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El parte médico de Australia

Antes de la espalda, ya tuvo problemas en glúteos (2007), rodilla (2010), isquios (2011) y estómago (2013)

J. J. M.
Nadal, atendido por el fisioterapeuta durante la final
Nadal, atendido por el fisioterapeuta durante la finalMADE NAGI (EFE)

Aunque el epicentro del terremoto está en Melbourne, sus reverberaciones llegan hasta Buenos Aires. Ahí, desde el 10 de febrero, sobre tierra y si la espalda no lo impide, tiene cita para su próximo torneo Rafael Nadal. La sexta derrota del mallorquín en una final de la máxima categoría, que no le impide consolidarse en el trono del tenis porque el serbio Novak Djokovic perdió en cuartos de final (contra Wawrinka) y defendía el título, abrió una pregunta: ¿Por qué Nadal suele tener problemas físicos en el primer grande del curso?

En 2006, no acudió por una lesión en el pie. En 2007, el campeón de 13 grandes perdió en cuartos (contra González) martirizado por problemas en los glúteos (“Tengo un dolor aquí, en mi famoso culo”, dijo). En 2010, se retiró en esa misma ronda (Murray) por un pinchazo en la rodilla derecha, su único abandono en los torneos del Grand Slam. En 2011, cedió en la lucha por las semifinales (Ferrer) porque se había roto un isquio (“Toni, estoy en cuartos de un Grand Slam, no me retiro”, se le pudo escuchar). El año pasado no acudió a la cita porque un virus estomacal retrasó su incorporación a la competición y desaconsejó que volviera a pisar las pistas jugando a cinco sets y tras siete meses de baja por lesión. Y en este año su campaña no solo quedó marcada por los problemas de espalda, sino también por las ampollas en la mano izquierda. ¿Tiene algo que ver que el Abierto sea al inicio de curso, cuando está menos rodado? ¿Por eso las malas sensaciones en la espalda aparecieron ahora igual que antes lo hicieron en Montreal, tras el parón veraniego de 2013?

“Creo que las condiciones del torneo se adaptan muy bien a mi juego, pero es verdad que en el pasado he tenido problemas aquí, mala suerte, y eso es doloroso”, explicó Nadal, a un partido del título en 2012, cuando también tuvo problemas de rodilla, y en este 2014. “Creo que es pura coincidencia”. “No tiene mucho sentido que a principios de año uno esté mal”, argumentó el ganador de la edición de 2009, en la que firmó una demostración de exuberancia física apurando las cinco mangas en las semifinales (contra Verdasco) y la final (Federer). “Solo un año llegué mal, con fiebre, que después me rompí en cuartos el isquio con David (2011). El resto de los años creo que ha sido una pura coincidencia de mala suerte. Es la vida. Es el deporte. A mal tiempo buena cara”, advirtió.

“Hay que aceptarlo y seguir por el camino que estoy, que creo que es el adecuado: he empezado el año campeón en Doha y finalista en Australia. Juego a un nivel muy alto, me esfuerzo al máximo para generarme oportunidades, la estoy generando, aunque las oportunidades no son eternas… por suerte he aprovechado en mi carrera más oportunidades de las que he desaprovechado”, comentó el español.

Al despedirse de Melbourne, el número uno también le dijo adiós a una constante desde que volvió a la competición en febrero de 2013 tras una larga ausencia por lesión: no defender puntos como consecuencia de su prolongada baja de 2012. A partir de ahora, se enfrenta a la difícil tarea de comparar en el ránking al Nadal de 2014 con el Nadal de 2013, protagonista de un curso increíble: 10 títulos y cuatro finales.

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Sobre la firma

J. J. M.
Es redactor de la sección de Madrid y está especializado en información política. Trabaja en el EL PAÍS desde 2005. Es licenciado en Historia por la Universidad Complutense de Madrid y Máster en Periodismo por la Escuela UAM / EL PAÍS.

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