La victoria más insulsa de Cyril
Despres, cinco veces ganador del Dakar, logra una victoria, la primera, que no le servirá para mucho de cara a la general
Abandonadas ya las rutas argentinas, las dunas grises de Nihuil y el infierno en el que se convirtió el trayecto de Chilecito a Tucumán, los pilotos de moto dejaron Bolivia en otra etapa tranquila para coger fuerzas para lo que les espera: las jornadas en desierto abierto y la gestión de las ventajas en la última semana de competición. Así, en este lunes que sucedió a los últimos trabajos mecánicos a manos de los pilotos (la del domingo fue la segunda y última etapa maratón del rally), fue Joan Barreda, ganador el día anterior, quien marcó el camino y Cyril Despres, que partía desde una cómoda tercera plaza, el que se llevó la victoria, la primera de este Dakar 2014. Y, probablemente, el triunfo más insulso de su carrera.
No tiene opción ninguna Cyril de volver a ganar la prueba, como hizo en los dos años anteriores. Perdió sus posibilidades demasiado pronto. Y corre como lo que es aunque con la certeza de que no le servirá de mucho. Recién llegado a Yamaha, tras una década de éxito de KTM, el francés admitía el domingo que imaginaba que no le iba a ser fácil este Dakar. “KTM lo peleó durante muchos años antes de ganar. Ya suponía que sería difícil terminar el Dakar sin ningún problema mecánico, la lástima es que fueron dos averías muy tontas”, explicaba con resignación. Un día después se ha dado la única alegría, de momento, que le ha proporcionado la competición en este primer año con Yamaha, un proyecto con el que parece convencido.
Los pilotos de moto dejaron Bolivia en otra etapa tranquila para coger fuerzas para lo que les espera: las jornadas en desierto abierto
Con el segundo mejor tiempo, Joan Barreda, a solo dos minutos, menos renta de la que pensaba perder un día antes y mejor posición de la deseaba: ir en cabeza el primer día en que se afrontan las dunas de Atacama no era plato deseado por ninguno. Tras Barreda finalizó, solo seis segundos más lento, Marc Coma, líder de la clasificación y con una estrategia medida al milímetro. Son 38 los minutos que les separan en la general y cinco etapas las que quedan para conocer al ganador.
Salieron a las seis de la mañana de la fría Uyuni camino de Colchani, un pequeño poblado en el que se trata la sal recogida de la mayor laguna salada del mundo, se empaqueta y se distribuye por el país, ya yodada. Desde allí arrancaba la especial de esta octava etapa, que les llevaría a bordear el salar de Uyuni, de una extensión de casi 12.000 metros cuadrados. Las intensas lluvias caídas en las semanas precedentes impidieron que los pilotos de moto y quad, los únicos que entraron en Bolivia, cruzaran el salar por motivos de seguridad, pues que el agua esconde trampas peligrosas. Así que dibujaron el trazado alrededor de las orillas de la laguna, casi un paseo turístico, antes de cruzar a Chile, país en el que se decidirá el rally. No era una etapa especialmente compleja. Solo era larga. 462 kilómetros de especial y 701 kilómetros recorridos en total que no impusieron grandes modificaciones en la clasificación general.
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