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La fiebre reivindicativa de Pepe

El central del Madrid sostuvo a su equipo ante el Dortmund, el rival que marcó su carrera hace un año (4-1) y que precipitó su enfrentamiento con el entonces mánager, Mourinho

Diego Torres
Pepe marca a Durm durante el partido del pasado miércoles en el Bernabéu.
Pepe marca a Durm durante el partido del pasado miércoles en el Bernabéu. Javier Soriano (AFP)

El deseo de revancha es uno de los combustibles más inflamables del fútbol. Animado por esa voluntad de reivindicarse, de limpiar su nombre, Pepe acudió al duelo con el Dortmund con el motor revolucionado.

Si el vestuario del Madrid recordaba la eliminación de la Champions ante el equipo alemán, en 2013, como quien tiene una herida abierta, el caso del defensa portugués era el más extremo. No es casual que el miércoles Pepe se convirtiera en uno de los héroes del 3-0 después de hacer una exhibición de intercepciones que dejaron sin aliento a Aubameyang, Reus y Mkhitaryan, y cerraron las vías hacia la portería de Casillas. La hinchada le aclamó unánime, como nunca lo había hecho, consciente de que, en gran medida, la suerte de la eliminatoria de cuartos de final se había decidido en esas acciones.

Pepe tenía —y aún tiene— cuentas pendientes con el Dortmund y con todo aquello que representó en su carrera. El futbolista no olvida que perdió la titularidad tras el 4-1 en el Westfalenstadion, el 24 de abril de 2013. El entonces entrenador, José Mourinho, no solo le sustituyó por Varane en el partido de vuelta. Semanas más tarde, en una conferencia de prensa, le descalificó con una de las andanadas más crueles que ha lanzado un técnico contra un jugador propio. “Cuando hablamos de Pepe”, dijo, durante una conferencia, “hay que entender que estamos hablando de frustración. No es fácil para un hombre de 31 años, con un estatuto y un pasado, ser atropellado por un niño de 19 [Varane]. Pero es la ley de la vida. ¡Y el niño es fantástico!”.

Enfrentamiento con Mourinho

Así penalizó Mourinho un fugaz comentario de Pepe a una televisión defendiendo la honorabilidad de su capitán, Iker Casillas. Enfrascado en una guerra psicológica con el portero, el mánager no perdonó el detalle de Pepe y aquello supuso un verdadero trauma para la plantilla. La lealtad era el valor que más premiaba Mourinho entre sus subordinados y, durante tres años, el más fiel de todos fue Pepe. A Pepe le nombró su edecán en el campo, a Pepe pretendió imponerle el brazalete de capitán en detrimento de Casillas y Ramos, y a Pepe le concedió todos los privilegios en premio a su obediencia. Por eso resultó tan sorprendente la ruptura. Tan violenta y tan desagradable para el futbolista que hasta hoy tiene presente las consecuencias de aquella semifinal de 2013.

En el vestuario del equipo alemán le llamaban, socarrones, ‘pressing victim’

Pepe marcó la visita del Dortmund en rojo. Jugó con una concentración inusual. Jürgen Klopp, el técnico alemán, dijo después del partido que estaba asombrado de la cantidad de ocasiones de marcar —mencionó hasta cinco— que sus hombres habían desaprovechado. Klopp no había estimado la calidad de Pepe. El año pasado, tras medirse al Madrid en la fase de grupos, confesó que había pedido expresamente a sus jugadores que presionaran al portugués porque se ponía tan nervioso que despejaba el balón a cualquier parte, devolviéndoles la posesión. En el vestuario del Dortmund los muchachos se reían. Bautizaron a Pepe como “pressing victim”.

Klopp no comprendió que Mourinho había ordenado a sus centrales que desplazaran el balón en largo a la mínima ocasión. El que fuera mánager madridista hizo tanto hincapié en no arriesgarse a un contragolpe contrario que acabó fomentando los pelotazos. Este frenesí perjudicó al Madrid, incapaz de jugar con precisión contra el Dortmund, en las semifinales del año pasado. Con Carlo Ancelotti, el nuevo técnico, las cosas cambiaron. Ancelotti suele practicar un fútbol directo pero procura que sus centrales no dividan la pelota sin que exista causa mayor.

El miércoles, Pepe jugó con un aplomo que debió confundir a Klopp. La estadística de balones recuperados por los centrales de ambos equipos revela por qué el Dortmund se quedó sin marcar. Sokratis robó nueve, Hummels 16, Ramos 15 y Pepe 17.

El Madrid no atraviesa su mejor momento de la temporada. Cristiano, Modric y Alonso tienen problemas físicos; y la baja de Arbeloa afecta a los ajustes defensivos. El equilibrio suele romperse más de lo habitual. Por eso Pepe es más importante que nunca.

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Sobre la firma

Diego Torres
Es licenciado en Derecho, máster en Periodismo por la UAM, especializado en información de Deportes desde que comenzó a trabajar para El País en el verano de 1997. Ha cubierto cinco Juegos Olímpicos, cinco Mundiales de Fútbol y seis Eurocopas.

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