Para Márquez nada es imposible

Un par de estadísticas sirven para hacer un resumen (superficial, por supuesto, pero atinado) de cómo ha arrancado el Mundial de MotoGP. En el gran premio de Las Américas Márquez se convirtió en el primer piloto en ganar las dos carreras iniciales desde la pole desde que lo hiciera Mick Doohan en 1995. Este fin de semana en Argentina (la carrera comienza a las 19.00, Movistar TV/ 00.00, Telecinco) puede convertirse en el primero, desde que lo hiciera Rossi en el 2001, en ganar las tres primeras pruebas del año. Lo intentará desde la primera posición de la parrilla de salida, puesto que se ganó con una vuelta que fue puro espectáculo: 1m, 36'683 segundos, siete décimas más rápido que Lorenzo, un segundo y medio mejor que el tiempo firmado por la mañana, una apuesta que parecía imposible. Pero con él nada es imposible.

El campeón del mundo estudió la pista, in situ y por vez primera, el miércoles, a lomos de un scooter y con su ingeniero de pista, Santi Hernández, de paquete y armado con una libreta y un boli. “Habrá buenas derrapadas”, advertía al día siguiente el de Cervera. Y así, cruzando su moto a la entrada de algunos virajes, se colocó en lo alto de la tabla de tiempos el viernes. “No es una de las mejores pistas para mí, pero estas curvas tan abiertas sí se adaptan a mi estilo”, concedía. Tiene gusto por las derrapadas, herencia de sus años en motocross, de su afición al dirt track y también de lo aprendido con la Moto2. “Me encuentro cómodo, y si así salen los tiempos, mucho mejor”. Despistó a los rivales la mañana del viernes, cuando no buscaba la vuelta rápida, sino encontrar hasta dónde puede llegar en este circuito hasta ahora desconocido: “Intento buscar el límite, por eso me he ido recto tantas veces. Además, sacrificamos el primer entrenamiento para guardar neumático”, desvelaba ya por la tarde. Se esperó a que la pista (sucia y falta de agarre) mejorara y entonces dejó con la boca abierta a sus colegas: mejoró sus tiempos en casi seis segundos. A la mañana siguiente volvió a dominar la sesión. Y eso que calzaba un neumático duro ya gastado. ¿Cómo no iba a llevarse la pole?

Márquez es la cara de este campeonato todavía verde. La cruz viste de azul y va en una Yamaha. Con la caída en Catar y la salida nula (que se saldó con una penalización) en Austin, Lorenzo suma solo seis puntos en la general: en los seis años anteriores en MotoGP había terminado siempre en el podio en las dos citas inaugurales. Su Mundial, dice, empieza en este gran premio de Argentina que vuelve al calendario aunque en un escenario diferente: ha cambiado Buenos Aires por Termas, en el interior del país.

Sabe Márquez mejor que nadie que Lorenzo irá a por todas a partir de ahora. De momento, saldrá justo a su lado, desde la segunda posición de la parrilla (en la tercera estará Pedrosa). El mallorquín ya ha fallado demasiado, así que no tiene nada que perder. Ya le ocurrió el año pasado, cuando sufrió dos caídas y dos operaciones para fijar sendas fracturas de clavícula. Sin embargo, su regreso fue brillante y apunto estuvo de ganarle el título al de Honda en una última (y estratégica) carrera en Valencia en la que puso a prueba sus nervios y ansias. Pero, como entonces, Márquez (inmune a la presión) sabe que no puede perder los papeles. Si bien, cuenta con que su rival por el título ya ha gastado dos comodines. Él todavía tiene uno por estrenar.