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“No le he dado muchas vueltas; no tiene arreglo”

Javier Fernández intenta asimilar con calma la decepción de su cuarto puesto en patinaje artístico

Amaya Iríbar
Javier Fernández, tras una actuación en Sochi.
Javier Fernández, tras una actuación en Sochi.Streeter Lecka (Getty Images)

El Javier Fernández que aparece en la Villa Olímpica un día después de perder el bronce olímpico por un mal cálculo no tiene nada que ver con el que se ve majestuoso en el hielo. Viene solo, no como los últimos días cuando siempre aparecía acompañado. Viste la chaqueta roja y amarilla de Bosco y una camiseta blanca, vaqueros negros y deportivas, y se ha puesto las gafas, lo que hace que sus ojos parezcan más pequeños y le da un aspecto aún más joven que sus 22 años. Parece cansado, como si no hubiera dormido bien después de tener tan cerca la oportunidad de su vida y haberla dejado escapar, como él mismo dijo, por un fallo tonto.

Así que uno se lo imagina el viernes, después de la competición nocturna, cuando todo estaba ya perdido, dando vueltas y vueltas en la cabeza a esos saltos que decidió cambiar sobre la marcha y acabaron hundiéndole hasta el cuarto puesto, el más ingrato. Pero nada más lejos de la realidad. “He dormido muy bien, pero poco”, se excusa después de dejar escapar un bostezo. “No le he dado muchas vueltas a lo que ocurrió. Son cosas que pasan y ya no tiene arreglo”, asegura tranquilo pero mirando al suelo. “Cuando vine a estos Juegos ya dije que venía a por una medalla, pero también que podía pasar de todo. Teniendo eso en la cabeza desde un principio es más fácil”.

Ni siquiera ha vuelto a ver el programa maldito. Dice que no le ha dado tiempo porque tras el torneo y el control antidopaje, cuando abandonó el Iceberg Palace de Sochi bien entrada la noche, se fue a cenar con sus padres, tan orgullosos, y con directivos de la Federación y del Comité Olímpico Español (COE). “Lo veré pronto, no tengo problema. Me veo muchas veces. A veces me pongo nervioso, como si lo reviviera y a veces me da vergüenza lo que veo. Pero en este caso estoy contento. He tenido fallos, es verdad. Pero estoy satisfecho. Sé que hice todo lo que pude y tengo la conciencia muy tranquila porque al menos lo intenté”.

Sé que hice todo lo que pude y tengo la conciencia muy tranquila porque al menos lo intenté

¿Pudo descentrarse por la polémica generada en España en torno a sus declaraciones sobre los homosexuales?, le preguntaron. “No, no, para nada. Me afectó esos días, pero tuve tiempo de recuperarme. Fueron unos días muy difíciles porque soy una persona a la que le gusta que la gente esté contenta y abría Facebook o Twitter y… Ese día tenía que hacer una entrevista y no pude porque me lo pasé llorando. No entendía por qué se me criticaba tanto por un malentendido. A pesar de pedir disculpas, todavía sigo recibiendo mensajes duros”.

Pero no todo son palos, también ha recibido innumerables mensajes de ánimo, como ese que puso Rafael Nadal en Twitter y que, aunque aún no ha visto, le hace especial ilusión.

Su entrenador, el canadiense Brian Orser, está contento. Sobre todo porque su otro pupilo en competición, el japonés Yuzuru Hanyu, es el nuevo campeón olímpico con tan solo 19 años. Pero también por el español: “Hemos recorrido un largo camino juntos en muy poco tiempo y hemos estado muy muy cerca”, afirmaba la misma mañana saliendo de la Villa Olímpica, con el pin de Japón prendido en la acreditación. Ese camino ha llevado a Fernández a proclamarse dos veces campeón de Europa, y a llevarse el bronce mundial. El sinsabor olímpico es solo un tropiezo.

Lo que no se le pasa por la cabeza es recuperar el programa de Charlot, con el que tan cómodo se sentía, que tanto gustaba a los jueces, el de los primeros éxitos: “Yo soy de los me lanzo a por las cosas nuevas, me gustan los cambios. Volver al programa anterior para mí supondría dar un paso atrás”.

Además, la temporada no ha acabado. Falta el Mundial, el mes que viene en Japón. Por eso cuando los Juegos acaben —aún le queda la gala final en la que Fernández volverá a vestir de Superman— retornarán a Toronto (Canadá). “En principio no vamos a cambiar nada, solo detalles. Tenemos que trabajar con la misma rutina, seguir como hemos hecho desde principio de temporada”, razona. ¿Y su relación con Hanyu? “No va a cambiar absolutamente nada”.

La única modificación que tiene en mente es un cambio de patines. Los que ha usado los dos últimos cursos ya no dan para más.

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Sobre la firma

Amaya Iríbar
Redactora jefa de Fin de Semana desde 2017. Antes estuvo al frente de la sección de Deportes y fue redactora de Sociedad y de Negocios. Está especializada en gimnasia y ha cubierto para EL PAÍS dos Juegos Olímpicos y varios europeos y mundiales de atletismo. Es licenciada en Ciencias Políticas y tiene el Máster de periodismo de EL PAÍS.

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