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El alma italiana del Madrid

Ancelotti se ha ocupado de seleccionar a los jugadores según su instinto defensivo

Diego Torres
Pepe despeja el balón en el duelo con el Elche
Pepe despeja el balón en el duelo con el Elcheálvaro garcía

Carlo Ancelotti lo repetía de vez en cuando en un ejercicio impulsivo de autoafirmación.

—Yo soy italiano, ¿eh?

Durante la pretemporada con el Madrid en Estados Unidos, en las tertulias de fútbol que tanto le gustan, hablaba con sus ayudantes y los empleados del club sobre su ideología futbolística. Explicaba que él había prometido impulsar un juego “espectacular” pero que jamás olvidaría sus principios. Tal vez experimentaba la clase de sentimiento, mezcla de orgullo y extrañeza, que suele embargar a los jugadores y técnicos italianos que trabajan en España, en donde la cultura futbolística se ha identificado tanto con las posesiones masivas. Exactamente aquello que se contrapone a la tradición predominante en Italia, cuna del catenaccio. Ancelotti siempre tuvo claro que su primera misión en el Madrid era construir un equipo “equilibrado”.

El entrenador cumplió su primer objetivo. La racha de encuentros invictos del Madrid entre Liga, Copa y Champions, dan fe de una evolución que no afecta tanto al control del balón como a la contundencia defensiva. El sábado, frente al Elche, el equipo completó 26 partidos sin perder: 22 victorias y cuatro empates desde la derrota en el Camp Nou (2-1). En toda la historia del club solo el Madrid de Beenhakker en la temporada 88-89 completó una sucesión más larga sin caer derrotado: 25 victorias y nueve empates.

Solo el Madrid de Beenhakker en la temporada 88-89 completó una sucesión más larga sin caer derrotado: 25 victorias y nueve empates

Lo primero que hizo Ancelotti en verano fue examinar a cada uno de los futbolistas dividiéndolos entre aquellos con cualidades defensivas innatas y aquellos que, por más que se esforzasen, no lograrían cumplir en situaciones de máxima exigencia. Inmediatamente dictaminó que le faltaban elementos con instinto defensivo y elevó una petición a la directiva, solicitando el fichaje de Arturo Vidal, el volante del Juventus, y advirtiendo que le harían un gran daño vendiendo a Khedira. Para comprender la escala de Ancelotti a la hora de jerarquizar a los más importantes en la tarea de construir un equipo basta con comprobar que en el vértice de la pirámide siempre situó a Alonso.

La petición sembró de perplejidad a la directiva porque implicaba un déficit. Ancelotti expuso que Özil, Isco, Modric, Di María, Illarra e Isco, tendrían problemas para ayudar a “equilibrar” al equipo. Con variaciones. A Illarra lo catalogó de medio centro con mentalidad de media punta, incapaz de grandes recorridos e inmaduro para mantenerse alerta; a Modric lo señaló como un media punta, aunque desde el principio valoró su ductilidad, su capacidad para forzar su naturaleza aventurera; y a Di María también lo calificó de media punta pero lo apreció por su entrega y su garra. Isco se le representó como el ménos útil de todos: demasiado lento para competir por un puesto con los atacantes en nómina, lezioso —decía Ancelotti—, virguero, pero sin ser tan desequilibrante y sin pulmones para interpretar a fondo el papel de volante.

Si juzgó a Isco como al menos adaptable de los trescuartistas entendió que Özil era el que mejor podía interpretar el rol de interior. El alemán exhibía más calidad que ninguno y en las pruebas físicas destacaba como un maratoniano.

Finalmente, Ancelotti tuvo que prescindir de Khedira y de Özil. Aun así se las ingenió para crear un modelo eficaz. Le costó disgustos. Él recuerda que las mayores broncas, las invectivas que le salieron del alma, las lanzó contra sus jugadores en Elche (1-2), Vallecas (2-3), y en el campo del Levante (2-3). Por no estar atentos. Por no ser agresivos. Por no cubrir, por no marcar, por no trabar. Hoy el Madrid parece un blindado. Impenetrable por las balas de la Liga. Le queda la prueba de la gran Champions.

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Sobre la firma

Diego Torres
Es licenciado en Derecho, máster en Periodismo por la UAM, especializado en información de Deportes desde que comenzó a trabajar para El País en el verano de 1997. Ha cubierto cinco Juegos Olímpicos, cinco Mundiales de Fútbol y seis Eurocopas.

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