Ramón da la vuelta y se va

Ramón Díaz es el entrenador que más títulos le ha hecho ganar a River Plate, el club con más ligas argentinas (35), pero en el ámbito futbolístico de su país desde periodistas hasta dirigentes subestiman su capacidad y consideran que sus victorias se deben más a que suele exigir que sus plantillas cuenten con buenos jugadores antes que por sus dotes de estratega. “¡Jugá, jugá!”, suele ser su instrucción más habitual a sus dirigidos en pleno partido. Entonces Díaz, criticado por su egocentrismo y adorado por los hinchas millonarios, responde a los comentaristas y directivos con renuncias intempestivas luego de consagrarse campeón. Lo había hecho ya en 2000 y 2002 y lo acaba de repetir este martes, dos días después de volver a darle una liga a River tras seis añosde sequía que incluyeron la única bajada del club a Segunda en toda su historia, en 2011.

Díaz, el Pelado goleador que no jugó dos mundiales por sus peleas con Diego Maradona, reivindicó al equipo de sus amores y se marchó. “Este grupo puso a River lo más alto que podíamos. Cuando llegamos nos pedían por favor que hiciéramos 30 puntos para salvarnos del descenso”, aludió este jueves el hijo y ayudante de campo de Ramón, Emiliano Díaz, al regreso de su padre a la conducción técnica rojiblanca a mediados de 2013. “Salimos campeones y ahora a él no se le puede pedir nada más", añadió Emiliano, de 31 años, que entre 2002 y 2010 hizo una carrera sin brillo como centrocampista en varios clubes de Argentina, Uruguay e Inglaterra.

Ramón, en cambio, había sido una estrella del ataque. Nacido en la ciudad argentina de La Rioja en 1959, debutó en River a los 19 años. En 1979 delumbró junto con Maradona en la selección argentina sub-20 que se consagró campeona mundial en Japón, pero no les fue bien juntos en España 1982. Ese año, Díaz, que en toda su carrera convirtió 230 goles, uno cada dos partidos, dejó a los millonarios, tras darles cuatro ligas, y se marchó a Italia. En el calccio jugó primero una temporada en el Napoli, antes de que recalara allí Maradona, y después en el Avellino, la Fiorentina y el Inter, con el que se consagró campeón en 1989. Antes de México 1986, se quejó de que el seleccionador Carlos Bilardo no lo convocara al equipo que resultaría campeón del mundo: “En la selección están los amigos de Maradona”. Bilardo tampoco lo convocó a Italia 1990, pese a que El Pelado brillaba entonces en el Mónaco y a que el entonces presidente de Argentina, el también riojano Carlos Menem, pidió explícitamente por él. “No me convoca por motivos personales”, se quejó Díaz. Bilardo, que con un equipo diezmado perdió la final de Italia contra Alemania, alegaba razones tácticas. Aquella pelea explícita entre Díaz y Maradona fue recordada por estas semanas cuando el actual seleccionador argentino, Alejandro Sabella, excluyó de Brasil 2014 a Carlos Tévez en medio de rumores de diferencias con Lionel Messi, siempre desmentidas por ambos atacantes.

Díaz volvió a River en 1991, a los 32 años, fue goleador y campeón en el primer torneo que disputó. Entre 1993 y 1995 terminó su carrera en el Yokohama Marinos de Japón y también fue pichichi un año. Colgó las botas y regresó directo para entrenar a River durante cinco años de gloria. Le dio cuatro ligas y su segunda y última Copa Libertadores de América. Eran tiempos en que brillaran el uruguayo Enzo Francescoli, el chileno Marcelo Salas y Javier Saviola. En 2000, a poco de su cuarta liga, El Pelado hizo su primera dimisión sorpresiva. En 2001 regresó, al año siguiente hizo debutar a su hijo Emiliano, logró su quinto título y volvió a renunciar. La estrella de aquel equipo era Fernando Cavenaghi, campeón otra vez ahora con el River de Ramón en 2014.

Entre 2002 y 2007, Díaz permaneció sin dirigir en el fútbol argentino. Solo ocupó por poco tiempo el cargo de manager del Oxford United inglés, a donde llevó a jugar a Emiliano. En 2007 fue contratado por San Lorenzo, otro de los cinco grandes de la liga albiceleste. Al año siguiente lo coronó campeón. En cambio, le fue mal en posteriores experiencias en América de México, Independiente de Avellaneda y otra vez San Lorenzo. Parecía que la fórmula del aliento a los jugadores desde el banquillo ya no funcionaba, pero en River ha vuelto a reivindicarse. A regañadientes fue convocado como entrenador otra vez en 2013 por el entonces presidente y exestrella del club, Daniel Passarella, aquel campeón mundial de 1978 y 1986. Passarella, no solo se llevaba mal con Maradona. También con Díaz. Pero lo terminó llamando para revitalizar al equipo que acaba de regresar a Primera después del amargo trance por el Nacional B y que corría riesgos de volver a caer. A finales del año pasado, Passarella fue sustituido en la presidencia por quien ganó las elecciones de entonces, el empresario Rodolfo D’Onofrio, que le denegó el aumento salarial prometido por su antecesor, le exigió que guardara bajo perfil y que lograra buenos resultados. D'Onofrio puso además como manager a Francescoli, cuya relación con Díaz no fluyó. El Pelado aguantó porque no quería irse perdedor. Dio la vuelta olímpica, su sexta liga como entrenador de River, y se marchó. Fue su tercera renuncia, pero esta vez no sorprendió tanto como antes. No ha dejado claro los motivos de su alejamiento, pero entre ellos figuran las previstas ventas de jugadores como Manuel Lanzini, Éder Alvarez Balanta y Leonel Vangioni para recuperar las dañadas arcas del club. “No iba a ser lo mismo porque había muchos jugadores que se iban, otros que volvían y armar este grupo nos costó un año y medio", explicó Emiliano Díaz. River busca nuevo entrenador: quería a Gerardo Martino, pero no lo conquistó y ahora va por Marcelo Gallardo.