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Nadal asalta un París nuevo

El español gana a Thiem y debuta en la pista central, remodelada por primera vez desde 1999

Juan José Mateo
Nadal en su partido contra Dominic Thiem.
Nadal en su partido contra Dominic Thiem.JEAN-PAUL PELISSIER (Reuters)

El rey no reconoció su reino. Antes de clasificarse para tercera ronda (6-2, 6-2 y 6-3 a Thiem), Rafael Nadal, ocho veces campeón en Roland Garros, pisó en su primer entrenamiento la arcilla de la pista central y se quedó sorprendido. “Es un poco diferente”, dijo. “Es menos estable y es más difícil moverse”. El número uno descubrió pronto que no era el único en notar diferencias. “Está extraña”, coincidió Roger Federer, que hoy jugará contra el ruso Dimitri Tursunov. “Húmeda”. La organización pronto resolvió el misterio al presentarle al español a los encargados de la primera reforma de la central desde 1999. El campeón de 13 grandes escuchó palabras gruesas. Que la pista había sido “demolida” y rehecha casi desde sus cenizas. Que sus problemas de tracción, claves para su juego, se solucionarían con el paso de los días. Que si el rey no reconocía su reino es porque este había permanecido intacto desde mucho antes de 2005, cuando él jugó su primer partido en París.

“El proceso técnico es muy complicado y requiere tiempo para consolidarse”, explica Bruno Slastan, el hombre que más sabe de la arcilla roja de París. “Tuvimos problemas, y comentarios por parte de Rafael Nadal, pero ahora que se lleva jugando varios días sobre la pista, creemos que va de mejor en mejor. Estoy de acuerdo en que resbalaba. Estos días han sido complicados por las condiciones climatológicas y, automáticamente, la pista se ha endurecido. Como el juego de Rafael se basa enormemente en los apoyos, tenía esa sensación resbaladiza. Ahí estaba el problema”.

Los trabajos de reforma costaron 15.000 euros, implicaron a 10 personas e incluyeron cambiar el manto de ocho centímetros de espesor sobre el que se asienta el albero, aplicando mucha más tierra en la superficie para contrarrestar los efectos del viento, que previsiblemente se llevaría una buena cantidad al estar poco asentada. Igual que un césped más alto o más segado afecta a los futbolistas, la superficie de juego tiene consecuencias para los tenistas. La Chatrier, además, ya era una de las pistas más difíciles del planeta. Los jugadores describen los remolinos que genera el viento en su interior como uno de los mayores desafíos competitivos. Sus mastodónticas dimensiones, además, dejan sin referencias a los novatos como Thiem, el contrario derrotado por Nadal.

“Es más resbaladiza”, dice el torneo. “Ya la he visto mejor”, cuenta el balear, en tercera ronda

“Hay que saber lo grande que es esta pista”, resumió Federer sobre unas medidas que no recoge ningún almanaque. “En mis primeros años, era demasiado grande para mí. El espacio que hay a los lados y en los fondos se convirtió en algo increíblemente difícil de manejar. No sabía dónde ponerme. Automáticamente, estaba demasiado alejado de la línea, porque en la central no tienes algo inmediatamente detrás, como ocurre en las pistas anexas”.

“Pierdes la referencia, la primera vez que juegas en ella es complicada”, coincidió Nadal en referencia a Thiem, su prometedor contrario y el tenista más joven del top 100 (es el número 57 con 20 años). “Comparado con el primer día que llegué, he visto mucho mejor la pista”, reconoció el ocho veces ganador de Roland Garros (61 victorias y una derrota en París), que vivió algún inesperado resbalón durante su primer encuentro de 2014 en la central (debutó en la Suzanne Lenglen).

Ningún tenista en la historia ha comprendido y explotado mejor la central que Nadal. Jamás hubo tampoco un jugador cuyas características se adaptaran mejor a la pista. El español tiene el brazo más fuerte, y eso le permite retrasarse a esperar que las bombas de los sacadores desciendan de los cielos, sin perder por eso del todo la iniciativa. Él tiene unas de las piernas más resistentes, y eso le concede la posibilidad de defender, defender y volver a defender hasta que llegue su momento. Nadal y la Chatrier son uña y dedo, mano y guante, están hechos a la mutua medida. Por eso, y como todas esas virtudes dependen de sus apoyos, nada más poner el pie en 2014 el campeón notó que algo había cambiado, que algo era distinto en su reino… y luego se lanzó a por la tercera ronda, donde el sábado le espera el argentino Mayer (2-0).

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Sobre la firma

Juan José Mateo
Es redactor de la sección de Madrid y está especializado en información política. Trabaja en el EL PAÍS desde 2005. Es licenciado en Historia por la Universidad Complutense de Madrid y Máster en Periodismo por la Escuela UAM / EL PAÍS.

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