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Alemania queda en paz

Los alemanes no pactan un resultado como hace 32 años y vencen a EE UU, en octavos por los pelos

José Sámano
Rio de Janeiro -
Klinsmann y Mertesacker se saludan al término del partido.
Klinsmann y Mertesacker se saludan al término del partido.getty

La mutación futbolística de Alemania no se limita al estilo. En el juego se ha refinado de lo lindo, y en su conciencia ya no cabe un tongo como el que protagonizó hace 32 años en Gijón de acuerdo con Austria. Al igual que entonces, frente a Estados Unidos tenía la ocasión de sellar una tregua y pactar un resultado conveniente para ambos; en esta ocasión, un empate. Por suerte para el fútbol, entre alemanes y estadounidenses hubo partido. Un duelo con voltaje, con buenas fases de los de Löw y mucha abnegación de los de su compatriota Klinsmann. Alemania despejó cualquier sospecha, se clasificó como primera de grupo y dejó a Müller en el trono goleador del Mundial, donde compite con dos jerarcas como Messi y Neymar. En el otro bando, Estados Unidos no tuvo respiro hasta que Cristiano Ronaldo batió a Ghana. Durante un largo tramo de la jornada, un gol de los africanos hubiera exiliado a los norteamericanos.

Desde el primer instante se comprobó que no había chanchullo alguno. Nada de fuegos artificiales. Alemania, con Schweinsteiger titular por primera vez, en detrimento de Khedira, y Podolski como relevo de Götze, encapotó a su adversario, recluido cerca de su portero. Al verse en inferioridad, Estados Unidos se encomendó a la armadura de Bradley y Beckerman, dos sabuesos en el eje del campo. De principio a fin, los alemanes les cerraron cualquier aventura hacia Neuer y siempre a partir del gobierno de la pelota. El partido se les hizo tan crudo a los estadounidenses que Jones, uno de sus distinguidos, protagonizó dos escenas que subrayaron el desenfreno al que él y sus compañeros se vieron abocados. En una, atropelló al árbitro cuando quería asaltar el área rival; en otra, con similar intención, dejó grogui de un cabezazo a su compañero Bedoya. Estados Unidos topaba más que jugaba. A Klinsmann solo le quedaba ser testigo de un equipo del que tiene derecho a sentirse coautor. Con él y Löw de ayudante comenzó en 2006 la "revolución alemana".

Los alemanes de estos días ya no se dedican a deforestar las dos áreas con arietes como pértigas y centrales como vigas. Hoy es un equipo con una veta extraordinaria en el medio campo, donde se impone el modelo del Bayern, con Lahm, Schweinsteiger y Kroos, y un enganche de la misma estirpe como Özil. Con ellos, la pelota no sufre maltrato, transita con armonía ya sea hacia los costados o hacia el interior. Frente a Estados Unidos, Löw, con el balón en propiedad, dispuso un 3-6-1. A Mertesacker y Hummels, los centrales, se agregaba Howede, mientras que Boateng, teórico lateral derecho, cogía el carril que dejaba Özil con su paso al centro. Una variante que Estados Unidos tardó mucho en contrarrestar. En realidad, solo lo hizo cuando aflojó Alemania, que no encontró el mismo agujero por la izquierda hasta que Podolski se puso el chándal.

Con Klose por el internacional de origen polaco, Müller dio un paso atrás, como más le gusta. Es un futbolista para llegar, no para estar como diana en el área. Tiene un amplio observatorio para el gol. Lo demostró una vez más ante Estados Unidos. Mertesacker remató un córner como un alemán de toda la vida, Howard respondió con muchos reflejos y el balón quedó a la intemperie. Müller olió la presa y cazó un remate arqueado que puso en órbita a su selección. Su cuarto gol del torneo, el noveno en total si se suman los cinco con los que fue Bota de Oro en Sudáfrica. A sus 23 años, cabe pensar que llegue a ser una amenaza para Klose y Ronaldo Nazario, que comparten récord con 15.

Desde el primer instante se comprobó que no había chanchullo alguno

Con el gol de Müller en contra y Ghana empatando con Portugal, a los americanos se les agudizó el desvelo. No tuvieron respuesta, faltos de ingenio para armonizar el juego, para encontrar las vueltas a un adversario con pocas fisuras. Cuando se vio ante una oportunidad única, ya en el tiempo de más, Lahm se cruzó como un jabato ante un remate de Bedoya que iba a la red. Cristiano, con su gol, ya no tenía en vilo a los americanos. Pasado el mal trago alcanzaron los octavos como debe ser, con competencia. Alemania le debía una honra al fútbol y pagó su deuda. En paz. Y un guiño del destino: su rival en octavos será Argelia, el país al que austriacos y alemanes timaron en el 82.

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Sobre la firma

José Sámano
Licenciado en Periodismo, se incorporó a EL PAÍS en 1990, diario en el que ha trabajado durante 25 años en la sección de Deportes, de la que fue Redactor Jefe entre 2006-2014 y 2018-2022. Ha cubierto seis Eurocopas, cuatro Mundiales y dos Juegos Olímpicos.

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