada bandoleros, se tragaron 180 kilómetros que les sentaron tan mal como si se hubieran comido un burro y no acabaron temprano, sino un poco tardíos a disputar un esprín con pasos largos y los habituales golpeteos de pedal, riñón y manillar. Y por esa zona, el final tenía que ser necesariamente alterado. El esprín lo lanzó el Belkin para Moreno Hofland y lo aprovechó el alemán Degenkolb para chupar su rueda y enseñarle después la curva del sillín.
Clasificaciones
ETAPA
1. John Degenkolb (Alemania/Giant) en 4h 04m 21s
2. Nacer Bouhanni (FRA/FDJ) m. t.
3. Moreno Hofland (HOL/Belkin) m. t.
4. Jasper Stuyven (BEL/ Trek) m. t.
5. Paul Martens (ALE/Belkin) m. t.
GENERAL
1. Michael Matthews (Australia/Orica) en 17h 35m 05s
2. Nairo Quintana (COL/Movistar) a 13s
3. Alejandro Valverde (Movistar) a 20s
4. Rigoberto Uran (COL/Omega Pharma) a 24s
5. Damiano Caruso (ITA/Cannondale) a 26s
Pero entre ellos andaba el francés Bouhanni, empeñado en adelantar al gigantón alemán por el pequeño espacio que quedaba entre hasta las vallas, por donde sobresalían las estacas de plástico con las que el público anima. Y Degenkolb, que es grande, hizo el espacio más pequeño maniobrando con inteligencia, de modo que Bouhanni, que es pequeño, no encontrara una rendija por la que meter su cuerpecillo.
Y, claro, el francés se cabreó, alzó el brazo en señal de fastidio. Por momentos parecía que iba a golpear la espalda del alemán, que, impasible alcanzó la meta y sumó su segunda victoria seguida de la Vuelta. Su paso largo fue más poderoso que los pasitos cortos de sus rivales. El cabreo de Bouhanni era más grande que la sonrisa de Degenkolb, y seguro que le duró más al francés el ceño fruncido que al alemán su mirada alegre.
Tenía que ser así. Un final conflictivo aunque Degenkolb no hizo nada ilegal. Pero la carrera había tenido otros escarceos anteriores. Por ejemplo cuando Froome se destapó la cara y robó dos segundos en un esprint intermedio. Retomada la calma (aunque su compañero de fuga, Ligthart siguió su aventura), el equipo de Contador, en los kilómetros previos al único puerto de la jornada (a 16 de meta), decidió correr como debían correr los bandoleros cuando se sentían perseguidos.
Decidió que ya era hora de salir en la foto y colocar su amarillo chillón entre el verde y marrón rojizo de la serranía. La maniobra fue más estética que real, pero se agradeció. Los duermevelas no son buenos para nada y Contador decidió despertar a la tropa, porque los bandoleros duermen siempre con un ojo abierto. Los campeones tienen que parecerlo incluso cuando no hace falta.
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