Di María es el sello de Ancelotti
El éxito del extremo argentino certifica la sabiduría del técnico del Madrid
Las autoridades del Madrid hacen preparativos para rendir honores a Carlo Ancelotti, el entrenador, como artífice de la Décima. La felicidad en el club es palpable. Pero más de uno de los miembros de la delegación oficial que acudió a Lisboa el sábado asegura que el italiano estaba despedido en el minuto 93 de la final. En el entorno del presidente Florentino Pérez resultó inadmisible la alineación presentada ante el Atlético tanto como la incapacidad de gobernar el partido por parte de un Madrid al que han inyectado 700 millones de euros en fichajes desde 2009. Demasiado dinero en grandes figuras como para sufrir como lo hicieron hasta el último minuto, ante un adversario de jerarquía muy inferior.
Los méritos y los defectos de Ancelotti no son los mismos según se juzguen desde los distintos ángulos del club. Si el entrenador goza de una legión de irreductibles es en la plantilla de jugadores y entre el personal de apoyo del equipo. Allí le consideran un sabio. Los más veteranos piensan que pocos entrenadores en el mundo serían capaces de estructurar un equipo con la cantidad de bajas que tenía el Madrid y con el vacío que afecta a su dotación de centrocampistas. Pero el criterio varía desde la directiva al vestidor. El caso más circular es Ángel di María.
En los cálculos que los estrategas hicieron el verano pasado, tanto di María como Modric se situaban entre los suplentes, por detrás de Isco e Illarramendi respectivamente. Ancelotti, sin embargo, siempre tuvo otras ideas. Isco e Illarra costaron 70 millones de euros, pero fueron suplentes en Lisboa. Al contrario que Modric y Di María, verdaderos pilares del equipo, preferidos por el entrenador y por la mayoría de los compañeros frente a los recién llegados. La UEFA compartió esta sensibilidad. Di María, por ejemplo, fue elegido mejor jugador de la final por el comité técnico de la UEFA.
Di María sabe desde hace un año que el club le busca recambios. La tensión entre el futbolista y Florentino Pérez ha ido más o menos soterrada. El mandatario dice que le aprecia. El jugador cree que esto no es así y en su entorno avisan que este verano cambiará de club porque no le apetece seguir cuestionado. Di María escucha ofertas y sus agentes dicen que le quiere la Juve, el Arsenal, el United y el PSG, entre otros. Ancelotti sabe que no va de farol y hace un mes se dirigió al club para solicitar que hiciera lo posible por retenerle, subiéndole el sueldo incluso. Pero en materia de altas y bajas su poder es limitado.
Ancelotti no tiene capacidad para fichar. Solo para opinar. Su punto de vista es claro: su prioridad es contratar un centrocampista de buen pie que se sume a Alonso, Khedira, Modric y Di María. El club ya sabe que la voluntad del entrenador no parece coincidir con un firme respaldo a Illarramendi e Isco.
Puesto a jugarse la Décima, una de las decisiones que más disgustaron a los directivos fue que Ancelotti prefiriera alinear a Khedira al 50% de sus posibilidades físicas que antes que a Illarramendi al 100%. Lo mismo sucede con Benzema, que jugó infiltrado para no sentir un dolor invalidante en su aductor izquierdo. Ancelotti prefirió a Benzema mermado antes que a Isco en plenitud. Fuentes del banquillo aseguran que si finalmente metió a Isco en la segunda parte fue porque el Atlético dio muestras de fatiga y dejó de presionar. Así lo ven los veteranos, que justifican la presencia de Khedira en la intención acertada de forzar al Atlético a hacer aquello que más le molesta: tener la pelota.
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