España vence a la precipitación

¡Tranquilidad! Viene a gritar Beatriz Fernández. España arranca el segundo tiempo y el luminoso marca en un santiamén dos goles de desventaja (12-14). Afloran los nervios. La lateral cántabra, voz autorizada, ve que las precipitaciones condenan al equipo. Pases tontos, movimientos de balón sin dirección alguna; pérdidas constantes. La fórmula ha de ser más sencilla. El balón de Fernández, el de después del grito, va a parar a las manos de Macarena Aguilar, que perfora la portería polaca. Ha arrancado su recital en el uno contra uno. Ese que contribuye descaradamente a que en 10 minutos se logre un parcial de 8-1. Desarbolada Polonia, España se dispara hacia la victoria con su mejor versión.

Las chicas de Dueñas mostraron ante Polonia dos caras. Desaliñadas, con la de la primera parte a buen seguro se volverían a casa más temprano que tarde. Por mucho ímpetu que le pusiera Shandy Cabral Barbosa, atinada desde el exterior -y después desde los siete metros, la carencia ante Noruega en el debut-, no había brújula a la que seguir. Ni siquiera la defensa, que ante las nórdicas tan buena impresión dio, había llegado en hora a la cita. Menos mal que ahí estaba, incombustible, Silvia Navarro, para que las polacas se fueran en el marcador.

Tardón, pero a tiempo, llegó el zafarrancho. Se puso en el segundo acto las mejores galas España, las de quien quiere prolongar la fiesta hasta el final. Y aunque no deja de ser un aperitivo la fase de grupos, y Polonia un acompañante poco marchoso, se divirtieron las de Dueñas en esos 30 minutos. Casi siempre al ritmo que marcaba Macarena Aguilar, esencial para que el festín pueda terminar el día 22. Soberana la de Bolaños a la hora de templar el partido, echarse el equipo encima y desestabilizar al rival. Al baile se sumó Begoña Fernández. Osaron las polacas con tratar de quitarle el sitio en los seis metros, pero ese territorio es de la capitana española. No hay otra. Ahí se plantó y no hubo quién la bailara. Abría huecos la pivote por los que entraban a la fiesta sus compañeras. Dañinas fueron las estocadas desde el extremo de Eli Pinedo. La tensión daba paso a las sonrisas, como las que le dedicaba la de Amurrio a la grada, en busca de la lesionada Carmen Martín, aún en Serbia. O las de Marta Mangué. No firmó su mejor actuación en un día que sí pasara a la historia. La canaria es ya la máxima goleadora de España, con 899 tantos.

Después del tú a tú a la campeona de todo, España ha solventado la trampa polaca. Una buena dosis de moral para mirar a los octavos. Vienen ahora tres partidos que se presuponen más que asequibles, una oportunidad para terminar de afinar y entonar al equipo antes de la traca final. Momento para que Jorge Dueñas de buena cuenta del fondo de armario de esta selección. Y que la fiesta se prolongue.