El purgatorio de Purito
El catalán del Katusha pierde casi minuto y medio ante Urán y Evans en apenas 23 kilómetros de contrarreloj por equipos
Si quieren poner a prueba el temple de una persona, no busquen más lejos, sométanla al testde tensión máximo: una contrarreloj por equipos, no más de 25 kilómetros, o 23,1 exactamente, como la de este viernes en Belfast, con momentos de sol, momentos de lluvia, de viento, con la visión atroz al final de una cuesta roja interminable y matadora ante el edificio del parlamento norirlandés de la gigantesca estatua del infame Lord Carson, aquel anglicano unionista que aparte de inventar la provincia del Ulster como parte del Reino Unido gozó destrozando en un juicio a Oscar Wilde, por homosexual.
Cualquiera que hubiera estado implicado en el esfuerzo, fuera ciclista pedaleando a la vista de todos, observado, comparado, medido, sea director voceando por el micrófono, sea mecánico mordiéndose las uñas, y al terminar sea capaz de controlar sus nervios, responder pausado, no morder, no insultar, tiene derecho al cielo. Seguramente hoy el infierno estaría lleno de ciclistas del Giro, o el purgatorio, que es el lugar en el que Purito estuvo la tarde en la que quizás peor lo pasó en una contrarreloj por equipos.
He tenido buenas sensaciones. Una preocupación menos Nairo Quintana
En el cielo, bebiendo cerveza y eructando con placer estarían mandando los australianos del Orica, a quienes les encanta este tipo de pruebas y colocaron de líder rosa a un viejo canadiense llamado Svein Tuft, un tauro cabezota, en el día de su 37º cumpleaños. A la derecha del padre tendrían un hueco los del Omega y los del BMC, las tropas que colocaron a Rigo Urán y a Cadel Evans por delante de los demás favoritos favorecidos por salir al final, con mejor tiempo y referencias de todos los tipos. Para los demás, la tarde fue de llanto y crujir de dientes y clavículas, como a los desgraciados del Garmin, para quienes en general, y para su irlandés Dan Martin en particular, Irlanda ha sido su tumba.
Para Purito, que terminó con uno de esos malos humores que solo puede provocar un dolor de muelas tenaz, fue un tormento. Estableciendo una clasificación entre la media docena de aspirantes con más o menos posibilidades, Purito es el último, a 1m 28s de Urán, a 1m 26s de Evans, a 1m 10s de Roche hijo, a 55s de Scarponi (y Aru: el Astana de los escaladores también disfrutó de buen tiempo) y a 38s de Nairo, cuyo Movistar, como el Katusha de Purito, sufrió la cortina de agua que convirtió la prueba durante unos minutos más en lucha por la supervivencia que en búsqueda de la excelencia. “Pero, tranquilos”, advierte José Luis Arrieta, el director del Movistar, “que el Giro no se jugará en 50s [los que separan a su Nairo de Urán]. Aunque toda ventaja es buena, lo importante para nosotros, y visto el tiempo que nos ha tocado, era terminar enteros. No sabría cómo cuantificar lo que hemos perdido en el descenso desde el parlamento, que es donde más nos ha azotado el agua, pero hemos ido mejor que todos con los que hemos compartido el temporal”.
El Giro no se jugará seguramente en 50s, o en el minuto y medio de Purito, pero en el caso del catalán, más que el tiempo, que es ya importante, resultó más preocupante su pobre rendimiento: clavado gran parte de la prueba en el último puesto del tren ruso, Purito no dio la imagen de fuerza y frescura que había mostrado en la Volta a Catalunya, por ejemplo. Quizás consciente de ello, fue el catalán de los más tensos en la meta. El ciclista más simpático del pelotón declinó pararse a hablar y simplemente voceó que estaba “cansado”. Nairo, entre el suspiro de alivio por el peligro que había superado indemne y el grito de las terminaciones nerviosas aún a flor de piel, sí que se paró a analizar aun brevemente su prestación. “He tenido buenas sensaciones”, dijo. “Ya tengo una preocupación menos”.
Quizás a Eusebio Unzue, más que el cielo o el infierno le iría mejor el limbo. “Podía habernos ido mejor, sí [el Movistar terminó octavo, y se quedó pronto sin una de sus locomotoras, Jonathan Castroviejo, que se vació], pero también podía habernos ido peor”, dijo el responsable del Movistar antes de que terminara la prueba. Y fue justo colgar el teléfono cuando en la pantalla se vio al pobre Dan Martin tragarse una tapa de alcantarilla cuando iba el cuarto de los Garmin y provocar una caída de todos los que le seguían, que a él le costó el abandono con la clavícula rota y a Hesjedal, el ganador del Giro del 12 sobre Purito, una desventaja de 3m 21s respecto a Urán, el faro de la carrera.
Clasificación de la etapa. 1. Orica Greenedge, 24m 42s. 2. Omega Pharma-QuickStep, a 5s. 3. BMC, a 7s. 4. Tinkoff-Saxo, a 23s. 5. Team Sky, a 35s. 8. Movistar, a 55s. 19. Katusha, a 1m33s.
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