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TOUR DE FRANCIA | 1ª DE ETAPA
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Chocar contra una roca

Visto el sorprendente sexto puesto de Froome en el sprint de la primera etapa, todo parece indicar que el último ganador está plenamente concentrado en la tarea de repetir

El alemán Marcel Kittel, ganador de la primera etapa.
El alemán Marcel Kittel, ganador de la primera etapa.JESUS RUBIO

Tras las clásicas, tras el Giro, ya está aquí el Tour. Y más que aquí sería mejor decir allí, pues este año Le Grand Depart tiene lugar en Inglaterra, casa natal del Sky, el equipo dominador de las dos últimas ediciones y máximo aspirante a repetir victoria este año. Con permiso de Contador, segunda fuerza en liza que aparenta estar en igualdad de condiciones con respecto al anterior ganador, y de un tercer escalón de aspirantes encabezados por Nibali. Veremos si los rumores de que el verdadero líder del Sky es Porte se refrendan en la carretera a partir de mañana, pero visto el sorprendente sexto puesto de Froome en el sprint de la primera etapa, todo parece indicar que el último ganador está plenamente concentrado en la tarea de repetir. Ya dijo Contador que el corredor más fuerte de las últimas dos ediciones —a pesar de haber ganado sólo una edición— es el máximo favorito. Sabe bien de lo que habla después de lo visto en la última Dauphiné, que no ganaron ni el uno ni el otro.

Un Tour que se presenta con un recorrido que se podría denominar como clásico, con ciertas particularidades que lo alejan de lo tradicional. Una única crono individual de 54 kilómetros situada el penúltimo día que en este caso servirá como juez de la carrera. Unos Alpes con las llegadas de Chamrousse y Risoul con recorridos que no parecen determinantes. Más lo parece la décima etapa con final en La Planche des Belles Filles, primer contacto con la verdadera montaña. Y unos Pirineos tradicionales con llegadas en Pla d'Adet y Hautacam, además de la llegada en bajada de Bagnéres de Luchon precedida por el paso por el Port de Balés. Pero sobre todo, dos trampas a salvar que no pillan a nadie por sorpresa, como son la segunda etapa con final en Sheffield, y la quinta etapa con final en Arenberg tras deambular por nueve tramos de pavé. La etapa de Sheffield se presenta extraña cuando menos. Significa una aproximación temprana a la media montaña en un momento en el que la carrera está aún sin jerarquías establecidas. A tan sólo cinco kilómetros de meta, los números de la cota de Jenkin Road parecen asegurar un buen espectáculo. Pero ahora toca hablar de Voigt y como no, de Kittel.

El Tour se presenta con un recorrido que se podría denominar como clásico, con ciertas particularidades que lo alejan de lo tradicional

El Tour del 2014 ha comenzado como finalizó el de 2013, también como comenzó. Kittel de amarillo en un pulso con Cavendish que simboliza más que un mero sprint: está en juego el título de rey de la especialidad. Cavendish terminó por el suelo en una caída que él mismo provocó tras chocar con una roca australiana llamada Gerrans. Su equipo realizó una aproximación perfecta al sprint irrumpiendo con violencia a falta de cuatro kilómetros, y tan sólo la fuerza bruta de Cancellara desbarató el tren del Omega en el durísimo repecho situado a falta de un kilómetro. Kittel, el mismo que impresionó por su potencia en el Tour del año pasado y del que aún impresiona su inolvidable sprint de Belfast en el Giro de este mismo año. Y no puedo olvidarme del incombustible Voigt, que cumple 17 participaciones en el Tour, que no dejó pasar la oportunidad de ser protagonista ya desde el primer día en la que será su última participación en la carrera. Se llevó el primer maillot de la montaña y la admiración de los miles de espectadores de la cuneta. La admiración de los que le conocemos, ya la tenía ganada hace mucho tiempo.

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